Catalina de Erauso | El botín de guerra
Cuando se enfrentan los apologetas del islam a preguntas incómodas sobre su presente y pasado bélico, repiten al unísono que el islam es la religión de la paz porque la palabra islam significa paz. En una entrega anterior, se ha explicado que islam significa sumisión y no paz. Pero si el islam fuese la religión de la paz, ¿por qué habría de incluir la religión de la paz una azora dedicada exclusivamente al botín? La palabra botín implica guerra y soldados o mercenarios. Veamos el contexto en el que fue revelada la azora del botín.
La azora número 8 lleva por título “el botín” y se refiere al botín de guerra con motivo de la batalla de Badr. Según el relato islámico que se puede consultar en la traducción de Bahige Mulla Huech, casi todos los versículos de la azora del botín fueron revelados con motivo de esa batalla. En el segundo año de la Hégira o Héjira (allá por el 624 d.C.), Mohamed hizo correr la voz de que quería asaltar una caravana cargada de riquezas proveniente de Siria dirección Meca que había de pasar por Medina, cuando el jefe de la caravana se enteró, reclutó mil hombres paganos en Meca para defenderse de Mohamed. Los hombres paganos estaban esperando en Badr mientras la caravana cambió de ruta circunvalando Medina. A pesar de ser el ejército de Meca mucho más numeroso, Mohamed ganó la batalla a los mequíes con la ayuda de Alá, según el relato islámico. Después de esta batalla, pasó de ser un donnadie a ser un líder político y militar respetado. Cuando terminó la batalla, Mohamed recibió la revelación del botín que se abordará más adelante.
Esta batalla tuvo mucho eco y la expectativa de lograr botín, fue el detonante de que muchos árabes se unieran a la nueva ideología. De todo lo que se conoce en el relato islámico, en ningún momento barajó Mohamed la idea de convencer a los mequíes todavía paganos para que se convirtieran al islam, su objetivo era vencerlos porque se oponían a la nueva ideología. Numerosos hadices recogen el dicho auténtico de Mohamed “la guerra es engaño” Al-Bujari 3030, tomo 56, Hadiz 237, Vol. 4, tomo 52, Hadiz 269. ¿Cómo puede un profeta enviado por Dios recurrir al engaño y a la guerra para atraer fieles a la «religión de la paz»? Resulta sorprendente que el máximo exponente del bien -Dios- invite a esos comportamientos. No se nos olvide que Mohamed practicó el engaño y esto otorga legitimidad a este comportamiento por el mero hecho de que él lo practicase. Es sunna y, por lo tanto, un ejemplo a seguir para todos los creyentes.
La guerra por la causa de Alá es una orden a cumplir por todos aquellos que se denominan creyentes. La orden la da el Corán en numerosas aleyas, Alá exhorta a Mohamed (8:65) a invitar a los fieles a combatir y es doblemente relevante porque Mohamed la recomendó y practicó la guerra. ¿Pero cuál es la causa de Alá? La causa de Alá es rezar, pagar limosna, obedecer sus órdenes e implicarse en la islamización de todos los habitantes de la tierra, bien sea participando activamente en la guerra santa o financiándola con dinero. Numerosos hadices dan cuenta de las vicisitudes de esta batalla, como el hadiz 45 del volumen 4, tomo 52 de Muwatta del imam Malik (Medina ca. 711-795). Después de la batalla de Badr debatían Umar ibn Khatab y Abu Bakr sobre el trato a dar a los prisioneros mequíes. Mientras Abu Bakr estaba a favor de pedir un rescate de dinero a cambio de su libertad, Umar ibn Khatab propuso que debían ser ejecutados. Lo recoge la exégesis del versículo 8:67 de Al-Tabari. Ibn Khatab era oriundo de la tribu coraixí mequí como Mohamed y fue al principio un efervescente opositor de Mohamed.
El premio a los que se adhieren a la causa de Alá es el paraíso y también el botín de guerra si se participa en batallas. Veamos las fuentes islámicas que avalan esto.
Narró Abu Said Al-Khudri: Alguien preguntó: «¡Oh Apóstol de Alá! ¿Quién es el mejor entre la gente?» El Apóstol de Alá respondió: «Un creyente que se esfuerza al máximo en la Causa de Alá con su vida y propiedad«. Muwatta Malik, Volumen 4, tomo 52, hadiz 45.
