Don Mitxel | ¡Ese virus, ese virus, eh, eh!
Mucho criticar al virus pero es el único que se ha atrevido con un tipo como Billy el Niño, a quien de verdad mató su amigo de infancia, el sheriff Pat Garret, allá por 1881 y en Nuevo México, este no era más que un cobarde franquista llamado Antonio González Pacheco, que solo se atrevía cuando el rojo de turno estaba atado a una silla. Y ha muerto entre los algodones de un hospital madrileño con todo un equipo médico atendiéndole, que yo anoche no salí al balcón a aplaudir a los sanitarios, sino directamente al virus.
Con esto dirán algunos que me he alegrado de la muerte de ese señor, como si un ataque de risa que te deja hipando toda la tarde fuera motivo de alegría, son uds crueles.
Pero bueno, un problema menos para el gobierno progre, que sale bien parado de esta, pues se les iba a escapar vivo y se les ha escapado muerto, como tantos otros miles a quienes nadie pone nombre, que ya saben que aquí tenemos las cunetas llenas de inocentes pero resulta que no hay culpables. Les diré más, don José Pardines, quien desafortunadamente fue la primera persona que perdió la vida a manos de ETA, es ahora una especie de precursor de la democracia, un triste campesino gallego que se vino a ganar el pan a la guardia civil, como si ser un campesino gallego y ganarse el pan en la guardia civil fuese incompatible con ser el esbirro de un régimen fascista, de aquella ideología que asoló Europa y donde no valía confinamiento alguno para salvar la vida.
Pero el gobierno progre sigue de suerte, incluso con un tipo como Grande Marlaska al frente de Interior va a parecer que con la desaparición de Billy se ha acabado la tortura, que el tormento al detenido siempre es cosa del pasado. Pero yo sé, y espero que ud también, que el pasado es folclore electoral cuando nos importa más que lo que está ocurriendo ahora mismo en cualquier cuartelillo de cualquier localidad española entre un guardia y un robaperas y, claro, así es muy difícil compartir la memoria histórica de quienes han permitido que se les escape, aunque sea muerto, porque tenemos pruebas de que Billy sigue vivo en los corazones de nuestros ángeles custodios.
Y la tormenta respondió al guerrero: yo soy un fenómeno natural, pero tu, ¿cómo puedes ser tan cobardemente cruel?
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