Entrevista a Montxo Armendariz
Montxo Armendáriz no necesita presentación. Quien no lo conozca a él personalmente, seguro que conoce alguna de sus muchas películas que son parte de él, de su forma de ver y entender el ser humano y su entorno, a veces, hostil. En todas ellas, desde las primeras hasta las últimas prima la protesta social. Se requiere una especial sensibilidad a la hora de ver el mundo para destapar las injusticias que nos rodean en el día al día. Pareciera que el común de los mortales se ha vuelto inmune ante la proliferación de las mismas siempre que no le afecten a él mismo. Inmune y ciego. Por tanto, es bueno que haya tuertos y hasta seres humanos que todavía puedan ver con dos ojos y puedan plasmar las injusticias que se repiten a lo largo de la historia en una cinta. Recordemos «Las cartas de Alou» de 1990 de triste actualidad con la crisis de los manteros.
Biografía singular
- Usted nace en un pequeño pueblo de Navarra donde no se habla euskera pero se respira ambiente euskaldun porque a pocos kilómetros se habla esta lengua milenaria. ¿Considera que el euskera ha acuñado algunos matices de su personalidad?
Nací en Olleta, un pueblo de apenas 40 casas perdido en la zona media de Navarra, en la Valdorba. Una zona árida, aislada del mundo, donde en aquel tiempo no llegaba la luz, ni el agua corriente, ni los coches, ni mucho menos el euskera. A los seis años mis padres emigraron a Iruña buscando trabajo y fue en esa ciudad – cuando ya rondaba los 18 años, y al calor de las reivindicaciones sociales y políticas contra la dictadura franquista de finales de los 60–, cuando el euskera y la cultura vasca aparecieron en mi vida. Y ya se quedaron conmigo para siempre. Al igual que el emotivo poema de Urbeltz, “Baldorba”, al que Benito Lertxundi pondría voz y música a finales de los años 90, inmortalizando esta inhóspita tierra.
- Se lo pregunto porque Sapir & Whorf mantenían que la lengua que uno habla determina la forma de percibir el entorno y, en definitiva, de pensar del ser humano. Y yo me pregunto si eso de poner el verbo al final de la oración y todo lo más importante al final le convierte a uno en taciturno, tal vez, cartujo o cauteloso.
Sí, creo que la lengua materna determina nuestra forma de pensar. Y no solo porque es una parte fundamental de la cultura que recibimos, sino porque estructura desde que somos niños nuestro cerebro, organizando las conexiones neuronales de una determinada manera. Y eso, sin lugar a dudas, marca. En mi caso, el euskera no fue determinante, ya que no lo hablaba, pero sí el resto de la cultura vasca que me sirvió para contrarrestar la cultura nacional católica que había recibido y encontrar un nuevo sentido a lo que hacía.
- El espíritu contestatario, rebelde y reivindicativo de su entorno social vasconavarro que, por norma, no acepta ninguna imposición más allá de aquellas que le dicta la propia conciencia, pareció hacerle mella. En las postrimerías de una manifestación lo detienen y pasa un mes en la cárcel. No trascendió a los medios de comunicación ¿Fue este el detonante para dedicarse por completo a contar historias con una cámara?
El detonante había surgido mucho antes, en la adolescencia, cuando el cine era para mí una ventana abierta al mundo a través de la cual podía conocer otras vidas, otras gentes. Pero para una familia de clase obrera como la mía, en aquellos años, era impensable que su hijo se dedicara al cine. Así que estudié Formación Profesional en la rama de Electrónica y, mientras, seguía alimentando mi cinefilia a través de los cineclubs y de las salas de arte y ensayo que había en Iruña. Durante esos años de cinefilia descubrí a Rossellini y una de sus obras maestras, “Roma citta aperta”, que marcó un punto de inflexión en mi relación con el cine. A través de esa película y del Neorrealismo Italiano comprendí que el cine también servía para reflejar la realidad en que vivíamos. Así que decidí comprarme una cámara de Super 8 y ponerme a rodar lo que sucedía a mi alrededor. Ese fue el verdadero detonante que me llevaría, años más tarde, a contar historias con imágenes.