Los hadices dan cuenta de hombres árabes que se unieron al islam incipiente ante las expectativas de lograr premios. Lo que les movió a adherirse a ese grupo de personas no fue la fe religiosa sino el enriquecimiento rápido.
“Un hombre cuyo rostro estaba cubierto con una máscara de hierro (es decir, vestido con una armadura) se acercó al Profeta y le dijo: «¡Oh Apóstol de Alá! ¿Debería pelear o abrazar el Islam primero?» El Profeta dijo: «Acepta el Islam primero y luego pelea«. Así que abrazó el Islam y fue martirizado. El Apóstol de Alá dijo: Un poco de trabajo, pero una gran recompensa. «(Hizo muy poco (después de abrazar el Islam), pero será recompensado en abundancia)». Hadiz 2808, tomo 56 hadiz 24. (volumen 4, libro 52, hadiz 24)”
Este relato no deja ni un ápice de duda sobre el escaso valor de la vida terrenal. A los creyentes se les inocula que lo más valioso es la vida después de la muerte. Los creyentes aspiran a lograr vida eterna en el paraíso. Quien luche mucho o poco y dé su vida por el islam, recibe un premio en el paraíso. El relato islámico afirma que los que mueren en batalla van al paraíso y Alá les perdona todos sus pecados. Mohamed no pierde ni un segundo en explicar las bondades del islam a un hombre que le hace una pregunta para convencerlo por la palabra, sino que le invita a unirse a la guerra después de abrazar el islam. Mohamed tampoco le pregunta por qué quiere luchar. Cae, poco después, en campo de batalla y Mohamed ensalza que con un mínimo esfuerzo logró el paraíso, el bien más preciado en el islam. El relato no incluye ni si al caído le explicó los fundamentos del islam ni cómo se los explicó Mohamed. No sabemos en base a qué relato, el caído aceptó el islam. A día de hoy, uno se convierte en musulmán recitando que “existe un solo dios y Mohamed es su profeta”. Quien rechaza a Mohamed como profeta, es considerado infiel o kuffar. Algo parecido debía pasar en el siglo VII.
El camino de Alá implica que el creyente ha de luchar hasta que todos los seres humanos sean musulmanes. Islamizar significa invitar a las personas que no conocen esa ideología a aceptarla, si se oponen a hacerlo, los musulmanes pueden optar por usar la violencia contra ellos e incluso culminar su exterminio. Como se verá más adelante, tanto la violencia como el exterminio vienen avalados en numerosos hadices. Ya el Corán señala quienes son los objetivos de la islamización. Son los judíos, cristianos, ateos, apóstatas y politeístas. Por tanto, no sorprende que haya todo un relato derogatorio del enemigo tanto en el Corán como en los hadices. Recordemos siempre que leamos azoras que, según el relato islámico, es la voz directa de Alá por mediación del ángel Gabriel. Por lo tanto, se ha de luchar contra todos aquellos que no crean en Alá y/o rechazen a Mohamed como profeta.
Quien describiese a un grupo religioso tal y como hacen Corán y hadices con los infieles, podría a día de hoy ser acusado de delito de odio. El Corán contiene innumerables relatos deslegitimando, deshumanizando y criminalizando a todos ellos. Al mismo tiempo, un buen número de azoras narra la superioridad de Alá tanto en fuerza como en inteligencia que será la que ayude a los creyentes a vencer y subyugar a los infieles. Se cuentan 25 órdenes de asesinato de infieles en el corán.
Los entresijos históricos del botín de guerra serán explicados en el próximo artículo.
No olvide leer las fuentes para formarse su propia opinión.
Bibliografía
Tafser al-Tabari (en árabe)
Abu Bakr Muhammad ibn Jafar Narshakhi (or Narshaki) (aprox. 899–959) The history of Bukhara.
Hartmann, Martin (1909), Der Islam. Leipzig.
Kister, M.J. (1986), The Massacre of Banu Qurayza, a reexamination of a tradition. Jerusalem Studies in Arabic andIslam 8 (1986): 61-96.
Shihabuddin Abu al-‘Abbas Ahmad ibn an-Naqib al-Misri (1302–1367), The Reliance of the Traveller. Libro insignia de la jurisprudencia Shaafi.
Abd Ar Rahman bin Muhammed ibn Khaldun, The muqaddimah. Traducción de Franz Rosenthal
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