Don Mitxel | Son el enemigo
Lo que se sufre en España no es una leal oposición sino el puto enemigo. Lisa y llanamente.
Tiempo habrá de analizar lo que el gobierno está haciendo mal, pero urge aplicar la ley a aquella gentuza que no tiene empacho en realizar llamamientos públicos para que la legítima coalición de gobierno sea sustituida por un ejército alzado en armas. Esto es delito en cualquier país, aunque en esta ocasión no haya alto tribunal que aprecie rebelión, sedición o apología del terror.
Estos sinvergüenzas tienen voceros en los principales medios de comunicación, poner una tertulia es vomitar, el listado de personajillos a los que se debería prohibir ejercer el periodismo es largo, por salud democrática, por prevención de riesgos y, sobre todo, porque la estancia en prisión o el chapoteo en las cloacas es incompatible con dirigir un medio, señor Inda. No sé por qué tengo que estar confinado yo y no gentecilla como Ana Rosa Quintana, que nos ameniza las mañanas con las grandes tragedias que azotan nuestros días: Andy y Lucas, separados por el coronavirus. ¿Es esto un sector de la actividad económica imprescindible como para no estar confinado?
Llama al presidente a unos nuevos pactos de la Moncloa, no se, pues muy bien, los de 1977 sirvieron para cortocircuitar a una izquierda en un momento revolucionario de la historia, en que la inflación y el paro se aproximaban peligrosamente al 30 por ciento. Ahí entraron todo contentos los socialistas, los comunistas y sus respectivos sindicatos independientes, jaja sí, independientes, también el de ese mito construido a posteriori que fue don Marcelino Camacho, y que pronto le cogió gusto a acudir a los campos del Moro para celebrar la onomástica del Rey viejo. Quien no me crea tiene hemeroteca.
Y como con el confinamiento hay tiempo, pueden uds seguir leyendo viejos periódicos hasta llegar al Acuerdo Nacional de Empleo, y siga ud hasta los pactos de Toledo y el hasta aquí hemos llegado de don Julio Anguita, un sonoro puñetazo en la mesa que rompíó lazos con su sindicato-independiente-correa de transmisión con la sociedad, que dicen los pijos.
En fin, no me extraña que hayamos llevado a los altares a don Marcelino -un tipo honrado al fin y al cabo- viendo que le siguió aquel yuppie de Aznar que fue Antonio Gutiérrez y luego el ultra José María Fidalgo, que terminó meciéndose en los brazos de la loca de los gatos, Rosa Díez.
No sé si ahora unos nuevos pactos de la Moncloa servirían para moderar a esta oposición enemiga, en todo caso propongo antes golpear a esta derecha y sus voceros con el código penal, que siempre es más civilizado que organizar matanzas en despachos de abogados laboralistas como hacían ellos por la zona de Atocha.
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Soberbio, Don Mitxel. Soberbio.
Excelente