Contar historias
- En Euskal Herria todavía seguimos contando historias porque seguimos estando organizados de forma tribal y cultivamos amistades todos los días y tejemos enemistades por nuestra tozudez innata. Seguimos yendo al txoko, tenemos proyectos de auzolan a mansalva, cantamos en coros etc. Y nos enteramos de lo que pasa a nuestro alrededor porque la gente común cuenta historias. Me pregunto si esa dinámica social en la que está inmerso es la que le da a usted ideas para contar historias singulares.
En gran parte sí. Las ideas surgen del contacto con la realidad, de lo que vivimos. Al menos en mi caso. Y tanto las amistades como la dinámica social son el germen de donde nacen mis historias. Necesito que algo me apasione o provoque para que sienta la necesidad de compartirlo con otra gente, con los espectadores, a través de la pantalla.
- Con la irrupción de las redes sociales, los jóvenes tienen menos contactos sociales y cuentan menos historias o se las cuenta a alguien anónimo desde un teclado. ¿Se sincera más la gente cuando intercambia intimidades con interlocutores anónimos? ¿O son una especie de one-night-stand que centrifuga a la gente en la espiral de la soledad?
Creo que ambas cosas. Por un lado, las redes están desarrollando un nuevo tipo de relaciones: más anónimas, menos físicas, lo cual favorece en muchos casos el intercambio de intimidades. Pero por otro lado, también favorece el aislacionismo, la soledad, proyectando una imagen distorsionada de la amistad y las relaciones afectivas.
- Me acuerdo de José Castillo que fue de caserío en caserío para hacer un compendio de recetas de las abuelas. ¿Cómo se entera usted del estado de ánimo y de las preocupaciones del común de los mortales que son la materia prima de sus historias? ¿Se entera por terceros o de primera mano? ¿Qué papel desempeña la casualidad en la búsqueda de esa materia prima? ¿Es como salir a recoger perretxikos?
Me gusta el símil de la imagen recogiendo perretxikos, porque tiene bastante que ver con la búsqueda de historias. Uno nunca sabe dónde está la historia que te va a atrapar, la historia que te empuja a transformarla en imágenes para compartirla con los demás. Al igual que no sabes dónde están los mejores perretxikios. Unas veces los encuentras en las zonas más sombrías y ocultas, otras en zonas abiertas y soleadas. De la misma forma, para encontrar una historia tienes que estar atento, con todos los sentidos abiertos, porque cualquier comentario, cualquier noticia, cualquier imagen, incluso cualquier gesto, puede ser el detonante que ponga en marcha una historia.
Hacer cine de calidad
- La irrupción de las redes sociales ha cambiado la forma de consumir cine e incluso de hacerlo. Cualquiera puede hacer una película y colgarla en youtube. ¿En qué se diferencia el cine que aborda los temas que preocupan al ser humano y las grabaciones testimoniales que hace cualquier youtuber con anécdotas mejor o peor hilvanadas?
Las redes han propiciado nuevas formas de expresión y comunicación audiovisual. Han puesto al alcance de cualquier ciudadano la posibilidad de contar historias con imágenes y sonidos. Y con ello, han democratizado su uso, reservado hasta hace menos de veinte años a profesionales del medio. Eso es algo positivo, equiparable a cuando la alfabetización logró que la escritura no fuera privilegio de unos pocos, sino la forma de expresión y comunicación humana por excelencia, junto al lenguaje oral. Pero de la misma forma que aunque todo el mundo sepa escribir, no todos son escritores, no todo aquel o aquella que graba y comparte imágenes es capaz de contar una historia que emocione, que transcienda. Se requiere, al igual que con la escritura, que aquello que se cuenta empatice con la esencia de la condición humana, con sus sueños, sus ambiciones, sus debilidades o su afán de inmortalidad. En este sentido, es el fondo de lo que se cuenta, y no la forma, lo que hace que algo permanezca y no sea consumo de un instante.
