Catalina de Erauso | Entrevista a un testigo ocular del accidente con el yate Azor en 1957 en Donostia
Hace pocos días me llamó la atención una noticia sobre un acontecimiento del 19 de agosto 1957 que relataba la muerte de 5 personas en La Bahía de la Concha en Donostia. No había oído hablar de él. La muerte se produjo al chocar el yate del dictador Franco con una barcaza en la que viajaba una treintena de personas, entre las cuales 5 perdieron su vida. De esos sucesos hay solo recortes de periódico que informaban sobre la versión oficial. Lo que contaron algunos supervivientes a sus allegados o amigos se desconoce casi por completo. Los familiares de las víctimas mortales no tienen más que un gran revoltijo de incógnitas 60 años después. Nadie se acuerda de ellos porque, tal vez, los testigos guardaron silencio y no trascendió a los medios de comunicación. Pero hemos encontrado una persona que vio el accidente. Luis[1]es un señor de 84 años que en 1957 se encontraba en el barco Azor de Franco y fue testigo de cómo ocurrieron los hechos. El detalle con el que cuenta Luis su paso por El Ferrol y por el yate Azor da credibilidad a su relato. Sus datos pueden ser enormemente valiosos para los familiares de los cinco fallecidos y, además, nos da una idea de cómo funcionaba el estamento militar en el día a día de la época de Franco.
Para los que no estén familiarizados con el perfil de Franco, es necesario recordar que fue el dictador que luchó con aliados fascistas de dentro y fuera de España en la guerra civil española entre 1936 y 1939 ganándola y manteniendo una dictadura de derechas durante 40 años. Franco solía pasar sus vacaciones de verano en Donostia alojándose en el palacio de Aiete con su familia y practicando su hobby favorito: la pesca. Solía pasar muchas mañanas en el yate AZOR que había sido construido por la empresa nacional de construcciones militares Bazán para el disfrute del dictador y fue botado en 1949. El barco disponía de un cañón arponero para la pesca de ballenas. Luis nos desvela datos inéditos porque el día del accidente estaba él presente en el yate.
- ¿Cuántos tripulantes tenía el yate de Franco?
La tripulación se componía de unos 20 marineros, 10 militares chusqueros, otros 10 militares que solían hacer guardias con metralletas, un cocinero, un camarero, un mayordomo…. Estos últimos venían de Madrid en los días en los que Franco tenía invitados. El Azor iba escoltado por un barco de guerra cuando se hacía a la mar. Yo era uno de esos marineros de la tripulación del Azor. Calculo que entre 13 y 14 marineros éramos vascos y el resto eran gallegos y santanderinos
- ¿Y por qué había tantos marineros vascos en el yate de Franco?
Todos éramos jóvenes que estábamos haciendo el servicio militar obligatorio en El Ferrol que, en aquellos tiempos, duraba dos años. Yo había entrado en el cuartel de instrucción en enero de 1957 y después de unos dos meses volví a Euskadi con un permiso porque había superado ya el examen. A la vuelta del permiso, unos marineros donostiarras me dijeron que había llegado gente al cuartel preguntando por marineros vascos que tuviesen experiencia en pesca en la mar. Esos donostiarras conocían mi trayectoria laboral. Yo había empezado a trabajar en bajura con 15 años y tenía experiencia en la pesca del atún, en concreto en la pesca del atún rojo o cimarrón, que puede llegar a pesar unos 300 kg. Desde los 19 años había estado trabajando de Pasajes a Gran Sol haciendo pesca de arrastre. Además, tenía la titulación de patrón de náutica que había cursado en Trintxerpe. Era lo que se requería para ser capitán de barco de pesca y, entre los contenidos a aprender, estaba la navegación y la interpretación de las cartas náuticas. Esos marineros donostiarras dieron mi nombre sin preguntármelo. Cuando me enteré me dio un vuelco el corazón. No me atraía la idea de servir en el Azor porque había oído que había una disciplina férrea y me habría gustado otro destino. Incluso fui al Azor en El Ferrol, porque solía estar atracado en el muelle allí en invierno, para hacer constar que no quería ese destino. Pero no hubo manera. Desde finales de marzo de 1957 y hasta mayo del 58 formé parte de la tripulación del Azor. Sospecho que el mero hecho de haberles hecho saber que no deseaba cumplir el servicio militar en el Azor me valió algunas represalias. Me asignaban las tareas más duras además de raparme el pelo al cero en dos ocasiones.
