Catalina de Erauso | Entrevista a un superviviente del corona virus: Andrés Krakenberger
Andrés Krakenberger es traductor y activista conocido por su actividad en Amnesty International y promotor de campañas de ayuda para sacar de la cárcel a Pablo Ibar, encarcelado en los EEUU desde hace más de 26 años. Ha estado enfermo de corona virus que ya ha superado, estando ahora en fase de recuperación. Ha salido hace unos días con muchos kilos de menos, porque los pantalones le quedan flojos. Nos va a contar de primera mano, cómo se dio cuenta y cómo se ha desarrollado el tratamiento para curarlo. Sin más preámbulos, nos va a contar cómo ha sido este periplo.
- ¿Cuándo y cómo te diste cuenta que estabas enfermo?
Pues no recuerdo exactamente cuándo. Ingresé en el hospital de Santiago de Vitoria el 23 de marzo, pues posiblemente unos cinco o seis días antes. Se había anunciado públicamente cuáles eran los síntomas a los que había que prestar atención y yo los tenía.
- ¿Qué síntomas tenías?
Básicamente unas décimas o algún grado de fiebre. Unos días un poquito más y otros un poquito menos. También, en retrospectiva, un cierto cansancio pero que yo atribuía más a la actividad un tanto mayor de la normal que tenía en aquel momento. Además de la propia del trabajo, nos íbamos a trasladar de casa y había estado haciendo algunas cajas para el traslado.
- ¿Cuándo tomaste la decisión de ir al médico?
Cuando vi que la fiebre no había paracetamol que la bajara. Llamé a mi médica de cabecera, esta me derivó al Centro de Salud de Salburua en Vitoria, uno de los tres que se había habilitado en Vitoria para un primer examen a gente posiblemente contagiada con el coronavirus. Allí comprobaron que no saturaba bien oxigeno en sangre y me dieron un volante para acudir al hospital de Santiago, que es el más cercano a mi domicilio. Allí me hicieron todo tipo de pruebas, análisis de sangre, placas, y la prueba esa que vemos en la televisión, la del palito en la nariz. Se suponía que era la prueba más fiable entonces. Sin embargo, me dijeron que había dado resultado negativo, pero que no se la creían, porque no concordaba con lo que veían en las placas y en otras pruebas. Y me ingresaron.
- ¿Por qué te trasladaron a la UCI? ¿Cuánto tiempo has estado?
En la segunda noche ingresado se me dispara la fase más maligna del virus. Por lo que he leído posteriormente, eso ocurre sólo en aproximadamente el 20% de los casos, más en hombres que en mujeres y cuanta más edad, más incidencia. Pues bien, a mí me tocó. Esa noche, tumbado en la cama, apenas dormí, porque sentía como en lugar de descansar me estaba cansando cada vez más, era como si estuviera corriendo una maratón. Y me faltaba el aliento. Por la mañana llamé a las enfermeras, éstas a los médicos e inmediatamente me trasladaron a la UCI.
- ¿Cómo ha sido la estancia en la UCI en cuestión de tests que te han hecho y tratamiento médico?
Pues poco puedo contar de lo que es propiamente dicho la UCI. Estuve totalmente sedado y entubado. Completamente inconsciente. Cuando me desentubaron no sé si estuve un día o dos más en la UCI y recuerdo que tenía multitud de sondas, pero eso era ya como una especie de duerme-vela, tampoco estaba demasiado consciente. Pero recuerdo que los cuidados eran efectivamente intensivos, estuvieron pendientes de cada parámetro que les indicaban las diversas maquinas e instrumentos a los que estaba conectado. Y recuerdo también la actitud siempre positiva de todo el personal, a pesar de estar envueltos en plásticos con escafandras y mascarillas puestos en todo momento. Sólo les podía ver los ojos. Los ojos también expresan cosas y juraría que sonreían la mayor parte del tiempo en su trato conmigo.
- ¿Te podían visitar tus familiares?
