Susanna García-Prieto | Intenso e irracional
Dos hombres en un despacho muy espartano y bastante oscuro. Uno de ellos, sentado, quizá dando la espalda al público, tiene un aire irreal de tan elegante, podría llevar un traje de corte impecable, un poco pasado de moda (de terciopelo, quizá) pero que él luce con estilo, mira un currículum (unos papeles que más tarde sabremos que son un currículum) en silencio durante un rato.
El otro hombre lo mira, de pie, con un solo ojo porque es tuerto. El Tuerto lleva un parche en el ojo, como si fuera un pirata. Vamos, que queda claro que le falta un ojo. Ha procurado que su traje parezca nuevo y elegante pero se nota que está bastante ajado.
Después de un rato en silencio en qué el hombre sentado lee los papeles y hace muecas opinando lo que lee, el Tuerto va poniéndose nervioso.
Ah, cuando encontremos una barra / en mitad de una réplica, querrá decir que el siguiente personaje empieza a hablar encima del parlamento del otro personaje.
TUERTO.- Creo que no falta nada. (El hombre sentado lo mira, hace un gesto con la mano. Pidiendo… ¿silencio? No lo sabemos) Con tanto papeleo quizá he olvidado alguna cosa. No sé. (El Tuerto intenta aflojarse la corbata sin ser visto. El hombre sentado se acomoda en la silla. Parece que ha encontrado una parte que le interesa más) Si necesita alguna aclaración, algún matiz, no sé, alguna aclaración, alguna cosa que quiera saber y yo pueda aclararle.
VLAD.- (Sin levantar los ojos del papel) Una gran experiencia, ciertamente.
TUERTO.- Gracias, señor.
VLAD.- Y por otro lado, ninguna recomendación. (Finalmente mira al Tuerto, de manera penétrate, casi hipnótica)
TUERTO.- La mayoría de mis antiguos señores han fallecido ya. Eso dificulta que puedan escribirme una recomendación. (Intenta reír pero ve que a Vlad no le hace gracia. Empieza a sofocarse) De todas formas, podría telefonear directamente / a alguno de mis últimos trabajos…
VLAD.- Sí, ya veo. Lo pone al final de todo. Alguien lo ha añadido a bolígrafo.
TUERTO.- He sido yo, señor. He pensado / que querría saber por qué…
VLAD.- …que querría saber por qué no ha traído ninguna recomendación. Sí, lo sé. (Pausa. El Tuerto se siente cada vez más sofocado. Le cuesta respirar) Le seré franco, no me importa lo más mínimo. Hasta cierto punto, pienso que eso juega en su favor. Tanto tiempo tratando a la aristocracia y ninguna recomendación, indica que tiene un espíritu rebelde.
TUERTO.- Podría conseguir alguna, si verdaderamente fuera necesario, el nieto de los Marqueses de Altimira / estaría encantado…
VLAD.- (Alargándole un pañuelo rojo que lleva en el bolsillo exterior de la americana para que se seque el sudor) No se excuse. El trabajo es suyo. (El Tuerto coge el pañuelo pero no sabe qué hacer con él) Quédeselo. Le será útil si tiene tendencia a excretar fluidos.
TUERTO.- No, no tengo propensión a ello. Es solo que este lugar está como más cerrado de lo normal. Aunque es espacioso, los lugares que parecen más pequeños de lo que son, me imponen un poco. Pero, en fin, le estoy muy agradecido. (Se seca el sudor con el pañuelo) Sobre todo en lo que al trabajo se refiere. (Pausa)
VLAD.- Necesitaría ver el análisis que le pedí.
TUERTO.- Lo he solicitado. El caso es que aún no me han llamado para recoger las muestras, pero en cuanto lo tenga se lo traeré sin falta.
VLAD.- Oh, qué contrariedad. Esperaba que pudiera empezar a trabajar hoy mismo.
TUERTO.- Claro, claro. Hoy mismo. Ahora mismo si es necesario.
VLAD.- No creo que sea posible si no tiene el análisis que le pedí.
TUERTO.- Puedo garantizarle que no tengo ningún problema de salud. Quizá tendré el colesterol un poco alto, pero puedo ponerme a dieta. Por todo lo demás, puede estar tranquilo… ( se da cuenta de que Vlad le mira fijamente el parche) Carecer de un ojo no me impide desarrollar todas mis funciones, señor. Créame si le digo que lo que más falta me hace son las manos.
