Catalina de Erauso | Analizando preguntas parlamentarias: Pregunta de doña Cayetana Álvarez de Toledo Peralta-Ramos, marquesa de Casa Fuerte y diputada del PP, publicada en el Diario de Sesiones del Congreso el 24 de junio de 2020, página 9.
En una pregunta parlamentaria del 24 de junio de 2020, doña Cayetana Álvarez de Toledo Peralta-Ramos se queja de que el gobierno de que organiza un homenaje solo al 60% a las víctimas del COVID debido a que se barajan unas cifras de defunciones sobre las que no se sabe con seguridad si la causa de muerte fue el virus o no. Los números que esgrime la diputada poco importan. Les adjunto la pregunta.
Señora vicepresidenta, el Gobierno ha anunciado un homenaje para el 60% de las víctimas de la pandemia. Es un homenaje parcial, un homenaje mutilado, y ustedes lo saben. Frente a las 28 000 víctimas que reconoce el Gobierno, el Instituto Nacional de Estadística, el Instituto Carlos III y la patronal de servicios funerarios coinciden en que entre marzo y junio murieron en España unas 45 000 personas más de lo previsto. No es un desajuste numérico, es un abismo moral. Ustedes dejan a 17 000 compatriotas en el limbo o, como dijo el experto Simón, «ahí». Vicepresidenta, yo le pido que piense en ellos un momento y que me conteste, por favor. Esos 17 000 españoles, si no murieron por la pandemia, ¿por qué murieron?
De la intervención de la diputada doña Cayetana Álvarez de Toledo Peralta-Ramos voy a destacar dos aspectos. El primero tiene que ver con que lo que más le preocupa a la señora diputada en la gestión de la pandemia COVID-19 que son los datos exactos sobre las causas de las muertes porque el homenaje que ha previsto el gobierno solo se va a homenajear a parte de ellos debido a que se desconoce si habría algún que otro muerto merecedor de homenaje que vayan a descartar. La lengua española no tiene adjetivo calificativo para describir en su justo término la pregunta de esta diputada. No contenta con hacer esa pregunta, en el turno de réplica esgrimió que “. No se trata de un debate técnico sobre quién es o no una víctima del COVID”. Pues siento desilusionar a la señora diputada, pero sí es un debate técnico y es de primero de psicología experimental para acometer cualquier trabajo empírico. Todos los científicos que trabajan con datos saben una cosa muy básica. Para medir fenómenos que se conocen desde hace mucho tiempo hay instrumentos testados y validados con protocolos estrictos a seguir que arrojan mediciones fidedignas. Ahora bien, para llegar a la validación hay que recorrer un largo camino. Para la validación de ese instrumento, se han de recoger muestras estadísticamente relevantes, establecer los criterios para que un determinado fenómeno pueda ser considerado como dato relevante a incluir en la base de datos, hacer cálculos, calcular la variación estándar, excluir artefactos de recogida de datos y un sinfín más de cosas. Y lo más difícil, sin duda, es establecer qué se considera como muerte causada por COVID en el caso que nos ocupa. Porque no es lo mismo una infección de COVID en una persona sana sin dolencias conocidas que en una persona con cáncer terminal. Si la primera muere, la cuestión está meridianamente clara. Pero si muere la segunda, serán los médicos quienes habrán de determinar cuál fue la causa exacta de la muerte. Y seguramente hay muertes de personas a las que no se les hizo el test de COVID precisamente por su avanzada edad o por otras dolencias que hacían prever su fallecimiento inminente. Estos son unos pocos apuntes que ilustran la dificultad de determinar si la muerte fue producida por COVID o por otro o múltiples factores. Los médicos deben dejar constancia de todas las vicisitudes que rodean a esa o esas muertes para que, tal vez en un futuro, y en virtud a nuevas metodologías más eficaces se pueda corregir el número de muertos por el COVID haciendo una evaluación rigurosa de variables clasificadas pero no consideradas en su momento. Ese es el día a día de los científicos. Y en eso estriba la dificultad de presentar números fidedignos, señora diputada.
Al final de toda esta orgía de criterios y cifras se habrá creado un instrumento que nos permitirá recoger datos fiables, compararlos a los de otras muestras en otros países para, después de la comparación, analizar el comportamiento de ese fenómeno estudiando las variables que puedan explicar el diferente comportamiento del virus en las poblaciones estudiadas. Pero, al ser el COVID-19 un virus agresivo desconocido hasta hace pocos meses, es normal que los datos no sean lo suficientemente contrastados porque ni los tests existentes tienen la fiabilidad que les gustaría a los científicos. Y sí, es un debate técnico qué hacer con esos 17.000 muertos que lamenta la señora diputada. Porque una persona con cáncer terminal puede haberse contagiado con el virus y es labor de los médicos determinar si la muerte se la ocasionó el COVID o si ese virus solamente aceleró el EXITUS o se murió de una gripe o de la dolencia que ya arrastraba. Y cuando se analizan datos de grandes muestras en estudios longitudinales, cuyo rasgo distintivo es que son datos recogidos en un periodo de tiempo más o menos largo, los científicos a veces, con el conocimiento que han acumulado en ese tiempo, suelen corregir los criterios y vuelven a analizar todo el banco de datos. Pero para llegar a ese nivel de conocimiento ha de pasar el tiempo.
Por tanto, si la diputada está pidiendo datos exactos al gobierno, es como si alguien pide a un agricultor que le dé la cifra exacta de melocotones que va a recoger cuando va al principio de la cosecha para organizar una fiesta de la fruta en consonancia con los números. Seguro que el agricultor se enfadaría mucho y mandaría al preguntador a freír espárragos y le diría que la fiesta se podía celebrar en paz aun teniendo un error de un par de toneladas de melocotones.
Lo segundo tiene que ver con la insistencia sobre el homenaje y me avergüenza mucho que la diputada insista en los números solo con motivo del homenaje. Yo pensaba que nuestros representantes fueron elegidos para que identificasen los problemas más acuciantes en cada momento y trabajasen para solucionarlos. A los muertos ya no se les puede solucionar ningún problema, señora diputada. No obstante, lo que sí deben hacer los políticos es trabajar para minimizar en la medida de lo posible las muertes. Ese debate no tiene ninguna relevancia en la pregunta parlamentaria de la diputada. Y no sé si no la tiene porque las residencias de ancianos de Madrid han sumado la mitad de las muertes en todo Madrid. Recordemos que la gestión de sanidad la han llevado las CCAA, en concreto el PP en Madrid y se sabe que desde el gobierno de Ayuso se impidió el traslado de cientos de ancianos a los hospitales lo que condujo a su fallecimiento. Investigar quién impidió esos traslados y por orden de quién es una cuestión menor para la señora diputada. Determinar si se pudieron salvar algunas de las vidas de los ancianos muertos, no es una cuestión que encoja el corazón a doña Cayetana. Me da la impresión que lo que más le importa es salir en una foto con un cartel con el número exacto de fallecidos por el COVID.
Repugnante que nuestros políticos de alto copete estén más preocupados por las fotos y los trajes que se van a poner con ocasión de las celebraciones que por los problemas reales de la gente. El homenaje no va a aliviar el dolor de los familiares ni la pobreza y exclusión social que padecen muchos españoles, por mucha mantilla y toca que se ponga doña Cayetana en la Catedral de la Almudena. Este homenaje dará negocio a los amiguetes de algunos políticos. Ni más ni menos.
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