Catalina de Erauso | La lengua árabe, problemas de la transmisión oral y escrita del Corán II
Los expertos que dominaban la lengua árabe así como los textos sagrados que han examinado el lenguaje del Corán afirman que contiene muchos errores lingüísticos. Así se expresa el autor iraní Ali Dashti (1897-1982) en 1994 en su libro póstumo “23 años. Estudio de la carrera profética de Mohamed”.
“El Corán contiene oraciones que están incompletas y no son totalmente inteligibles sin la ayuda de comentarios; palabras extranjeras, palabras árabes desconocidas y palabras usadas con un significado diferente al normal; adjetivos y verbos flexionados sin observar las concordancias de género y número; pronombres aplicados ilógica y agramaticalmente que a veces no tienen referente; y predicados que en pasajes rimados a menudo están alejados de los sujetos: estas y otras aberraciones similares en el idioma han dado lugar a críticos que niegan la elocuencia del Corán. El problema también ocupó las mentes de los musulmanes devotos. Obligó a los comentaristas a buscar explicaciones y probablemente fue una de las causas del desacuerdo sobre las lecturas.”
De esta cita se puede inferir que aquel (o aquellos) que escribió (o escribieron) o rectificó (o rectificaron) el Corán, no conocían el árabe como idioma materno o no eran rigurosos. Los diferentes hablantes de una lengua pueden diferir en la elección de vocabulario o ligeramente en la pronunciación, pero la concordancia es un fenómeno gramatical que no permite desviaciones. Si un hablante opta por no adherirse a una forma gramatical prescrita, comete un error gramatical que es percibido como tal por el resto de hablantes de esa comunidad lingüística. Es como si alguien dijese en castellano “Yo lee este libro. Yo compro una casa caro.” Estas frases son agramaticales para todos los hablantes del castellano, igual da con qué acento se pronuncien las mismas. Otra cuestión relacionada es la flexión de los verbos sin observar la concordancia de número y género. Para entender la relevancia de esta cuestión, parémonos a pensar qué pasaría si las palabras escribo-escribe-escriba-escribí se confundiesen porque la vocal final no se pronuncia correctamente o simplemente está ausente en un documento escrito. Algo parecido pasa con los verbos en árabe, katabtu (yo escribí), katabta (tú escribiste, masculino), katabti (tú escribiste, femenino). A este fenómeno se refería Ali Dashti. Cuando el Corán no diferencia la última vocal no se puede determinar quién es el sujeto de la oración. Recordemos, que los diacríticos de las vocales fueron introducidos en una etapa posterior al primer Corán escrito allá por el año 652, aunque se desconoce a ciencia cierta cuándo se introdujeron, todo apunta a que fue a finales del siglo VIII, más de un siglo después de la muerte de Mohamed. Y no fueron obligatorios durante mucho tiempo. A juzgar por Al-Tabari, estaban ya introducidos y fijados allá por el siglo X. Ali Dashti sostiene que esas imprecisiones son probablemente el origen de las diferentes lecturas que existen del Corán que se abordarán más abajo y también en otro artículo.
Es decir, hay fragmentos del Corán sobre los que los eruditos no se ponen de acuerdo sobre su significado. De ahí, que haya numerosos coranes en el mercado con ligeras variaciones de significado que nos sitúan en muchas ocasiones ante cuestiones teológicas de gran envergadura porque, no lo olvidemos, el Corán da pautas de comportamiento sobre el día a día a las 80 sectas islámicas existentes a día de hoy.
Además, Ali Dashti afirma que el Corán contiene palabras prestadas de otros idiomas. Los préstamos lingüísticos son un fenómeno habitual cuando hay comunidades de hablantes de idiomas diferentes que conviven en un espacio geográfico reducido o están ubicadas en rutas de comercio. Veamos dos palabras para ilustrar esta cuestión. El orientalista alemán Nöldeke (1836-1930) señala que la palabra Corán no es una palabra árabe sino un préstamo del siriaco (página 27). En la misma línea, el orientalista Erwin Gräf (1914-1976) define el Corán como un texto litúrgico usado en el acto de culto en ámbitos privados o públicos. Insinúa que es un misal o leccionario de origen cristiano e incluso la propia palabra Corán se deriva de la palabra qeryana del siroarameo y no del árabe. Por tanto, según lo que se sabe del dialecto del árabe que hablaba Mohamed, él lo habría pronunciado queryan de acuerdo con Christoph Luxemberg (2004). Abundando en el mismo punto, Luxemberg (2004, página 335) argumenta que incluso la palabra Meca proviene del arameo porque esa palabra no puede derivarse etimológicamente del árabe. De hecho, si se toma como base la palabra del arameo ar. mak al. Niederung, eso. “tierras bajas”, el topónimo de Meca cobra sentido al estar esta localidad situada en la parte baja de la altiplanicie de la península arábica. Christian Luxemberg, que es un autor alemán, que publica con pseudónimo por razones de seguridad, estudió unos 120 versículos que se han considerado como problemáticos a lo largo de la historia del islam ayudándose del idioma arameo.Luxemberg afirma que hay evidencia de un sustrato arameo en la azora 14:37, en la que es reportado algo que habría dicho Abraham. La versión alemana de Luxemberg se traduce como “valle yermo” mientras que la tradicional dice “valle sin cultivar”.