- La interacción del individuo con su entorno social o natural es la constante que define toda su trayectoria cinematográfica. ¿Se conforma usted con que la gente pague la entrada y vea la película o desea en lo más recóndito de su corazón que los espectadores reflexionen sobre la forma de abordar los retos sociales a los que se enfrentan?
Prefiero las dos, que pague la entrada y que reflexione J. La primera es necesaria para poder seguir haciendo cine, ya que en esta sociedad basada en el consumo, uno vale tanto como la recaudación de su última película. Y la segunda porque me gusta que el espectador sea cómplice de lo que cuento, se implique en la historia, y que le sirva para un mejor conocimiento de nuestra realidad.
- ¿Cuánto de protesta social hay en el mensaje que urde usted en sus películas?
Creo que todas las películas son políticas. Toda imagen y todo sonido conlleva una carga ideológica. Unas veces de forma consciente y explícita, otras por omisión o tergiversación de lo que representan. En mis películas me interesa la peripecia humana de los personajes, su lucha por una forma de vida, por la supervivencia, o por conseguir un sueño. Y en las películas no me gustan, al igual que en la vida, los panfletos ni las directrices, sino que sirvan para educar y reflexionar.
Gustar al público
- Si un cineasta no vende, algún día dejará de hacer cine si, de verdad, vive de hacer cine. O, tal vez, se prostituirá faltando a sus principios. ¿Ha conocido a cineastas a la vez exitosos y conocidos por su cine de chascarrillos pero frustrados por no llegar al gran público con sus cintas con mensajes sublimes?
Sin lugar a dudas los hay, y también al contrario: cineastas que venderían sus mensajes subliminales por un buen plato de euros que los colocase en cabeza de las listas de recaudación. Como dice un buen amigo, también director de cine, “no hacemos las películas que queremos sino las que sabemos hacer, y el truco consiste en que no nos descubran”
- El cine es ficción y los consumidores de cine creen que la censura no existe en el séptimo arte. Pero ¿existe algún tipo de censura oculta que se ha de tomar en cuenta cuando se planea un proyecto cinematográfico?
La censura tiene muchas caras. No solo existe la censura que reprime y encarcela, propia de los regímenes totalitarios. Existe otra censura mucho más sutil, más personal, que impregna nuestra forma de vida y cultura: la que uno mismo se crea para satisfacer la demanda del mercado, para ser políticamente correcto, para respetar los valores que están de moda, para ser famoso, para ganar dinero, etc. Son muchos los servilismos que arrastramos y que de forma consciente o inconsciente condicionan el trabajo creativo, al igual que condicionan nuestro comportamiento y actuación en la vida corriente. Además, estamos viviendo una época en que, incluso en los llamados países democráticos como el nuestro, se multa y se encarcela a raperos, titiriteros y tuiteros por expresar opiniones que no les gustan o les ofenden a la realeza, a los sentimientos religiosos o a determinadas ideologías políticas.
- ¿Qué opina de Gran Hermano? Tiene mucha audiencia.
Programas de este tipo, y no es el único, ponen de manifiesto el éxito que la divulgación de la ideología neoliberal –basada en el individualismo y la competencia– tiene en un medio tan importante social y culturalmente como la televisión. Su receta es sencilla y clara: cualquier persona, si se vende, si renuncia a su intimidad, puede conseguir fama y dinero fácilmente. Y todas las personas que le rodean son adversarios a batir, no importa cómo, con tal de conseguir ese objetivo. La deshumanización, competitividad, falta de ética y carencia total de sentimientos –aunque lloren y rían mucho– que generan este tipo de programas en la sociedad es preocupante. Porque solo se valora lo material, el éxito y el dinero conseguido, sin importar cómo lo consigues. Y la audiencia se va impregnando de estos valores bajo las engañosas etiquetas del entretenimiento y la popularidad.
