Don Mitxel | El virus de la venganza
La situación de la pandemia en las cárceles españolas podemos calificarla de absoluta normalidad, es decir, olvido total.
Asociaciones solidarias con las personas privadas de libertad vienen denunciando que las prisiones se han convertido en auténtica ratoneras donde el preso no puede escapar de la pandemia, mientras que aquí no se ha puesto en libertad ni a los mayores de 70 años, ni a los presos con distintas enfermedades que les hacen más vulnerabes al virus, ni siquiera a los reos con condenas cortas o a quienes han accedido al tercer grado, ni siquiera a los preventivos.
Una persona privada de libertad queda a cargo de quienes le privan de libertad, que son los encargados de velar por su salud y, en último término, por su vida. Conviene recordarlo, porque ni siqueira se han reforzado los servicios sanitarios en las prisiones.
Para explicarnos esta desidia criminal con la población penitenciaria quizás haya que recordar las palabras del juez Santiago Torres (en entrevista con el digital eldiario.es), y en la que afirmaba que «la maquinaria judicial está prevista para que no funcione, excepto en el caso de los robaperas, ahí funciona de una forma hasta cruel». El juez Santiago Torres, que fue quien encarceló a Gil y Gil, terminó desistiendo y arrojando la toga a ver que se perseguía a los «boleros», quienes esconden bolas de droga en su cuerpo para meterla en la Península, pero no se investigaba a las tramas del narcotráfico. Dejó la carrera judicial harto de encarcelar pobres.
Creo que tras dos meses de confinamiento había que recordar a las personas cuyo mayor delito es no apellidarse Borbón o Zaplana, y enviarles desde aquí un abrazo solidario.
Las personas decentes no os olvidamos.
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