Concepción Far | Trapero
Siempre parto de la base de que la policía es policía. En el sistema que “nos hemos dado”, aunque muchos no participamos en la “donación”, la policía ha de “existir” para cumplir y hacer cumplir la Constitución, el Código Penal, y demás apaños llamados Ordenamiento Jurídico que, según dicen, también “nos hemos dado”. Y, cuando digo que la policía es policía, me refiero a que se trata de órganos u organismos represores al servicio del poder. Cualquiera diría después de esta introducción que mi intención es defender a un policía, bueno, quizás no sea estrictamente una defensa, pero sí una puesta de manifiesto sobre uno de ellos, el Mayor de los Mossos d´Esquadra, Josep Lluis Trapero.
Vivimos en estos días la celebración del Juicio en el que se le acusa de rebelión junto a los demás ex miembros de la cúpula del cuerpo policial. Independientemente de la discutible competencia de la Audiencia Nacional, es sumamente llamativo que la acusación siga siendo la de rebelión cuando ha quedado establecido en la Sentencia del Procés que no se acreditó tal figura delictiva. No he leído los autos, pero supongo que, al ser la cabeza visible de un “grupo armado” tiene más papeletas para la acusación referida. Visto lo visto, demasiada suerte tienen Laplana, Puig, Soler y Trapero de no estar en prisión preventiva.
Hoy he podido ver por televisión unos instantes del interrogatorio del fiscal al Mayor, y, aparte de las plagas de Egipto, le estaban insinuando ser culpable de que el veinte de septiembre se congregasen ante la Consellería de Economía unas cuarenta mil personas para manifestarse pacíficamente; los únicos elementos de violencia en que el sr. Carballo, fiscal del proceso de los chavales de Altsasu, ha podido incidir son los de siempre, ya “juzgados” hace unos meses: una botella de agua, un cono volador y coches destrozados. Terrorismo puro y duro, ¡ sí, señor ! Aun así, la demonización de Jordi Sánchez y del propio Trapero han sido evidentes.
No cuenta el Fiscal con que Trapero no es independentista, jamás lo ha sido. Es un funcionario que, según la modesta opinión de una servidora, “crucificó” al Conseller Forn al testificar en el Juicio y demostró claramente que sus visión y misión eran hacer cumplir las resoluciones judiciales, eso sí, sin derramamiento de sangre, ni abusos o agresiones policiales. Ya forma parte de la historia de Catalunya que no fue así, pero esas son otras variables.
En cualquier caso, Trapero, sin ser un “separatista” ha pagado una apariencia de tal, aparte de por lo que se viene en llamar “afirmaciones desafortunadas” porque un día de verano fue a Cadaqués a comer una paella a casa de Pilar Rahola, encuentro que le convirtió automáticamente en el “sicario de la sedición, la rebelión, y la tremenda violencia acaecida en octubre de 2017 en Catalunya”.
No recuerdan en absoluto que en agosto del mismo año hubo un atentado en las Ramblas de Barcelona que Trapero gestionó eficientemente sin necesidad de otras FFSSE; atentado, por dar un dato, planificado por alguien que estaba conectado con el CNI, pero esa es otra cuestión. Es más, no es que no recuerden la eficiencia, sino que no la olvidan para mal. Lo cual tampoco quita que estaba haciendo su trabajo y que se le encumbró, bajo mi humilde punto de vista, de forma exacerbada, y eso contribuyó también a que el independentismo catalán “hiciera suyo” al policía. Otro factor de acusación sin ningún sentido.
Veremos cuál será la sentencia, pero será curioso ver como se fundamenta jurídicamente la rebelión proindepe de alguien que tenía planificada la detención de Puigdemont y su Govern, si se daba el caso.
Ni héroe, ni villano: Un hombre juzgado en un contexto que no es el suyo, por algo que se le ha atribuido sin más. Ese es para mí Josep Lluís Trapero.
Estoy de acuerdo con todo lo que explicas.
Y lo más triste es, la desconfianza en la justicia que se esta generando en la gente.
Muchas gracias por compartirlo