La financiación de los proyectos
- Hasta hace muy poco tiempo, los cineastas y otros artistas se podían presentar a concursos públicos para financiar sus proyectos. Me consta que también en este ámbito había mucha corrupción y concursos amañados por intereses ajenos a la calidad de los proyectos que se presentaban. ¿Qué le parece la opción del micromecenazgo para financiar películas tal y como lo hicieron los directores de “B, la película”?
Cualquier sistema legal que se utilice para financiar una película me parece correcto: venta de derechos a televisiones, ayudas de organismos públicos y privados, o crowdfunding. Cuando tienes un proyecto lo que quieres es sacarlo adelante y buscas dinero hasta debajo de las piedras. Pero en estos momentos la financiación no es el único problema a solventar. La distribución –sobre todo en salas comerciales que están mayoritariamente en manos de multinacionales– es un escollo que imposibilita en bastantes casos el visionado de trabajos audiovisuales que han conseguido salir adelante. Afortunadamente, cada día hay más distribuidoras alternativas y portales de internet a través de los cuales se pueden ver magníficas películas que no circulan por los circuitos más comerciales.
- ¿Hay temas o enfoques sobre determinados temas sobre los que usted sabe a ciencia cierta que no saldrían adelante en un concurso público del Ministerio de Cultura?
Sin lugar a dudas, pero el problema no es el Ministerio de Cultura o las ayudas de organismos oficiales, sino el modelo de cultura que tenemos. La dificultad de abordar determinados temas no es exclusiva del cine. La historia está llena de escritores malditos que fueron defenestrados en su día porque sus propuestas atentaban contra la moral o la ideología dominante. En todas las sociedades ha habido, y hay, temas, enfoques o informaciones de los cuales no se habla. Porque en el fondo, desestabilizan o atacan los intereses de quienes detentan el poder económico. En eso no hemos avanzado mucho. Esta es la verdadera causa de esa imposibilidad o dificultad para abordar ciertos temas. Es parte de esa censura sutil de la que hablaba antes, una censura enraizada en lo más profundo de nuestra cultura, que nos mantiene sumisos a los dictados y normas del momento que nos ha tocado vivir. Aunque menos mal, que siempre encontraremos personas capaces de romper los moldes y poner en tela de juicio los valores de una determinada sociedad.
- ¿Funciona el modelo de cooperativa en el negocio cinematográfico?
Puede funcionar de forma puntual, pero no como una forma de producción generalizada. Y no solo por la dificultad de establecer un sistema cooperativo de producción en una sociedad como la nuestra, sino también porque nuestra profesión tiene un gran componente de egocentrismo, de popularidad y éxito, y todo eso es muy complicado de gestionar y compartir en un sistema cooperativo. Tenemos casos recientes y muy conocidos a nivel internacional de este tipo de desencuentros.
El doblaje
- En el doblaje se pierden muchos matices que transporta una lengua en concreto. Quizás se transmite el mensaje o la moraleja, pero se pierden las ambigüedades y las polisemias, en definitiva, toda la riqueza en connotación de las palabras. Se pierde, en definitiva, la chispa. Como conocedor de los laberintos de significado de las palabras, ¿introduce usted alguna redundancia visual para compensar la pérdida de información cuando se dobla la película o deja usted al pobre traductor de japonés solo ante el peligro?
Pues la verdad es que lo dejo solo ante el peligro. Soy consciente de la dificultad de plasmar toda la riqueza lingüística en un sencillo y breve subtítulo, pero entiendo que lo mismo pasará con otras lenguas incomprensibles para mí como el japonés y, aún así, la sonoridad, ritmo y acentuación de esa lengua enigmática me transmiten mucha más emoción y entendimiento que si estuviera doblada. Así que espero que a ellos les pase lo mismo.
- ¿Versión original con subtítulos o doblaje? ¿Qué prefiere usted?
Sin dudarlo versión original con subtítulos. Respeto y admiro el trabajo de muchas personas que se dedican al doblaje y que hacen un auténtico ejercicio de interpretación para transmitir la emoción y vivencias de los personajes, pero si puedo elegir, siempre prefiero la versión original con subtítulos.
