Germán Gorraiz | La desertización bancaria de la montaña navarra
La Montaña navarra sería un desierto demográfico con una densidad poblacional de 3,8 habitantes km2 ( a años luz de la media de Navarra situada en 68,1 habitantes km2) y el 6,3% de dicha población sería de avanzada edad, con lo que la Montaña navarra sería además un inmenso «geriátrico al aire libre».
Por otra parte, la doctrina de la Banca de optimizar recursos les habría llevado a prejubilar a miles de trabajadores y al cierre de incontables sucursales. Así, según el Índice de Vulnerabilidad en el Acceso al Efectivo (IVAE), algo más de 36.300 personas, (cerca del 5,5% de la población de Navarra), se encontraría en «situación vulnerable» respecto al acceso tradicional al efectivo y la mayoría viviría en la llamada Laponia navarra, que abarcaría desde las Amézkoas hasta el valle del Roncal, incluyendo Urbasa, Andia, Quinto Real, Arce, Aezkoa y Salazar.
Así, en Navarra desde el 2008 se habrían cerrado el 41% de la red de sucursales, con lo que cerca de 42.000 personas de 145 municipios habrían sido condenados a un limbo digital, pues el 6,3% serían de avanzada edad y analfabetos digitales que deberán recorrer más de 20 km para realizar sus gestiones y recurrir a terceras personas para utilizar los cajeros automáticos, con especial incidencia en los citados valles por su especial orografía y el peligro añadido de la viabilidad invernal.
En consecuencia, se antoja urgente e imprescindible la intervención del Gobierno de Chivite para exigir a las entidades bancarias la instalación de cajeros automáticos en las localidades de la Montaña sin sucursal bancaria y así facilitar el acceso al dinero en efectivo a la población de edad avanzada de la llamada Laponia navarra.