Don Mitxel | Con las debidas precauciones
Ese niño caprichoso y malcriado que me habéis puesto de lehendakari, una vez conseguido que todo cristo vaya a trabajar, pide ahora que salgan los niños, que se pueda hacer deporte en la calle y que abra el comercio en general, no se si para que compren solo los niños y los deportistas, o está pidiendo que salgamos todos de compras y, una vez conseguido, que abran las sidrerías para celebrarlo.
Todo esto se produce en una semana especialmente mortífera, sobre todo en la residencias de ancianos, donde las cuidadoras, digo cuidadoras porque son mujeres, se enfrentan a diario al virus sin unos mínimos de protección, tal y como vienen denunciando desde el principio de la pandemia, o desde que nos dijeron que era el principio.
Doña Ada Colau le apoya desde Bacelona porque, oigan, que doña Ada tiene dos criaturas y le dan mucho la lata. Un poco de comprensión, señores ancianos que mueren como chinches.
Y hasta se ha organizado una cacerolada en los balcones para que mi niño salga porque el perro de mi vecino sale, y sale hasta el niño autista del tercero, vaya envidia; en fin, cacerolada para que todos los locos bajitos salgan a la calle con orden y las debidas precauciones, eso sí, que digo yo que con las debidas precauciones podría ser la Real campeona de la copa del Rey esta misma tarde, con la hinchada txuri-urdin celebrándolo en la calle con las debidas precauciones.
Pero como quiera que un servidor se fía más de los científicos -que piden prudencia y no tener prisas para eso que se ha llamado desescalada- que de estos ninis que me habéis puesto a cargo de nuestros destinos, entended que ya haya pedido plaza para morirme en Zara Hospitales encomendado mi alma a San Amancio Ortega.