VLAD.- ¿Y si pudiéramos hacerle el análisis hoy?
TUERTO.- Seguro que una persona como usted puede hacer las llamadas necesarias para que las cosas se hagan antes, lo que pasa es que, ya sabe como es la burocracia, si ya lo han solicitado querrán encontrar la petición para no repetir el trabajo…
VLAD.- Quería decir, hacérselo ahora. Aquí.
TUERTO.- Me temo que no le comprendo.
VLAD.- Hablo hipotéticamente, por supuesto.
TUERTO.- ¿De qué, señor?
VLAD.- Hablo de la posibilidad de hacérselo ahora mismo, en esta misma sala, el análisis.
TUERTO.- Hipotéticamente hablando, sería posible, sí. (Pausa) Me parece que no llego a comprenderle del todo.
VLAD.- Ah, le dan fobia las agujas.
TUERTO.- Fobia, no. Hombre, no me gustan. ¿A quién le gustan las agujas? Pero fobia, no. (Pausa. Vlad le mira intensamente) Un poco de miedo. Miedo. Un cierto miedo… Es una cosa irracional, ya lo sé. Ni siquiera he tenido un percance con ellas, pero me dan miedo. Mucho. Cierto miedo.
VLAD.- ¿Puedo hacerle una pregunta de tipo personal?
TUERTO.- Mmmmm. ¿Es por lo del ojo?
VLAD.- No exactamente.
TUERTO.- ¿Podría negarme a responder?
VLAD.- Claro que sí. Pero debe tener en cuenta que no responder puede ser excluyente.
TUERTO.- Puedo mentir.
VLAD.- (Sonriendo satisfecho por la respuesta) Pruébelo. Me gustaría ver qué pasa si lo hace.
TUERTO.- Acabemos con la intriga, por favor.
VLAD.- (Se levanta) No me ha entendido. Quiero decir si puedo hacerle una pregunta de tipo personal. Algún día. En algún momento. No hace falta que sea ahora.
TUERTO.- Entonces sí.
VLAD.- Bien, bien, bien. Es una cuestión de confianza mutua, sabe. Si tenemos que pasar todo ese tiempo juntos, necesito estar seguro de que puedo confiar en usted.
TUERTO.- Por supuesto. Puede estar tranquilo.
VLAD.- La lealtad es importante en este trabajo.
TUERTO.- Y la discreción.
VLAD.- Efectivamente. Un valor importantísimo, la discreción .(Le ofrece un cigarrillo de una cajetilla) ¿Fuma?
TUERTO.- Sí. Nunca en horas de trabajo, por supuesto.
VLAD.- (Vuelve a guardar la cajetilla pero le alarga un cigarrillo) En ese caso guárdeselo para después.
TUERTO.- (Lo coge sin saber donde guardarlo) Gracias, señor.
VLAD.- ¿Le importaría llamarme amo? (Pausa corta) Quiero decir, si es que finalmente es el elegido para el trabajo.
TUERTO.- Eeeee… Podríamos hablarlo. (Pausa corta) Está un poco pasado de moda, si me permite la observación.
VLAD.- Tómeselo como un detalle nostálgico. Un juego, una cuestión de fetichismo, si lo prefiere. De lealtad y confianza mutua.
TUERTO.- Entienda que hay unos límites.
VLAD.- Hagamos una prueba. Veamos cuáles son sus límites. Llámeme amo.
TUERTO.- Es que aún no me ha dicho con seguridad si el trabajo es mío.
VLAD.- Es solo una prueba. Como un psicotécnico. Así los dos sabremos hasta donde llega nuestra confianza mutua.
TUERTO.- (Parece que se está preparando para decir la palabra amo. Se siente muy incómodo) Mire, no le he traído el análisis que me pidió porque hace mucho que no trabajo. Con contrato, quiero decir. Y lo tendría que haber pagado de mi bolsillo y, ahora mismo, no tengo suficiente dinero. Si me da el trabajo le prometo que iré a hacerme el análisis en cuanto pueda. Y si de verdad lo cree imprescindible para conseguir el trabajo… pueden hacerme el análisis ahora. Si miro hacia el otro lado, las agujas no me dan tanta impresión.
