Marcel Lhermitte | Alianzas de junio
Hay una cita que se reitera cada cierto tiempo –de la que muchos se adjudican la paternidad– que sentencia que las derechas se juntan por intereses y las izquierdas se separan por las ideas. Más allá de matices y, personalmente, no compartir lo absoluto y universal de esta idea, sirve como ejercicio de reflexión y puntapié inicial para analizar las alianzas de junio.
Más allá de estar de acuerdo con la frase, no resulta un secreto para nadie las grandes dificultades que tienen las izquierdas del continente, y del mundo entero, en lograr establecer alianzas políticas que perduren en el tiempo, incluso resulta engorroso concertar coaliciones electorales que, muchas veces, son tan efímeras como el lapso en que transcurre la misma campaña electoral.
Quizás por eso, el caso del Frente Amplio uruguayo, con sus particularidades y sus falencias, ha sido análisis de estudio de muchos partidos, que incluso llevó a que se crearan “frente amplios” en varios países del mundo.
Años atrás, el líder de la izquierda francesa Jean-Luc Mélenchon, hablaba del nuevo paradigma de la izquierda mundial, y convocaba a no concentrarse en Europa, sino a observar las experiencias que se daban en América Latina, en el período se denominó la primera ola progresista del continente. Allí, para crear el modelo ideal, el actual senador de la Francia Insumisa, hacía una receta propia, tomando experiencias, como si fueran ingredientes, de las distintas naciones y se detenía en la coalición de izquierdas uruguayas para subrayar que ahí estaba el paradigma de partido político al que deberían apostar los nuevos progresismos.
La iniciativa de coaliciones de ideología progresistas, en teoría buena, pero fue poco llevada a la práctica, al punto que, en los últimos años, muchos gobiernos latinoamericanos podrían haber sido de otro signo ideológico si se hubiera aprendido la lección.
Por el contrario, las que sí lograron coaliciones electorales exitosas electoralmente fueron algunas derechas. En el caso uruguayo el actual presidente Luis Lacalle Pou lidera una coalición multicolor en donde se aglutina desde la extrema derecha de Cabildo Abierto hasta el centro del Partido Independiente, pasando entre medio por los dos partidos más viejos del país, el Partido Nacional y el Partido Colorado.
También en Colombia las derechas buscan unirse –tal como aconteció en la última elección presidencial– con el único objetivo de que no se consagre el triunfo de Gustavo Petro, que significaría para el país cafetero que, por primera vez en su historia, se erigiera un gobierno nacional de izquierda. En este caso las derechas, y también algunos actores políticos de centro, buscan una forzada alianza que logre mantener el conservadurismo en la administración central.
Y así llegamos a este junio electoral en donde casi seguramente se celebrarán cuatro procesos electorales: el balotaje de las presidenciales colombianas, elecciones locales en México, las legislativas francesas y el parlamento andaluz.
Seguramente no haya un ganador en la primera vuelta de las elecciones colombianas del 29 de mayo, y en caso contrario, las encuestas dicen que el presidente electo sería Petro. Si se confirma el balotaje, para el 19 de junio, el escenario más probable sería dirimir la jefatura de Estado entre el líder de la izquierda y Fico Gutiérrez, candidato de las fuerzas conservadoras, que sin duda conformarán una alianza con el objetivo de derrotar a Petro; en cambio, es una incógnita cómo actuarán las fuerzas de centro y centroizquierda que no acompañan actualmente al candidato de la Colombia Humana. En la conformación de las alianzas en segunda vuelta radicará una de las llaves de la elección.
Unos días antes, el 5 de junio, habrá seis elecciones estatales en México. Las encuestas marcan un favoritismo de Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero los principales partidos de la oposición, el PRI, el PAN y el PRD, conformaron alianzas de talante conservador para enfrentar al progresismo mexicano.
Cruzando el océano, el 12 y 19 de junio –primera vuelta y eventual balotaje, en caso de ser necesario– se celebrarán las elecciones legislativas en Francia. Para esta ocasión, en forma histórica, Mélenchon logró conformar una coalición de las fuerzas progresistas, integrada por la Francia Insumisa, que es el grupo mayoritario electoralmente, el Partido Verde Ecologista, el Partido Comunista, el alicaído Partido Socialista, el Partido de Izquierda y otros grupos pequeños.
La novel coalición, denominada Nueva Unión Popular Ecologista y Social, surge con el objetivo de cortar el avance de las extremas derechas del país y de ponerle un freno a las políticas conservadoras del presidente Macron, sumado a una agenda ecologista, popular y defensora de los derechos de los trabajadores.
La cargada fecha del 19 de junio también tendrá otro mojón en España, cuando se vote el nuevo parlamento andaluz. Recordemos que, en esta elección, en 2018, fue cuando se hizo visible el fenómeno de la ultraderecha de Vox, al obtener una docena de escaños.
Las elecciones andaluzas será la primera presentación pública de la coalición Por Andalucía, conformada por partidos que se posicionan ideológicamente a la izquierda del PSOE. El nuevo grupo aglutina a Podemos, Izquierda Unida, Más País, Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz, pero no así Adelante Andalucía, de Teresa Rodríguez. No todo el progresismo se encuentra bajo la misma grifa.
Será una primera experiencia de la iniciativa que promueve la vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz: la creación de un frente amplio español, aunque el proyecto andaluz aún se encuentre lejos aún de lo que pretende quien también es ministra de Trabajo. Mucho –y en poco tiempo– deberá escuchar, dialogar y articular para construir un colectivo de izquierda que logre competir con posibilidades ciertas ante los poderosos PP y PSOE.
Junio será un mes de alianzas y una oportunidad para las fuerzas progresistas de hacer coaliciones, para trabajar en colectivo, por el bien de las ciudadanías, dejando de lado los intereses personales en pos de un diálogo que permita interpretar que los adversarios no están en sus filas, se encuentran en otra parte.