Germán Gorraiz | ¿Una nueva nakba planea sobre Palestina?
Según el censo elaborado por el Ministerio de Interior israelí, cuando se suscribieron los Acuerdos de Oslo (1.993), unos 250.000 colonos poblaban los territorios ocupados mientras que en la actualidad serían más de 500.000 colonos que extenderían sus tentáculos por Cisjordania (250 asentamientos entre los que descollarían Hebrón y en especial el valle del Jordán que domina la mitad fértil de río y sería una verdadera avanzadilla para controlar la frontera de Jordania) además de Jerusalén Este y los Altos del Golán, aunado con la prevista culminación del Muro de Cisjordania que incluiría aproximadamente el 10% del territorio de Cisjordania, incluida Jerusalén Este donde unas 60.000 casas palestinas podrían ser demolidas al carecer de permisos oficiales. Así, antes de las elecciones, Netanyahu reafirmó «el derecho del pueblo judío a construir en Jerusalén«, (lo que se traduciría según el canal de televisión Arutz 2 en la construcción de 1.400 nuevas viviendas en Ramat Shlomo , barrio judío de Jerusalén Este situado más allá de la llamada Línea Verde), pues según sus palabras «hasta los palestinos saben que esos lugares quedarán bajo la soberanía israelí bajo cualquier tipo de arreglo». En consecuencia, el Gobierno de Netanyahu aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), ente que intentaría aunar los conceptos antitéticos del atavismo del Gran Israel (Eretz Israel) y que tendría como principal adalid a Isaac Shamir al defender que «Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido capturadas ni van a ser devueltas a nadie», doctrina en la que se basarían los postulados actuales del partido Likud liderado por Netanyahu quien aspira a convertir a Jerusalén en la «capital indivisible del nuevo Israel» tras la invasión de su parte oriental tras la Guerra de los Seis Días (1.967), tesis reforzada por el anuncio de la Administración Trump de trasladar la Embajada Estadounidense a Jerusalén, lo que significó el primer hito en la hoja de ruta del Gran Israel.
Desde que en 1967 el Partido Laborista impulsó los asentamientos, el Estado israelí se habría gastado la friolera cifra de 7.500 millones € y según denuncia Maayan Geva, de B´Tselem, (Centro israelí de información sobre derechos humanos en los Territorios Ocupados) «dicha política ha consumido el presupuesto para educación, bienestar social e investigación no armamentística» y ha ayudado «a aumentar la pobreza, con casi un millón de personas por debajo del umbral mínimo, entre ellas, el 30% de la población infantil» por lo que no es de extrañar que con el azote de la crisis , desde 2007 se haya registrado un crecimiento anual de su población de entre el 5 y el 10%, (dos veces más rápido que en el conjunto nacional). Dado que el 75% de los colonos son ultra ortodoxos (más de 500.000), en los últimos años se habría desarrollado en los territorios ocupados de Palestina una peligrosa simbiosis entre los líderes políticos de los colonos y los rabinos que han predicado durante décadas su oposición a cualquier compromiso territorial con los palestinos y han tratado de dar una justificación religiosa a la ilegal ocupación israelí de los territorios palestinos. Así, rabinos extremistas israelíes entrenarían a los colonos en escuelas ubicadas en los asentamientos construidos ilegalmente en Cisjordania y la ciudad de Al-Quds (Jerusalén) para que cometan actos terroristas contra los palestinos de la ocupada Cisjordania (Ataques de Odio y Venganza), según ha informado los servicios de seguridad general de Inteligencia judío (Shabak) en un informe publicado en la página Web ‘Israelí Central Issues’.
¿Una nueva nakba planea sobre Palestina?
El ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la instauración del citado «caos constructivo» mediante la sucesiva destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando para Jordania el rol de «nueva patria del pueblo palestino«, para lo cual EEUU se serviría de los grupos takfiríes. Dicho proceso de balcanización de la zona tendría su plasmación en países como Irak , (devenido en Estado fallido y desangrado por los enefrentamientos entre chiíes, suníes y kurdos), en la endémica división palestina entre las facciones de Hamás y la OLP; en la anarquía reinante en Libia con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior de Libia y en la aplicación de la yihad suní contra el régimen laico de Al Assad y sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá que por efecto mimético habría convertido ya al Líbano en un país dividido y presto para ser fagocitado por Israel, quedando el régimen chíita del Líder Supremo Ayatolah Jamenei como única zona todavía impermeable a la estrategia balcanizadora de Brzezinski.
El Gobierno de Netanyahu aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), ente que intentaría aunar los conceptos antitéticos del atavismo del Gran Israel (Eretz Israel) y que tendría como principal adalid a Isaac Shamir al defender que «Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido capturadas ni van a ser devueltas a nadie», tesis reforzada por la decisión de la Administración Trump de trasladar la Embajada Estadounidense a Jerusalén, lo que conllevó una nueva intifada palestina y el repudio de la comunidad internacional.
Sin embargo, tras la aprobación del Congreso y Senado de EEUU de una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta Robert Menéndez que señala con rotundidad que «si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente«, asistiremos al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos en la etapa post-Obama. Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro ( rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969) y cuyo desenlace podría tener como efectos colaterales el diseño de una nueva cartografía favorable a los intereses geopolíticos de EEUU, Gran Bretaña e Israel con la implementación del Gran Israel (» Eretz Israel»). Ello supondría la restauración de la Declaración Balfour (1.917), que dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las 46.000 millas cuadradas y que se extendía desde el Mediterráneo al este del Éufrates abarcando Siria, Líbano, parte nororiental de Irak, parte norte de Arabia Saudí , la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí en Egipto así como Jordania, que pasaría a denominarse Palesjordán tras ser obligado a acoger a toda la población palestina de las actuales Cisjordania y Gaza forzada a una diáspora masiva (nueva nakba).
Todo esto desde la perspectiva del dominio de EEUU. Pero esto va a cambiar. Porque a los USA les queda poco para mandar. China impondrá otro orden. Y seguro que será más amable y menos belicoso. Israel es una mierda pinchada en un palo, un vómito naZionalista que lo impregna todo. Pero está abocada al fracaso.