Catalina de Erauso | Equiparación salarial
Todos los trabajadores por cuenta ajena añoran un salario más alto para hacer frente a los gastos corrientes. Los gastos habituales no han hecho sino aumentar desde hace muchos años y es legítimo el anhelo de ganar más, no para tener más sino para mantener el estándar de vida. De ahí que diferentes colectivos organicen manifestaciones para pedir aumentos salariales bien sea apoyando a sus sindicatos cuando negocian convenios laborales con la patronal o hacienda llegar su voz a los mismos patronos de forma directa. Anhelos legítimos que se canalizan por la vía de la huelga o la manifestación, formas de protesta legal recogidas en la Constitución. En derecho a manifestación es un derecho de los ciudadanos sin distinción de estatus laboral o pertenencia a sindicatos. Por ello, también la policía goza de ese derecho avalado por sentencia del Tribunal Supremo de 14 de abril de 1980.
Desde hace muchos meses distintos colectivos de la policía luchan por la equiparación salarial. Pero, ¿qué es la equiparación salarial? Algunos colectivos de policías exigen que el salario sea igual o equiparable en todas las Comunidades Autónomas. En concreto, exigen que la equiparación sea al alza y los salarios de los policías de Almería, por ejemplo, sean idénticos a los que cobran los mossos en Catalunya, los forales en Navarra o los ertzainas en Euskadi, al entender que estos tres cuerpos pagan más a sus funcionarios. Están luchando para que el sueldo base sea equiparable e incluso lo han intentado vía ILP que será vetada hoy al considerar el Ministerio de Interior que determinadas competencias han sido transferidas a las autonomías y estas legislan y administran el erario de acuerdo a sus propios criterios. Cuando algunos policías hacen públicas estas exigencias obvian que los policías destinados a Euskadi y Navarra siguen cobrando un plus de peligrosidad que ronda los 600 euros mensuales. Desaparecida ETA, se debería abolir este plus que ya no tiene sentido. No me consta que ningún sindicato policial haya solicitado la supresión de este plus. Hasta aquí, todo normal.
Hasta cierto punto, entiendo que el colectivo JUSAPOL, tristemente notorio por las manifestaciones desafortunadas que realizan algunos de sus miembros, haya decidido manifestarse en las inmediaciones del Congreso hoy día 3 de marzo 2020, cuando se prevé el veto a la ILP de JUSAPOL en la Mesa del Congreso, cuan #RodeaElCongreso de grupos de izquierda del pasado reciente. Lo que no me cuadra de esta movilización es que miembros de la policía se manifiesten tapándose las caras con máscaras emulando a Anonymous y sus compañeros antidisturbios tengan que dispersarlos. ¿Por qué taparse la cara si es su derecho manifestarse? El hecho de taparse la cara me trae a la memoria la práctica tan extendida en España de no llevar el número de identificación policial bien visible en todas y cada una de las actuaciones policiales como es preceptivo según la ley. Toda la policía de Europa lleva su número de identificación bien visible, casi siempre, en la espalda. En España, suele ser noticia cuando esto ocurre. Casi siempre van los antidisturbios sin ese número de identificación, incumpliendo así la normativa vigente. Este número existe precisamente para ayudar a la policía a identificar posibles agresores dentro de la misma policía o también poder exculpar a los que ningún yerro cometieron. Borrar huellas o pruebas no cabe en ningún código deontológico de ninguna profesión, y mucho menos dentro de la policía que es quien tiene que velar por el cumplimiento de la ley. Estos tejemanejes me recuerdan a las triquiñuelas de los torturadores que le suelen poner una capucha al torturado para no pueda percibir visualmente a los torturadores. Las víctimas no pueden reconocer a sus verdugos y estos horrendos delitos quedan impunes por falta de pruebas en España.
La policía debería, cuando menos, hacer examen de conciencia. Pero en cualquier caso, no podrían haber escogido peor fecha para luchar por sus aspiraciones de aumento salarial. Hoy se cumplen 44 años de la masacre de Vitoria, donde la policía asesinó a 5 obreros e hirió de bala a unas 200 personas.
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