Marcel Lhermitte | Un silencio que trasciende fronteras
El 20 de mayo de 1976 aparecieron en Buenos Aires los cuerpos del exsenador Zelmar Michelini, el expresidente de la Cámara de Representantes Héctor Gutiérrez Ruiz y los militantes Rosario Barredo y William Whitelaw. Uruguayos exiliados en Argentina. Asesinados por agentes de la represión. Víctimas del terrorismo de Estado.
Seguramente no fueron asesinados el 20 de mayo, pero el día es lo de menos. Lo importante es que esa fecha se ha constituido en uno de los emblemas máximos de la defensa de los derechos humanos y del reclamo por verdad y justicia que existe en Uruguay.
El 20 de mayo millares de personas salen a las calles a marchar por la principal avenida de Uruguay, a reclamar por conocer el destino de nuestros desaparecidos, a exigir saber la verdad, qué pasó con ellos, en dónde están.
Pero esta última vez fue diferente. La pandemia del coronavirus obligó a cancelar una marcha que siempre es multitudinaria en su forma presencial, pero como antaño, en los años de plomo, nada ni nadie puede hacer callar las voces del silencio.
De forma obligada quizás se marcó un hito, se hizo historia. Las viejas, los familiares, los amigos, los allegados, quienes nos comprometemos por nunca más terrorismo de Estado, por verdad y justicia, nos encontramos en la encrucijada de marchar virtualmente, y como ha sucedido una y otra vez cuando las libertades son cercenadas, cuando se busca callar una realidad, de la mano de la imaginación, obligatoriamente se encuentra una alternativa.
Por primera vez millares de uruguayos participaron de una marcha virtual, que además, en esta oportunidad no supo de fronteras. El reclamo de Dónde están resonó en Uruguay, pero su eco se hizo presente en toda América Latina, en los sitios más alejados del continente, y cruzó el océano hasta llegar a Europa, Oceanía, Asia y África. Allí también se dijo PRESENTE. El grito solidario trascendió ciudades, países y continentes. ¿Dónde están?
La avenida 18 de Julio amaneció tapizada de carteles con las fotos de los desaparecidos de la dictadura cívico-militar. En el piso se pintaron sus huellas. Ahí estaban ellos, ahí estábamos nosotros. Juntos. En las ventanas de muchas casas floreció una margarita deshojada, en las redes sociales fuimos miles que compartimos el mensaje. Son memoria, son presente. ¿Dónde están?
Los artistas, como siempre comprometidos con la vida y las ideas, no miden consecuencias, apoyaron con sus composiciones, de la misma forma que antaño, en los años de dictadura resistían desde las letras, los acordes y los trazos. Su música, su arte, otra vez fue viral.
Las distintas intervenciones ciudadanas también fueron un ejemplo para los países en donde hay que hacer campañas electorales y, por la pandemia del coronavirus, no se puede apelar a la habitual movilización.
Pero dentro de lo que generó la marcha virtual del silencio en Uruguay no todas son rosas. Nuevamente aparecieron los oportunistas de ocasión. Los que vieron que la movida tomaba dimensiones considerables, que rompía con todos los moldes y decidieron aprovechar la oportunidad con fines absolutamente proselitistas, para ser parte activa o incluso liderar en el trending topic. Aquellos que comparten el café –y sus proyectos políticos– con quienes son parte de la omertá, pero para la tribuna –o para el electorado– reclaman verdad y justicia.
Será tarea de los pueblos el mantener la memoria. La histórica, la que dice PRESENTE; y la coyuntural, la de identificar y recordar a aquellos políticos que se valen de las causas más nobles, la que sea, sin importar momento ni lugar en el mundo, para lograr alcanzar objetivos electorales. A ellos también, nunca más.
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