Inicialmente en la UCI, estando inconsciente, hubo un régimen de visitas de una hora al día. Luego cambiaron el protocolo y no hubo visitas, los del coronavirus quedamos completamente aislados. Pero no tengo recuerdo de las visitas de familiares que tuve, estaba inconsciente.
- ¿Cómo ha sido el trato humano?
Increíblemente bueno. En los 25 días que estuve ingresado, de los que tengo recuerdos sobre todo de los posteriores a la UCI, en planta. También allí el personal que se relacionaba conmigo y con los demás ingresados e ingresadas por coronavirus, iba envuelto en esos monos de plástico, con esas escafandras y mascarillas. Y esos ojos también sonreían la mayor parte del tiempo cuando te venían a tratar. Con franqueza, no sé si yo sería capaz de hacer lo que ellas –la gran mayoría eran mujeres, tanto en la UCI como en planta-. Son increíbles, excepcionales. ¿Sabes lo que se suda debajo de todo ese plástico? Uff. Lo dicho, no sé si yo sería capaz. Probablemente no.
- ¿Qué medidas se han tomado para la gente que ha tenido contacto contigo los días anteriores al diagnóstico?
Básicamente cuarentena para quienes más contacto habían tenido conmigo.
- ¿Cómo te sientes ahora que te han dado el alta?
Pues un maxmix de emociones. Por un lado, un fuerte pesar por familiares que hemos perdido por el coronavirus. Además de mi suegra, un tío mientras estuve intubado. La angustia que pasó mi familia esos días fue fuertísima y de buena parte de ello me he ido enterando después de la UCI, lógicamente. Pero también siento que he tenido una suerte enorme de poder contarlo todo. Un sentimiento de agradecimiento infinito a la gente del Hospital de Santiago de Vitoria, que son los que me sacaron de esta.
Y sobre todo, lo siguiente. Estamos en una situación completamente inverosímil. Si alguien a principios de año nos hubiera hecho una predicción de que íbamos a estar como estamos, probablemente todos le hubiéramos preguntado qué sustancia psicotrópica había consumido.
Creo que tengo y tenemos que tener una actitud positiva de cara al futuro, a pesar de todo. Tener una actitud positiva no está reñido con sentir empatía y apoyar a quienes han perdido seres queridos. Ya te digo que yo también los he perdido.
Nos vaticinan que vienen vientos huracanados en los social y económico. Pues bien, en lo personal, prefiero estar vivo y enfrentarme a ellos que morir. En lo colectivo, creo que toda crisis como ésta y las que se anuncian son, como todas las crisis, a la vez una amenaza pero también una oportunidad. Tenemos la oportunidad de volver a un enfoque de lo público como una garantía de derechos. No sólo en sanidad, que ahora es evidente por lo del coronavirus. También en educación, vivienda, etc. Y por supuesto también en lo relativo al derecho a la vida y a la integridad física y demás derechos. Todos ellos han de ser derechos efectivos y reales y no deben depender de la cuenta de resultados. Y como sociedad tenemos la oportunidad de trabajar en esa dirección. Digo como sociedad, porque no depende únicamente, como piensan algunos, de los políticos. Todos podemos remar en esa dirección. Ese es el enfoque positivo que quisiera intentar difundir. En resumen, prefiero vivir y tener que lidiar, como todas y todos, con esas dificultades. Saldremos adelante porque siempre lo hemos hecho y siempre lo haremos. Y es necesario buscar la mejor forma de hacerlo. Y creo que el enfoque de garantizar derechos es la vía.
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Siento mucho lo de su suegra y su tía, don, y me alegro que ud pueda contarlo, me alegro sinceramente, no tenía ni idea de que un bicho así fuera tan mal educado como para atacarle a ud.
En fin, ya sabe que con Sauternes se cura todo.
Un gran abrazo desde mi exilio.
Gracias Don. A ver cuando le volvemos a ver, aunque sea disfrazado, en Twitter … o en cualquier otro sitio de fácil acceso. Espero que ud y los suyos estén bien.