Marcel Lhermitte | Uruguay, un país sin delfines
Es casi una regla, cada vez que uno llega a trabajar en una localidad que no es la suya los oriundos le hacen saber que aceptan sus sugerencias, que sin dudas funcionan en todo el mundo, pero allí, no. Su lugar es diferente. Y es verdad, es diferente. Este caso se da cuando uno cambia de continente, país, región, provincia, departamento, ciudad, pueblo y hasta de barrio. Todo bien, pero acá es distinto. Y tienen razón, es distinto.
Cuando se trabaja en consultoría lo primero es escuchar, interpretar, estudiar la coyuntura, los antecedentes, el sistema político, mediático y las reglamentaciones; saber quién es quién; pero también es fundamental entender las particularidades de cada lugar.
Uruguay no es la excepción. Yendo a contrapelo de la marca país Uruguay Natural, puede afirmarse que más allá de los esfuerzos de muchos, a lo largo de la historia, los delfines no sobreviven. Uruguay es el país de la muerte del delfín. Un país sin delfines.
Con el advenimiento de la democracia, y luego de la primera presidencia de Julio María Sanguinetti (1985 – 1990), este señaló a su sucesor, se trataba ni más ni menos que de su vicepresidente, Enrique Tarigo, quien había tenido una labor destacada en la recuperación de la democracia. El pueblo le dijo no, e incluso optó por votar al Partido Nacional.
Así asumió Luis Lacalle de Herrera (1990 – 1995), padre del actual candidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou. Luego de uno de los gobiernos más nefastos de las últimas décadas, el candidato que contó con el apoyo del mandatario fue Juan Andrés Ramírez, quien había sido ministro del Interior en la administración blanca. Ni siquiera logró ganar dentro de su colectividad.
El gobierno volvió al Partido Colorado, nuevamente a Sanguinetti (1995 – 2000) que sobre el fin de su mandato presentó a su delfín: Luis Hierro López, también exministro del Interior. Se inauguraban en Uruguay las elecciones internas partidarias. Hierro no logró salvar esta instancia, por lo que el candidato y luego futuro presidente fue Jorge Batlle (2000 – 2005).
El gobierno de Batlle es recordado por la crisis del 2002, la más feroz que haya vivido Uruguay al menos en el último siglo. El colorado también tuvo su delfín, otra vez un exministro del Interior, Guillermo Stirling. Este sí ganó su elección interna, pero obtuvo la derrota más grande que haya sufrido el Partido Colorado en su historia, 10,61% de votos.
Con el Frente Amplio en el gobierno también existieron delfines. No es un secreto que el candidato de Tabaré Vázquez (2005 – 2010) para las presidenciales de 2009 era el ministro Danilo Astori, pero perdió la elección interna con José Mujica. Incluso el mismo Pepe Mujica tuvo su delfín, pero en las departamentales montevideanas de 2015, cuando apoyó la candidatura de su esposa, la vicepresidenta Lucía Topolansky. La intendencia terminó gobernada por el actual candidato a presidente por el Frente Amplio, Daniel Martínez.
Para el balotaje presidencial del próximo domingo 24 de noviembre todos los candidatos de los partidos políticos que obtuvieron representación parlamentaria llaman a votar por el candidato de la derecha, Lacalle Pou. Si bien este hecho supone un apoyo importante, los votos no se trasladan matemáticamente.
La alternativa frenteamplista al llamado de la oposición a votar a la derecha ha sido la ciudadanización de la campaña. Gran parte de la sociedad civil se ha organizado y rebelado ante este hecho. Artistas que convocan a cantar A redoblar, futbolistas y deportistas en general que difunden una carta en apoyo a Martínez, médicos, comunicadores, estudiantes, trabajadores y un largo etcétera que llaman a movilizarse y que buscan mantener la tradición: que Uruguay siga siendo un país sin delfines.
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