- ¿Qué tareas le encomendaban a usted en aquellos tiempos en El Ferrol?
Tengo recuerdos muy nítidos del servicio militar. Me acuerdo cómo un comandante de reenganche solía llevarse víveres del Azor a su casa al otro lado de la ría en Mugardos, todos los días entre semana, de lunes a viernes. Yo junto con otro marinero éramos los encargados de trasladar la comida remando en una barca, 20 minutos de ida y 20 de vuelta. Este comandante era capitán de corbeta y me encomendó la tarea de limpiar una lámpara de araña con vidrios de cristal en su casa. Estuve limpiándola un mes y solo llegué a limpiar un cuarto de la lámpara.
- ¿Dónde se alojaba la tripulación y qué comida les daban?
A los marineros nos daban comida corriente de la época y bebíamos agua. Los militares y Franco comían diferente. Los marineros dormíamos en coys (hamacas) y los cabos en literas. Franco no dormía en el Azor a excepción de un día que fondeamos frente a la costa gallega.
- ¿Qué ambiente había cuando Franco estaba a bordo con sus invitados?
Franco, que entonces tenía 65 años, iba de pesca dos días y al tercero se quedaba en la bahía y traía invitados al Azor cuando estaba en Donostia. Solían venir su mujer Carmen, su hija, el marqués de Villaverde y también militares y algún ministro que otro. Tenía un amigo canario.
Cuando venía el séquito de Franco, se ponía el toldo para que ellos pudiesen comer tranquilamente y poder estar a resguardo de las miradas de la tripulación, aunque los marineros a veces nos las ingeniábamos para mirar. Franco tenía su propio cocinero, mayordomo y camarero que traía de Madrid. Como si fuera hoy, recuerdo cómo el amigo canario de Franco contaba que pasaba mucha hambre. Al parecer, cuando el generalísimo terminaba de comer tenían que parar todos. Y todo el mundo sabía que el caudillo comía muy poco. Tanta hambre pasaba que, a menudo, comía en la cocina para después ir al comedor a almorzar con Franco. Para cuando llegaba a la mesa del caudillo, el canario ya estaba saciado. La comida que sobraba se llevaba al comedor auxiliar donde comían el segundo maquinista, el mayordomo, … Los marineros teníamos otro menú más corriente. Pero, de vez en cuando, solíamos sisar alguna cigala de la fuente que iba destinada al comedor auxiliar. A veces, Franco solía estar sentado con un libro en cubierta. Su médico se sentaba al lado de él y le solía pegar en el libro con un matamoscas que tenía. Era para gastarle una broma a Franco porque los dos eran amigos desde hacía mucho tiempo.
- ¿Cómo fueron los preparativos de vacaciones del caudillo el agosto de 1957 en el yate Azor?
Hacia el 4 o 5 de agosto de 1957, el Azor llegó a Donostia. Franco había llegado por tierra y se encontraba disfrutando de las vacaciones en el Palacio de Aiete. En el mes de julio, los marineros habíamos estado preparando el Azor para el viaje de El Ferrol a Donostia y haciendo todos los preparativos para la pesca del atún. El yate pasó unos días en La Coruña.
- ¿Cómo llegaba Franco al yate Azor?
El dictador solía ir al Azor en una barca en la que embarcaba en el Náutico de Donostia. Venía acompañado de su médico personal, Vicente Gil, algunos militares y amigos. A los marinos nos hacían vestir de blanco y formar para recibir al caudillo. Antes de su llegada, a mí me solía tocar abrillantar las bitas de metal donde se colocaban las estachas (cuerdas) a diario.
