Iñaki Errazkin | Soviet style
Ya he contado alguna vez que ingresé siendo muy joven en el entonces clandestino Partido Comunista de España. Corría el año 1973 y yo aún no había cumplido diecisiete años. Cinco años más tarde, en 1978, lo abandoné por no compartir sus postulados. La cosa es que en aquel intenso lustro tuve la oportunidad de conocer muy bien el patrón de conducta de sus dirigentes, todos instruidos políticamente en el soviet style.
Desde fuera, seguí interesándome por los vaivenes de mi antiguo partido, seguramente en una inevitable actitud freudiana, hasta el punto de que hoy podría escribir un ensayo basándome en todo lo que llevo analizado desde entonces. Pero me voy a centrar solo en lo sucedido entre 1982 y 1988, luego entenderán por qué.
El presidente Calvo-Sotelo convocó elecciones generales anticipadas para el 28 de octubre de 1982. Ese día se alteró sustancialmente la composición del Congreso. El PSOE consiguió 202 escaños (+ 81) y una mayoría absoluta, mientras que el PCE sufrió una debacle: perdió más de un millón de votos y descendió de 23 a 4 diputados, la mitad que Convergència i Unió, para que se hagan ustedes una idea.
Semejante desastre removió los cimientos del partido. Santiago Carrillo, su máximo líder hasta aquel momento, dimitió un mes después, y en octubre de 1983 presentó su dimisión el histórico dirigente Ignacio Gallego para fundar, ya en enero de 1984, el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE). Gallego sería uno de los firmantes del comunicado fundacional de Izquierda Unida, nacida como coalición el 29 de abril de 1986, mes y medio después del referéndum de la OTAN. Por supuesto, el PCE fue el partido impulsor y su secretario general Gerardo Iglesias, el flamante primer Coordinador General.
Cuando Gerardo Iglesias dimitió de todos sus cargos durante el XII Congreso del PCE celebrado en 1988 y ocupó su lugar Julio Anguita, Ignacio Gallego abogó por la reunificación del PCPE con el PCE y, al no conseguir su propósito en su totalidad, regresó por su cuenta al partido matriz llevándose con él a la mayor parte de los cargos públicos y dirigentes del PCPE.
Hasta aquí la historia oficial a grandes rasgos.
Pero ¿y si las cosas no fueron como nos las han contado? ¿Y si hubiera mucho más?
Supongamos, solo supongamos, que el PCE hubiese hecho suya la práctica del “entrismo” que propugnara su odiado Lev Davidovich Bronstein, más conocido como Trotski. Supongamos que, en el caso que nos ocupa, la dirección real del PCE hubiese diseñado una táctica a medio plazo para resurgir de sus cenizas. Supongamos que la persona designada para llevarla a cabo hubiese sido Ignacio Gallego, siempre fiel a la Unión Soviética. Supongamos que Gallego nunca dejó de militar en el Partido Comunista de España. Entonces todo adquiriría un sentido pleno. Soviet style.
Analicemos ahora los últimos años de la historia de España. En las elecciones generales de 2008, la marca electoral Izquierda Unida obtuvo solamente 2 diputados, tres menos que en las anteriores, aunque en las de 2011 subiría a 11. Lo cierto es que la excoalición y ya federación de izquierdas, absolutamente controlada por el PCE, navegaba en aguas procelosas, con un número ralo de escaños y la consiguiente escasez de recursos económicos que le obligaba a endeudarse con las entidades bancarias.
Supongamos que “alguien” pensó que era hora de hacer algo. Supongamos que ese alguien propuso volver al soviet style y repetir la operación Gallego. Supongamos que se puso en marcha un nuevo operativo y que, tras el 15M, se decidió llevarlo adelante con militantes inteligentes, leales a la causa y, por supuesto, de la máxima confianza.
Tras un tiempo de debates y negociaciones entre muchos referentes de la izquierda que no militaban en el PCE, el 17 de enero de 2014 se da a conocer Podemos, la organización política más ilusionante que se recuerda. Sus cabezas visibles: Pablo Iglesias (antiguo miembro destacado de la Unión de Juventudes Comunistas de España, las juventudes del PCE, para entendernos), Juan Carlos Monedero (exasesor político de Gaspar Llamazares cuando era coordinador general de Izquierda Unida) y otras personas que ya no están en la fuerza morada. Supongamos, solo supongamos, que esas otras personas no sabían de la misa la mitad…
Poco a poco hemos asistido a la fusión en la práctica de Podemos e Izquierda Unida, de la que ya se habla sin complejos en nombre de una supuesta necesaria “unidad”. Unidas Podemos se llama el resultado. Solo hay que ver el peso actual de los dirigentes del PCE en la nueva formación política y en las instituciones. Enrique Santiago, actual Secretario General del Partido Comunista de España, dirigiendo desde dentro, y Pablo Iglesias dimitido y preparándose el retiro después de un trabajo bien hecho.
Supongamos, solo supongamos…
Supongamos… que no es tanto suponer. ¡Por los clavos que sujetan la tapadera del cielo, qué lucidez! Sí, señor. No tengo duda alguna de que podría haber sido así o de no ser así que me lo expliquen de otra manera que me lo pueda creer ¡y hará falta algo más quelas triquiñuelas habituales! Gracias, Iñaki.
Mira por donde suponemos muy bien
Siempre he pensado en globo sondas y caballos de Troya,ahora veo la realidad.