Germán Gorraiz | ¿Ruido de sables en Brasil?
Dado el previsible triunfo del candidato izquierdista Lula da Silva en los próximo comicios de octubre, EEUU habría empezado a mover sus tentáculos para evitarlo por lo que no sería descartable un atentado contra Lula y un posterior Golpe Militar.
Bolsonaro y la herencia trumpiana
El ideario de Bolsonaro incluyó los puntos esenciales del ideario trumpista: Maniqueísmo, uso de las fake news, culto al líder y finiquito de lo «políticamente correcto». Así, el pensamiento de Bolsonaro sería rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción y sufre de un delirio de grandeza que provoca que «el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión»(Derrotar al Socialismo). Asimismo poseería un ADN dotado de la triple enzima trumpista (autocracia,instauración del paraíso neoliberal y retorno al «pensamiento único heteropatriarcal») y perseguiría la instauración de un sistema autocrático, forma de gobierno ejercida por una sola persona.
Los sistemas autocráticos (gobiernos de facto), serían pues una especie de dictaduras invisibles sustentados en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas) y represión social (promulgación de Decretos-Leyes que rozarían la constitucionalidad pero que quedarán revestidos por el barniz democratizador del Tribunal Constitucional), síntomas evidentes de la deriva totalitaria a la que se enfrenta Brasil si continúa Bolsonaro en el Poder.
Su paranoia se habría agravado al verse afectado por el llamado«síndrome de hybris» citado por el médico y político inglés David Owenen su obra «The Hybris Syndrome: Bush, Blair ant the Intoxication of Power», término que procede de la palabra griega «hybris» y que significa desmesura y otro rasgo de su personalidad sería el histrionismo que le impele a «llamar la atención pública y ser temerario en sus afirmaciones sin importarle la opinión de los demás debido a su evidente falta de moralidad». Así, la frivolización del coronavirus por parte de Bolsonaro (el coronavirus es una gripecilla) así como su negativa a adoptar medidas quirúrgicas en los principales focos de transmisión del coronavirus de Brasil, derivó en una auténtica pesadilla con sus consiguientes efectos colaterales en forma de reguero de contagios, de muertos, colapso de los servicios médicos, paralización de la actividad productiva y entrada en recesión de la economía. Sin embargo, ante este panorama dantesco, Bolsonaro se encomendó a las deidades al afirmar que «sólo Dios me sacará de la silla presidencial», pues es sabedor de que si triunfa Lula, quedará abandonado a su suerte y a merced de los futuros procesos judiciales que le aguardan.
¿Ruido de sables en Brasil?
Como en el caso de Trump, la propaganda de Bolsonaro estará dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta y su estrategia electoral se basará en el lema de Trump (Ley y Orden) y en la defensa a ultranza del neoliberalismo fascista como último reducto de las libertades individuales frente al «Estado Totalitario Socialista de Lula». Sin embargo, es previsible un claro triunfo del candidato izquierdista Lula da Silva en los próximos comicios de octubre por lo que EEUU habría empezado a mover sus tentáculos para evitarlo. Así, no sería descartable un atentado contra Lula y un posterior Golpe Militar que implementará una severa represión contra los partidos izquierdistas y que se ensañará de manera especial con el Partido Comunista (PCdoB) y el Partido Socialista (PSB). Asimismo, los planes de EEUU incluirían la salida de Brasil de los BRICS y empezar a gravitar en los anillos orbitales de la estructura económica y comercial diseñada por EE.UU. (Alianza del Pacífico) con el objetivo inequívoco de desalojar a China de los circuitos comerciales de América Latina.
Brasil forma parte de los llamados países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y aunque se descarta que dichos países forman una alianza política como la UE o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), dichos países tienen el potencial de formar un bloque económico con un estatus mayor que del actual G-8 (se estima que en el horizonte del 2050 tendrán más del 40% de la población mundial y un PIB combinado de 34.951 Billones de $) y que podría ver aumentada su influencia con la entrada de Turquía e Irán en un club que para EEUU sería el caballo de Troya de Rusia y China en el llamado «patio trasero». Finalmente, podríamos asistir a la entrada de Brasil en la OTAN como «socio global» como ya hiciera en su día Colombia y en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente con el consiguiente aumento del peso específico de Brasil en la Geopolítica Mundial tras convertirse en el «nuevo gendarme neocon» en Sudamérica