Germán Gorraiz |¿Será la línea Donbass el nuevo Muro de Berlín?
La ex-república soviética de Ucrania tendría una población cercana a los 50 millones de habitantes y estaría marcada por el estigma del enfrentamiento crónico entre las tendencias filo y fobio rusas. La agudización de las tensiones latentes entre el oficialismo filo-ruso y la oposición filooccidental se desataron tras la decisión del gobierno ucraniano de «interrumpir los preparativos» de la firma de un acuerdo de asociación y libre comercio con la UE, convenio que tenía previsto firmarse en la Cumbre de Vilna y que preveía la integración de Ucrania, Moldavia, Georgia y Ucrania según los acuerdos de la cumbre de Praga del 2009.
Ucrania como víctima colateral de la Guerra Fría
En la última cumbre de la Comunidad de Estados Independientes (países postsoviéticos) celebrada en Minsk, Putin avisó a Ucrania que «tras la firma del tratado de Asociación Ucrania perderá sus barreras aduaneras y será invadida por productos occidentales. Ese desarme arancelario afectaría a Rusia, si Ucrania fuera también miembro de la Unión Aduanera y, resultaría muy peligroso e inaceptable», instando asimismo a Kiev a sumarse a la Unión Económica Euroasiática (UEE) integrada por Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kirguistán y Kazajistán pero tras el «golpe de mano virtual» contra Yanukóvich, el Gobierno interino de Alexadr Turchínov proclamó su deseo de incrementar sus relaciones con la UE al tiempo que mantener sus relaciones con Rusia en un difícil ejercicio de equilibrismo político.
Sin embargo, dicha empresa se antojaba harto complicada debido al brutal colapso económico que habría sufrido la ex-República soviética a lo que se uniría la falta de garantías plenas para una posible integración de Ucrania como miembro de pleno derecho de la UE, (garantías que sin embargo tuvieron en su momento países como Polonia, Hungría, Bulgaria o Rumania) y el presunto rechazo de la opinión pública europea a la plena integración.Tras el fallido intento de la adhesión de Ucrania a la tratado de Libre Comercio con la UE, subyacería la grave situación económica ucraniana, plasmada en la necesidad urgente de la actualización del tejido productivo ucraniano a los estándares y requisitos técnicos europeos ( estimada en unos 250.000 millones de dólares en un proceso que se prolongaría hasta 2023 con una inversión de 40 millones $ anuales dedicados en exclusiva a la actualización de los estándares). Dicha empresa se antojaba harto complicada debido al brutal colapso económico que habría sufrido la ex-República soviética y que rozó el umbral del default o suspensión de pagos, por lo que la UE habría proporcionado desde 2014 ayudas por valor de 17.000 millones € con el objetivo inequívoco de lograr que Ucrania permanezca en la órbita occidental.
¿Será la línea Donbass el nuevo Muro de Berlín?
El mar de Azov es crucial para las exportaciones de cereales y acero que se producen en el este de Ucrania pues está unido al mar Negro por el estrecho de Kerch y de ahí los barcos pueden navegar hacia cualquier parte del mundo. Las tensiones se reavivaron en 2016 con la construcción por parte de Moscú de un controvertido puente de 19 kilómetros sobre el estrecho de Kerch para conectar Crimea con Rusia. El grano y el acero son las principales mercancías que trasladan los cargueros en los puertos del mar de Azov pero dadas las restricciones impuestas por Rusia al tráfico marítimo de barcos ucranianos, en los primeros siete meses del año los ingresos procedentes de los puertos de Mariupol y Berdyansk habrían sufrido una brusca disminución y el objetivo último de Putin sería según fuentes ucranianas » lograr la asfixia económica de los puertos ucranianos bañados por el Mar de Azov y terminar expulsando a Ucrania de sus propios territorios», con lo que el control absoluto del Mar de Azov pasaría a manos rusas.
La crisis de Crimea habría significado el retorno de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), que instauró que » Rusia tiene derecho a intervenir incluso militarmente en asuntos internos de los países de su área de influencia», instaurando una red de anillos orbitales que gravitarán sobré la égida rusa, regidas por autócratas que sólo obedecen ciegamente los dictados de su amo Putin y entre los que descollarían el líder checheno, Ramzán Kadyrov y el bielorruso, Lukashenko. Así, conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas (Crimea, Ossetia, Akjasia), el chantaje energético (Ucrania y Moldavia), la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica (Chechenia y Kazajistán), la desestabilización de gobiernos vecinos «non gratos» (Georgia) y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2025, fruto del atavismo de Pedro el Grande.
Respecto a Ucrania, Putin intenta conseguir que Ucrania no entre en la OTAN y que el contencioso ucraniano quede perfilado con la división de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por la línea de contacto Donbass, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea y el Mar de Azov) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE. Para lograrlo,Putin aprovechará la ocasión para mediante un audaz movimiento de sus torres en la partida de ajedrez geopolítica que se estaría desarrollando en territorio ucraniano, reeditar la guerra del Gas ruso-ucraniano del 2006 con el objetivo inequívoco de doblegar al sector europeísta ucraniano mediante la asfixia económica y la inanición energética, al tiempo que utilizará el arma del chantaje energético a la UE para resquebrajar la unidad comunitaria, en la certeza de que tanto Alemania como Francia no dudarán en sacrificar a Ucrania en aras de asegurar su abastecimiento energético.
Así, la coalición de intereses ruso-alemanes ideó el proyecto Nord Stream que conecta Rusia con Alemania por el mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años, ruta vital para Alemania y los Países Nórdicos, por lo que fue declarado de «interés europeo» por el Parlamento Europeo y crucial para la geoestrategia energética rusa y de lograrlo,Putin conseguirá el doble objetivo geoestratégico de asegurar un flujo ininterrumpido de gas hacia Europa por dos vías alternativas,convirtiendo de paso a Polonia y Ucrania en islas energéticas y a la llamada línea Donbass en el nuevo Muro de Berlín de la Guerra Fría 2.0 .