VLAD.- No tiene que preocuparse por las agujas. (Lo mira fijamente. Pausa tensa) Conocí a una mujer en Italia, hace unas cuantos años. La mujer no podía pronunciar la palabra “sexo”. Si lo intentaba se le cortaba la voz. Se oía una especie de murmullo gutural, un grito sordo. Se ahogaba. No podía. (Imita a la mujer italiana intentando decir “sexo” en voz alta) La visitaron los mejores especialistas y no hallaron ningún problema físico. Las cuerdas vocales funcionaban, el diafragma insuflaba el aire necesario… todo correcto. Pero (vuelve a imitar a la mujer) no podía pronunciar en voz alta la palabra “sexo”. Una extraña e interesante fobia.
TUERTO.- (Disimulando su enfado) No tengo fobia. Puedo pronunciar la palabra… Puedo decirla. No es eso. No es miedo. No es como con las agujas. Las agujas me dan miedo, ¿de acuerdo? Le pasa a mucha gente, es muy común. (Calmándose) Es, más bien, una cuestión de principios.
VLAD.- ¿Es por lo del ojo?
TUERTO.- (Desconcertado pero más tranquilo) No, no, no tiene nada que ver.
VLAD.- Entonces es por su pasado sindicalista.
TUERTO.- (Pausa tensa) Me temo que le estoy dando una imagen que no se corresponde con mi talante. Estoy nervioso. Hace mucho que no trabajo, de manera legal, quiero decir, y mucho más tiempo aún que no me veía obligado a hacer una entrevista de trabajo. Quizá podría volver otro día. Mañana o pasado. Vendré más tranquilo / y podré decirle lo que quiera.
VLAD.- / Puede fumar si lo hace sentir más cómodo.
TUERTO.- No fumo cuando estoy trabajando.
VLAD.- Ahora no está / trabajando.
TUERTO.- (Muy alterado) Es que hace rato que tengo la sensación de que todo es una trampa. Que cualquier cosa que diga o que haga será un motivo excluyente, como usted mismo ha dicho. Ya no sé cómo comportarme, qué decir. No sé qué quiere de mí. ¿Qué quiere de mí? Ahora no puedo decirle… No puedo llamarle… No puedo decírselo. Ya le he dicho que sí al análisis, no puedo darle más síes el mismo día. No puedo. No puedo. Pensaba que sí pero no puedo. No puedo.
VLAD.- (Imita a la mujer que no podía decir sexo. Sonríe. Se acerca, le coge el pañuelo y le seca el sudor. Pausa. Lo mira. El Tuerto se siente al límite de las lágrimas) Dígame una cosa, ¿qué se siente?
TUERTO.- (A punto de llorar) ¿Cómo?
VLAD.- (Acariciándole con un dedo el parche del ojo) Al perder el ojo. ¿Qué se siente?
TUERTO.- (Respirando profundamente, intentando calmarse) Nada. No se siente nada.
VLAD.- ¿Nada?
TUERTO.- Después sí. Al cabo de un rato. Al principio solo es un mareo. Un golpe seco. Como cuando te cortas. Luego empieza a escocer, a doler con insistencia, cada vez más. Y entonces sientes que te han arrancado toda la piel a tiras y alguien te ha echado sal y vinagre en la carne viva.
VLAD.- (Le devuelve el pañuelo para que se seque… ¿las lágrimas?) ¿Fue a causa de su pasado… y fíjese que la palabra importante en esta pregunta es “pasado”… fue a causa de su pasado sindicalista?
TUERTO.- Fue un accidente.
VLAD.- Nadie pretende hacer daño si puede evitarlo.
TUERTO.- Eso parece.
VLAD.- Soy de la opinión que encontrarse cara a cara con lo inevitable nos vuelve personas más interesantes. El parche le da un aire de distinción que, de otra manera, / no tendría.
TUERTO.- La gente no olvida mi cara tan fácilmente.
VLAD.- Eso es una ventaja. Es una de las razones por la cuales está usted aquí ahora mismo.
TUERTO.- Entonces, doy gracias al accidente.
VLAD.- ¿Por qué tiene tan claro que trabajar para mí, o que trabajar en general, es una cosa buena?
TUERTO.- No he dicho que lo sea. Quizá es la menos mala de todas las opciones. Además, me gusta el trabajo. Trabajar me entretiene.
VLAD.- Siempre dentro de unos límites.
TUERTO.- Aunque sea tuerto, tengo mis principios.
VLAD.- Lo sé, lo sé: las agujas, la palabra amo… ¿Y si fuera al revés? ¿Y si fuera yo el que le llamara amo a usted?
TUERTO.- No le entiendo.
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