14:37 “¡Señor! He establecido a parte de mi descendencia en un valle sin cultivar, junto a tu Casa Sagrada, ¡Señor!, para que hagan la azalá. ¡Haz que los corazones de algunos hombres sean afectuosos con ellos! ¡Provéeles de frutos! Quizás, así, sean agradecidos.”
Nótese que el idioma arameo, el que posiblemente hablaba Jesús de Nazaret, estaba emparentado con el siroarameo que fue lengua litúrgica desde el siglo 1 hasta finales de la Edad Media cuando su importancia en la liturgia disminuyó. Vivió su apogeo entre los siglos 4 y 8 d.C. llegando a emplearse hasta en China e India. El análisis lingüístico de Luxenberg es sumamente innovador porque intenta explicar los pasajes oscuros del Corán basándose en el idioma arameo siriaco que se hablaba en la península arábica en el siglo VII y debía gozar de alto prestigio al ser lengua para la liturgia. Tanto la metodología seguida como la interpretación que hace Luxenberg de estas observaciones ha sido severamente criticadas por algunos académicos del ramo, aunque ideas de esa índole ya habían sido avanzadas por Nöldeke (página 24 y siguientes) en el siglo XIX.
De hecho, los clérigos son conocedores de los siete ahruf, o variantes de recitación a las que el mismo Corán hace referencia. ¿Pero a qué se denomina ahruf? Si se consulta lo que responden los imames, se puede decir que es una forma de recitación donde puede variar la pronunciación, pero se conserva su significado. El Corán no menciona el término ahruf, pero es muy abundante en los colectores de hadices más reputados como son Al-Bujari o Sahih Muslim. Valga como referencia el hadiz 818 a de Sahih Muslim en la que Mohamed tuvo que decidir qué forma de recitación era la correcta y aconsejó que quien recitase el Corán lo hiciera en la forma que más fácil le resultase entre las siete que reveló Alá. Veamos ahora las variantes que se llaman quiraat y ahruf abordaremos las más extendidas. El término kiraat se refiere a las diferentes formas de recitación que existen y el concepto ahruf a los 7 dialectos del árabe a los que hace referencia en los hadices.
Pero las vicisitudes del Corán escrito no acaban aquí. Las diferencias en las variantes no les han pasado desapercibidas a los eruditos islámicos, pero siempre predicaron su preservación milagrosa sin cambio alguno. Los dos coranes más extendidas son la variante Warsch y la variante Hafs. Están siendo examinadas por lingüistas en el momento actual. Ambas versiones constan de 114 azoras o capítulos que en su versión en árabe que, a su vez contienen entre cuatro y unos 300 versos (aleyas). Al ser transmitido de forma oral de Mohamed a sus compañeros y después estos al público en general, está pensado para ser recitado. En su versión escrita, está redactado en árabe y no hay que olvidar que un porcentaje muy bajo de musulmanes es nativo de árabe y es capaz de entender el Corán en árabe. Ni qué decir tiene que no son capaces de detectar esas diferencias. El orden de las azoras no es el orden cronológico de las revelaciones y se distinguen dos periodos bien diferenciados: las azoras de Meca, las primera época de la vida de Mahoma y las azoras de Medina, las que fueron reveladas después de la Hégira o la huida de Mahoma de Meca a Medina. Pero este tema se abordará en una entrega posterior.
Los clérigos islámicos se vanaglorian de que el Corán es idéntico para los 1,3 millardos de creyentes musulmanes yendo aún más allá y asegurando que si todos los coranes desapareciesen en un cataclismo, perdurarían sus revelaciones al haber muchos creyentes que saben memorizarlo. Nada más lejos de la realidad, porque precisamente ellos saben muy bien que hay un Corán oscuro que es imposible de descifrar, dato que ocultan a las comunidades de creyentes. Al no haber demasiados documentos escritos en estos 200 años después de la muerte de Mohamed, tampoco se puede determinar a ciencia cierta si los coranes que fueron apareciendo con sus diferencias de significado eran debido a las diferentes formas de recitar o a contenidos memorizados diversos.
Les invito a leer las fuentes originales para poder formar una opinión propia.
Referencias
Dashti, Ali (1994) 23 Years: A Study of the Prophetic Career of Mohammad.
Luxenberg, Christian (20042) Die syro-aramäische Lesart des Koran – Ein Beitrag zur Entschlüsselung der Koransprache. Hans Schiler: Berlin/Tübingen
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