Albert Sabater | Coronavirus. ¡Los niños a la guerra!
Que la pandemia del Coronavirus Covid-19 nos pilló a todos por sorpresa no es ninguna novedad. Se ha repetido hasta la saciedad, y muestra de ello ha sido la deriva que han mostrado los gobiernos de medio mundo.
Los únicos que sin duda tenían claro lo que estaba ocurriendo y cómo actuar correctamente eran los médicos y sanitarios, o por lo menos, en su mayoría, por que también en este ámbito ha habido el que pasándose de listo ha tenido su desafortunado momento de gloria.
Siguiendo este nefasto camino, el Govern de Catalunya, más concretamente el conseller d´ensenyament, Josep Bargalló, la consellera de salut Alba Vergés y el vicepresident Pere Aragonés, han hecho diversas declaraciones en torno a una normalidad absoluta para el próximo curso escolar que previsiblemente empezará en septiembre y que al parecer lo hará sin ningún distanciamiento social ni mascarillas, ni desdoblamiento de grupos en otros con menor cantidad de alumnos.
“No hará falta nacer nada” ha sido una de las declaraciones más polémicas e insensatas en un momento en el que el contagio y la transmisión del virus son elevados. Sin duda fruto de la incapacidad de un gobierno, en este caso el de Cataluña para gestionar una crisis de manera que proteja la salud y en definitiva la vida humana por encima de la otra gran pandemia humana: la económica.
La justificación de tal desafortunada e irresponsable decisión radica en el hecho de que el riesgo de contagio en los niños es menor, y por tanto no será necesario tomar medidas extraordinarias al respecto. Excusa insensata, ya que no se puede hacer un balance fidedigno al haber estado confinados y sin asistir a clase.
Esta decisión, lejos de una lógica médica, o racional, parece más cercana a un argumento organizativo y económico, en caso contrario no se puede comprender como un gobierno es capaz de arriesgar no solamente la salud de nuestros hijos, también la de aquellos familiares con los que conviven.
Las asociaciones de padres, y sindicatos relacionados con la enseñanza ya han expresado su desacuerdo y descontento con las medidas que parece van a llevarse a cabo, una vez más sin contar con el consenso de los implicados: padres, sindicatos de maestros y profesionales de la salud, y es que de nuevo, como ocurrió en junio con la apertura prematura e innecesaria de los centros escolares, el Govern actúa al margen del raciocinio, en una deriva que como siempre pone en riesgo a los ciudadanos, en este caso, directamente a los mas pequeños.
Esperemos que en esta ocasión, la estupidez gubernamental no traiga consecuencias irreparables que acaben pagando, como siempre, los más débiles.
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