Marcel Lhermitte | La verdad en peligro de extinción
Como un típico uruguayo voy a empezar este texto valiéndome del fútbol para graficar una idea. Sucedió en el partido de clasificatorias al Mundial de Catar en el que se enfrentaron Uruguay y Perú. En los minutos de descuento, finalizando el match un centro al área uruguaya hace que el arquero retroceda y se introduzca en el arco con el balón en sus manos, pero con los brazos extendidos hacia afuera de la valla, con el objetivo que el balón no traspase la raya de gol. El VAR, la tecnología aplicada para este tipo de situaciones, verificó con sus herramientas que la pelota no entró totalmente al arco, por lo que se desestimó el tanto peruano.
Fin del partido, comienzo de la polémica. Desde Perú el presidente Castillo, los medios de comunicación y un sinfín de formadores de opinión afirmaron que fue gol y que habían sido despojados de un legítimo triunfo, desconociendo el uso de la tecnología prevista para estos fines; en cambio, desde Uruguay se apeló al argumento del VAR. Esta es una simple anécdota que dice mucho más de lo que vemos en primera instancia y que trasciende el fútbol.
Se le atribuye a Esquilo la frase “La verdad es la primera víctima de una guerra”, por más que luego hayan sido varios los que la han utilizado y parafraseado. Pero más allá de autorías, porque tampoco el dramaturgo griego patentó la sentencia, es importante el valor de su significado en un momento donde los enfrentamientos tampoco son exclusivos del belicismo entre naciones.
No es importante la verdad para quienes defienden una posición u otra en el ejemplo citado anteriormente, sino que lo valioso es el fin, es que el relato vaya de acuerdo con mis creencias y también con mis intereses, sean estos de cualquier índole.
La burda cita futbolística sirve para entender lo que sucede en otros escenarios, como por ejemplo el bélico con la actual invasión de Rusia a Ucrania, pero también para otros conflictos que no cuentan con la misma propaganda ni difusión mediática.
Toda guerra es injusta y no es intención de estos párrafos que vienen a continuación analizar quién tiene razón en este episodio, sino dar una mirada a la batalla propagandística.
Cuando se suscita una guerra entre naciones también se reproduce un enfrentamiento en el campo de batalla propagandístico y se trabaja en la instalación de un relato que subordine al del adversario. La verdad comienza a transformarse en una cuestión de perspectiva, cuya interpretación dependerá desde el lugar en que la observemos.
Tomando eso en cuenta es que comienzan a seleccionarse los trozos de realidad a los que tendremos acceso y junto a ello comienzan a definirse las censuras y las distintas técnicas que buscan que los pueblos se alineen masiva e ideológicamente detrás del pelotón que va a la batalla. El objetivo final no es otro que darnos la ventana desde la cual observaremos la porción de verdad que otros han decidido que es la correcta.
El objetivo de esa acción es que se busca que existe consenso, que haya total apoyo al poder socioeconómico y político que nos está enseñando el monstruo con el cual nos estamos enfrentando. Se trata de la construcción y personificación de un enemigo tangible (la guerra, la pandemia, etc.), que tal cual un chivo expiatorio será el único responsable que cargará las culpas por la mala situación coyuntural que nos toca vivir y quien pone en riesgo nuestra seguridad (política, social, económica, etc.).
Se harán ingentes esfuerzos para construir nuestra opinión ciudadana, que se realiza a través del esquema de cascada que hace medio siglo presentaba Karl Deutsch que comienza en el círculo más poderoso, la elite socioeconómica, para luego pasar por el sistema político y llegar al sistema mediático. Esa información posteriormente será abordada por los líderes de opinión y por último llegará “masticada” a la población.
Para los casos de crisis o conflictos internacionales no nos dirán específicamente qué es lo que debemos pensar, pero sí sobre qué y nos ofrecerán un encuadre único que tendrá determinados elementos previamente seleccionados, quien quiera acceder a otro será víctima de la condena social y estará obligado a someterse a la espiral del silencio sobre la que ha escrito la politóloga Elisabeth Noelle Neuman.
En política doméstica nos encontraremos con un escenario similar, pero en un sistema democrático sin la hegemonía absoluta del encuadre único y con al menos dos relatos antagónicos sostenidos con la opinión formada a partir de los mencionados juicios subjetivos.
Todo lo veremos del color del cristal que nos llegó desde la cascada de Deutsch, creeremos a determinados medios de comunicación y a un selecto grupo de líderes de opinión. No importarán las pruebas. Las negaremos. El raciocinio se dejará de lado para dar paso al fanatismo. Se agudizará la brecha y las posiciones entre quienes piensan diferente se alejarán cada vez más. Proliferarán las fake news y las avalaremos, siempre y cuando coincidan con nuestra opinión preconcebida o con nuestros intereses creados. La verdad estará en peligro de extinción.