- ¿Cuándo van a aprender a hablar de forma natural los actores de doblaje?
Jajaja, creo que todavía quedan vicios del pasado franquista, que utilizó el doblaje como arma ideológica y exigía que fuera ejecutado en un castellano perfecto. Además, eran voces de gran riqueza armónica, llenas de inflexiones, que resaltaban el carácter varonil o femenino de los personajes sin tener en cuenta la complexión física ni la propia voz de los intérpretes. Sin embargo, actualmente, en las nuevas escuelas de doblaje se están introduciendo acentos y matices más cotidianos, más cercanos a la gente de la calle, que tienen en cuenta además el timbre del actor o actriz al que doblan.
Los premios
Usted ha sido premiado en innumerables ocasiones a nivel nacional e internacional.
- ¿Qué es para usted más reconfortante, el premio y la visibilidad internacional o el hecho de que entre en un bar de un pueblo pequeño y descubra que la gente habla de su película?
Hoy día las dos cosas van muy unidas, porque en la medida que alguien obtiene reconocimiento y visibilidad internacional, los medios se encargan de difundirlo y darlo a conocer en todo el mundo. Es difícil que en una sociedad como la nuestra si los medios no difunden las excelencias de una película se hable de ella en un lugar recóndito. Lo que habría que analizar es el valor o prestigio de los premios y si estos responden a la calidad de una película o a otros intereses. En cualquier caso, con independencia de lo anterior, si entro en el bar de un pequeño pueblo y escucho a la gente hablar de una de mis películas, la satisfacción que sentiría sería enorme y les invitaría a tomar unos tragos para celebrarlo J
- España adolece de titulitis y medallitis, males que se merecen la etiqueta de epidemia en estos momentos. ¿Qué diferencia existe entre un premio cinematográfico a nivel internacional y una condecoración, por ejemplo, de la Guardia Civil a la jueza Lamela o a la Virgen del Pilar? Ambos distintivos se sitúan en el tercio más alto de lo que son las condecoraciones.
La diferencia está en los valores éticos de quienes conceden el reconocimiento. Porque un premio o condecoración es siempre algo subjetivo, pero el jurado, entidad u organismo que lo concede, lo hace en función de unos criterios que conllevan una valoración personal y por lo tanto, no desprovista de ideología. Y ahí reside la diferencia, en la carga ideología y los valores éticos de quienes conceden el reconocimiento.
Pregunta íntima
- ¿Qué diagnóstico hace de una sociedad que ve cómo el sr. Pastrana dice en televisión con una mueca humillante en las comisuras de los labios que los vascos “cantaban” cuando les torturaba y la ciudadanía española calla ante este testimonio? ¿Qué refleja este silencio en clave de solidaridad? ¿Se puede recorrer juntos un camino con personas que no son solidarias?
Cuando un ex guardia civil como Manuel Pastrana hace este tipo de afirmaciones, y otras como “alguien tenía que hacerlo y me tocó a mí” o “no vas a invitar a un café a un detenido, hay que sacarle todo como sea” con el fin de justificar la guerra sucia contra ETA, está confirmando –con el beneplácito del poder político–, que el fin justifica los medios. Y este tipo de comportamientos son la negación del sistema democrático y ponen de manifiesto lo poco que hemos avanzado en este sentido. La violencia y el ojo por ojo no son la respuesta más adecuada si queremos construir una sociedad más justa e igualitaria. Y en este sentido, la ausencia de solidaridad, es otra muestra más del individualismo exacerbado al que nos conducen las ideas neoliberales que predominan hoy en día. Y queramos o no, tenemos que recorrer el camino con las personas que tenemos a nuestro lado, aunque no sean solidarias. Otra cosa es aceptar el camino que ellas marcan o defender y pelear por el nuestro.
Admiro a Montxo Armendariz por su talento como cineasta, pero sobre todo por su bonhomía y compromiso, cualidades poco corrientes hoy en día.
Te respeto y admiro primero por tu compromiso social,!! y sin duda por tu talento artístico.