Iñaki Errazkin | Suposiciones
Supongamos, sólo supongamos, que las cosas no son exactamente como nos dicen que son. Supongamos, sólo supongamos, que la crisis no está controlada en absoluto y nuestros gobernantes no saben bien a qué atenerse. Supongamos, sólo supongamos, que la situación se prolonga en el tiempo sine die. ¿Puede ser? Puede. ¿Y si así fuera? Si así fuera, cualquier experto en psicología de masas sabe que han de sobrevenir fases desconocidas para las generaciones que habitamos actualmente los pueblos de las Españas, fallecidas ya casi todas las personas que vivieron la última guerra.
Porque una situación como la que estamos padeciendo es difícil de soportar individualmente, pero globalmente es insostenible. Se evita hablar del componente de clase de las consecuencias de este virus maldito, pero ahí está y sólo hay que mirar para ver. En estas semanas se han reconocido ya 11.000 fallecimientos causados directamente por el bicho, y esa cifra no plasma los cientos o miles de víctimas mortales a las que no se practicó nunca prueba diagnóstica alguna. ¿Cuántos entornos son esos? Están hiriendo de muerte a una sociedad asustada. ¿Cuántas personas han perdido o ven peligrar sus puestos de trabajo? En menos de un mes suman cientos de miles. ¿Cuántos entornos son esos? ¿Qué sucederá cuando mucha gente no tenga dinero para comprar alimentos? La mayoría de los comportamientos humanos son predecibles. Y sin entrar en otros muchos ejemplos que se podrían poner, en aras de la brevedad, una pregunta flota en el aire: ¿para qué están realmente los militares en la calle? Supongamos, sólo supongamos…
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Agradezco tu lúcida reflexión, Iñaki: Supongamos…
A que ordenes obedecen los milicos?
Quien les ordena desplegarse provocando en la Parte Vieja de Pamplona?