Catalina de Erauso | Mangantas con collares: Historias de Cayetanas
Lo que sigue es un relato de la tuitera @Conxi_RS que trabajó en El Corte Inglés. Seguro que no todas las mujeres con una economía más que holgada actúan de esta forma, pero me acuerdo de Carmen Polo de Franco cuando venía de vacaciones a Donostia. Se cuenta que todas las joyerías cerraban por defunción porque era muy aficionada a los collares caros. Claro, iba, elegía, se los llevaba y nunca más volvía. Estaban aquellos tiempos como para mandarle la policía a la señora del dictador. Uno de los casos más sonados en los últimos tiempos es el de Cristina Cifuentes que robó unas cremas en un Eroski. Después se ha sabido que era habitual en ella, practicaba el mangoneo en otras tiendas y la dejaban ir por ser quien era.
Las señoras de los microrrelatos siguientes actuaban de forma parecida y, si resulta que no son casos aislados, invito a que quienes conozcan relatos así, los publiquen para que el miedo cambie de bando y para que la ley se aplique a ellas también. Porque las empresas tienen que lidiar con los robos de esas damas de alto copete a nivel contable y de seguridad que, después, pagan los clientes que por norma suelen abonar los artículos que se llevan. También esas señoras que fueron pilladas in fraganti las dejaron ir sin ningún tipo de sanción de El Corte Inglés porque se trataba de clientas de esa empresa. ¡Qué desfachatez! Si robas, no eres cliente.
Comienzan los microrrelatos
Al oír el audio me ha hecho recordar cuando trabajaba en El Corte Inglés de la Diagonal, tenía 20 años y estaba en el departamento de seguridad, iba de paisano. Tengo tantas anécdotas de los #Cayetanos. Luego al mediodía os explico cositas, disfruté como una niña, atrapándolos.
- Pillar a una Cayetana con abrigo de pieles, cabeza alta y pavonearse con paquetes de salmón ahumado del más caro dentro de su abrigazo, de risa en su cara, nivelazo.
- Empezaron a poner las alarmas en prendas y artículos caros, bajar por la escalera una «Sra.» y sonar, una bolsita de compra con unas medias, se le para y se pasa la bolsa, no suena, toda indignada ella, -nos tiene que acompañar, deme los zapatos que ha cogido » prestados»
- «Comprar» vestido Cristian Dior un jueves, lunes devuelto porque no le termina de gustar, «Sra» este vestido lo ha usado, ¿Que?? Llame al director, se llama le llama, Sra. , este mes ha comprado 3 vestidos muy caros y los 3 los ha devuelto usados. Se fue indignada.
- Un día una manada de pijos adolescentes, se dedicaron a robar llaveros, cuando les llevamos al cuartito se pusieron tontos, vino el padre de uno y la respuesta fue, no les viene de unos llaveros a Ustedes, en ningún sitio han montado tal escándalo por coger mierdas como estas.
- Otro día le suena la alarma a otra Cayetana, al pasar el bolso solo no le suena, pasa ella y suena otra vez. “No llevo nada” gritando, llevaba 8 bragas puestas una encima de otra (de las caras) Y una llevaba alarma, del susto se meo encima. Bragas a la basura, no se podían vender.
- Bolsos de marca de fiesta, buscaba los q no tenían alarma se lo metía dentro de su bolsón, la seguimos hasta la salida y la paramos, muy cabreada que ella se los iba a enseñar a su hija en casa porque no sabía si le gustarían y por la vergüenza que le habíamos hecho pasar ya no los quería.
- Otro día nos vamos a fumar una compi y yo al baño y oíamos ruidos raros, esperamos y sale una mujer, entro donde estaba ella y había tirado los papeles de envoltorio de muchos paquetes de jamón, del bueno claro, la seguimos y vuelve al súper del centro, tenía un arte la «sra». Vemos como empieza a guardarse latas de berberechos y vuelve al baño, ruido otra vez, entramos y cajas vacías escondidas, la paramos y le decimos que devuelva lo robado, lo niega, le decimos que la hemos visto, después de insistir, lo admite, el jamón se lo puso en el sujetador. Las latas en un bolsillo grande que se había apañado la «Sra» en la falda entre las piernas, eso si, los anillos que llevaba eran de lujo, el reloj también, mucho lujo con el dinero que se ahorraba en la comida.
Con la superioridad que se arrogan por su abolengo de negreros y acostumbrados como están a tratar con esclavos suelen espetar levantando levemente la voz «se lo voy a decir por primera y última vez» , «no sabe quién soy yo», «no sabe usted a quién conozco en la directiva» según relata @alsapla.
Con su actitud, estas damas pelean por su impunidad con todo lo que su alcurnia les ha puesto a disposición, entre otros las amenazas subliminales que escupen a los que ellas consideran inferiores. Con la mentira, con los reproches a los empleados rasos y con la carita de ángel ante los responsables de las empresas en las que compran productos. Claro, esas empresas no saben cuánto les roban.
Invito a todos a contar sus historias de Cayetanas. No vaya a ser que las Cayetanas se multipliquen como conejos.
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