- ¿Qué pautas de comportamiento había que seguir cuando estaba Franco presente en El Azor?
Yo y otros 5 marineros solíamos estar en la popa del barco siempre mirando al mar, y cada uno se hacía cargo de un carrete. Cuando picaba algún atún, paraban el barco y echaban cebo vivo al agua para que se acercaran los atunes. En cuanto avistábamos los atunes, avisaban a Franco. Tenía un asiento giratorio y allí se ponía con la caña. En una ocasión, el marinero que le preparaba el cebo no estaba disponible y me encomendaron la tarea a mí. Cogí un chicharro vivo e intenté ponerlo como cebo. En cuanto el caudillo lanzó la caña, el cebo se fue para un lado y el anzuelo para otro. Todavía hoy, recuerdo lo nervioso que estaba al preparar el cebo al dictador. Cuando picaba algún atún en el cebo de Franco, los marineros ayudábamos a subirlo al Azor. Lo solíamos pesar colgando de un gancho y, con el impulso, la aguja marcaba más peso del que en realidad tenía de modo que si el atún pesaba 50 kilos, el peso marcaba 100 kilos y se descolgaba antes de que se estabilizara. Cuando dábamos a conocer el peso del atún, todos los amigos de Franco se ponían a aplaudir. Si se pescaban 10 atunes, se daban dos al barco escolta. Recuerdo que nos decían que el resto se donaba al Hospital de Donostia.
- ¿Cuál era la rutina de los días de pesca?
Cuando Franco iba de pesca en el Azor había una rutina. Él solía llegar por las mañanas entre las 6 y 6:30. Normalmente, el Azor se alejaba unas 30-60 millas de la costa. Hacíamos la jornada de pesca y estábamos de vuelta hacia las dos. Después, Franco salía del Azor y se iba al Palacio de Aiete. El Azor quedaba anclado en la Bahía de La Concha hasta el día siguiente. Siempre en el mismo sitio.
- ¿Cómo fue la jornada de pesca el día en el que ocurrió el accidente?
El día 19 de agosto de 1957 sucedió algo inesperado. Los marineros del Azor cazamos una ballena. No era muy grande, porque pesaría solo unas 8 toneladas. Yo las había visto mucho más grandes en Gran Sol. Cuando el caudillo la vio quería disparar él, pero no le dejaron porque se requiere pericia para hacerlo y Franco no la tenía. Me acuerdo como si fuera hoy que fue el comandante chusquero quien disparó un tiro certero con el cañón arponero. Alcanzó la ballena en el primer disparo. Después de ese primer arponazo, Franco le echó unos disparos a la cabeza. Arrastrar una ballena de 8 toneladas al barco no es tarea fácil. Eso fue lo que demoró la vuelta a Donostia. Aquel día volvimos hacia las 5 de la tarde. Franco desembarcó del Azor y se fue al Palacio de Aiete. Sacamos la ballena a una batea para llevarla al muelle y alguien dio la orden de colgarla de una grúa en el puerto de Donostia. Allí estuvo colgada algunos días hasta que el hedor de la descomposición del cetáceo se hizo insoportable y la retiraron con un remolcador devolviéndola al mar. Todos los periódicos harían referencia a la fabulosa captura realizada por Franco en los días siguientes. Después de haber descargado la ballena, hacia las 9 estaba ya anocheciendo y el Azor zarpó hacia Getaria a recoger carnada para el día siguiente. Había un barco de pesca de bajura en Getaria, el Alcatraz, que pertenecía a la armada y era el encargado de pescar el cebo y pasárselo al Azor. La carnada es pescado pequeño vivo que, normalmente, suele ser chicharro y se coloca en los anzuelos para atraer el atún.
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[1] Nombre ficticio del testigo asignado por la redacción debido a que desea permanecer en el anonimato.