Germán Gorraiz | ¿Se prepara un golpe de mano contra Trump?
La frivolización del coronavirus por parte de Trump así como su dilación en la adopción de medidas quirúrgicas en los principales focos de transmisión del coronavirus de EEUU ha derivado en una auténtica pesadilla con sus consiguientes efectos colaterales en forma de reguero de muertos (más de 100.000 fallecidos), colapso de los servicios médicos, paralización de la actividad productiva y entrada en recesión de la economía estadounidense. Asimismo, el hundimiento del precio del petróleo habría provocado cerca de 200 declaraciones de quiebra de empresas dedicadas al shale con una deuda acumulada de cerca de 120.000 millones $ que afectará posteriormente a la cuenta de resultados de grandes bancos como JP Morgan, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo y que podría desembocar en un futuro mediato en una nueva crisis financiera.
Por otra parte, la inacción de las empresas habría desencadenado un incremento estratosférico del paro hasta los 24 millones de parados, lo que aunado con el previsible crash bursátil de Wall Street terminará por diluir los efectos benéficos de la política económica de Donald Trump y provocar la desafección del segmento poblacional de sus votantes (40% del electorado) en las próximas elecciones Presidenciales de noviembre. En efecto, los últimos sondeos de opinión manifiestan un repudio mayoritario de la sociedad estadounidense ante la gestión de Donald Trump de la pandemia del COVID-19 y una preocupante caída de su popularidad en vísperas de las Elecciones Presidenciales en las que Joe Biden le aventajaría ya en 5 puntos.
El auge del movimiento «Black Lives Matter» (Las vidas negras importan) y la explosión de violencia urbana en la ciudad de Minneapolis tras la brutal muerte por asfixia de un indefenso George Floyd en una nueva actuación desmesurada y con claros tintes racistas de las fuerzas de orden público, provocó que las áreas metropolitanas con altas tasas de población afroamericana (New York, New Orleans, Washington, St-Louis, Los Ángeles, Atlanta, Cleveland y Chicago), estallasen en masivas movilizaciones donde se entremezclarían las demandas sociales con las de segregación racial, no siendo descartable la reedición de la Marcha pacífica sobre Washington (Martin Luther King,1.963). Así, el shock traumático generado en la sociedad estadounidense por las escalofriantes imágenes del homicidio de George Floyd a manos de policías de Minneapolis estaría provocando una profunda catarsis y metanoia de la sociedad en su conjunto que hará revisar los fundamentos que lo sustentaban y que tendría su plasmación en la generalización de las protestas pacíficas contra el racismo en las principales ciudades de Estados Unidos.
Sin embargo, la paranoia de Trump se habría agravado al verse afectado por el llamado «sindrome de hydris» citado por el médico y político inglés David Owen en su obra «The Hybris Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power». Dicho término procede de la palabra griega «hybris» que significa desmesura y en su obra, Owen lo define como «la autoconfianza exagerada de los políticos cuando alcanzan el Poder lleva aparejada la excesiva confianza del Sujeto en sí mismo, pudiendo derivar en un abuso de poder (autocracia)», y que tendría su paradigma en el intento de aplicar la Ley de Insurrección que conllevaría la utilización del Ejército y que se enmarcaría en su nuevo lema electoral para las Presidenciales de noviembre («The President of Law and Order»).
James Madison, uno de los Padres Fundadores y considerado el Padre de la Constitución, afirmó que «la acumulación de todos los poderes en las mismas manos constituye la definición misma de la tiranía» y Thomas Jefferson, otro de los Padres fundadores y redactor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776, dejó escrito que «los Gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados por lo que cuando una forma de Gobierno se torna destructiva para estos fines, el pueblo tiene derecho a alterarla o abolirla así como a instituir un nuevo Gobierno».
En consecuencia, el intento de militarizar todo el país habría provocado la inquietud en el establishment dominante de EEUU que tendría su plasmación en las declaraciones del secretario de Defensa Mark Sper, que se muestra contrario a la aplicación de la Ley de Insurrección tras afirmar que «el racismo es real en el país y debemos hacer lo posible por reconocerlo, plantarle cara y erradicarlo» y especial relevancia adquiere la irrupción mediática del ex-secretario de Defensa de la Administración Trump, el ex-general de la Marina, James Mattis al acusar a Trump de «intentar dividirnos y de la necesidad de unirnos sin él, aprovechando las fuerzas inherentes a nuestra sociedad civil».
Ello significaría de facto que el establishment habría dado ya por amortizado a Donald Trump y procederá a su neutralización política tras declararlo «inestable mental» y aplicarle la Enmienda 25 de la Constitución que dispone la sucesión del presidente «si el vicepresidente y la mayoría de su gabinete considera que está mental o físicamente inhabilitado para ejercer su cargo», con lo que su Vice-Presidente Mike Pence asumiría la Presidencia hasta la celebración de las Elecciones Presidenciales. El escenario post-trumpiano representará el redescubrimiento de valores ya olvidados en el imaginario colectivo estadounidense como el respeto por el medio ambiente, la implementación de energías renovables y la solidaridad y la igualdad de derechos en una nueva etapa que simbolizará la reedición del «New Deal» rooseveltiano.
Si desea leer más artículos de Germán Gorraiz, pinche AQUÍ