Germán Gorráiz López | ¿Provocará María Chivite una escisión en el socialismo navarro?
Parafraseando a Wright Mills en su libro «The Power Elite» (1.956), el establishment navarro sería «el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, económica, universitaria y mass media de Navarra», lobbys de presión que estarían interconectadas mediante «una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza de la «unidad identitaria de Navarra» , doctrina que tendría su plasmación práctica en la perpetuación «sine die» del sistema feudal político-económico imperante en Navarra desde la Guerra Civil del 1939. Así, cerca de 100 familias o clanes familiares dominarían todos los centros de poder económico, político, universitario y mediático de la Comunidad Foral, aunque tan sólo serian satélites orbitando en la esfera de gravedad del Opus Dei, élite Alfa que habría fagocitado todas las sub-élites del establishment navarro convirtiendo a la Comunidad Foral en un coto feudal en pleno siglo XXI, es decir, una distopía de naturaleza real (no ficticia).
El largo calvario del PSN navarro
En el plano político, Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron «manu militari» a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico y la unidad indisoluble de España, pasando Navarra desde entonces a ser considerada «cuestión de Estado» por lo que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español.
Así, tras el acuerdo provisional alcanzado entre PSN, Nabai e IU y que contaba con la aprobación casi unánime del Comité Regional del PSN (104 votos favorables y uno en contra) y las bendiciones del propio Zapatero, la sociedad navarra se durmió en la creencia de que amanecería con un «Gobierno de Progreso » que finiquitara el atavismo navarrista de los sucesivos gobiernos de UPN. Sin embargo, tras la llamada urgente de Jaime Ignacio del Burgo al Secretario de Organización del PSOE José Blanco en la que le recordó el acuerdo tácito alcanzado tras el Tejerazo, el PSOE nacional desautorizó dicho Pacto y ordenó a Puras y a los socialistas navarros que se abstuvieran en la votación para permitir que el candidato navarrista de UPN, Miguel Sanz fuera investido Presidente de Navarra, episodio conocido como «mayazo».
Tras la separación traumática de UPN y el PP en el 2008, los socialistas navarros se vieron convertidos en árbitros de la contienda política tras el acuerdo tácito entre el Presidente navarro Miguel Sanz y el socialista José Blanco en virtud del cual las propuestas políticas de los socialistas navarros eran apoyadas por UPN en un espléndido ejercicio de ventriloquismo escénico a cambio del apoyo sin fisuras del PSN en la aprobación de los Presupuestos anuales de UPN, quedando IU y Nabai como convidados de piedra.
Dicha política de apoyo incondicional a UPN desde los bancos de la oposición le acarreó al PSN la pérdida de jirones de su primitivo ideario socialista pero tras la abdicación de Sanz en el 2009 y la proclamación de Barcina como su sucesora, le condujo finalmente al poder mediante un Gobierno de coalición UPN-PSN. Sin embargo,tras la escenificación de la ceremonia del desencuentro UPN-PSN plasmado en el «divorcio político» Barcina-Jiménez, asistimos al finiquito de la doctrina navarrista UPN-PSN que habría convertido a la Comunidad Foral durante una década en un coto privado del establishment navarro (Teoría del quesito de Miguel Sanz), debiendo de nuevo el socialista Jiménez renunciar a plantear la moción de censura contra Barcina por órdenes de Ferraz, episodio conocido como «agostazo».
¿Escisión en el socialismo navarro?
La utopía sería el camino para alcanzar un sueño que llevaría implícito en su potencia la facultad de devenir en acto concreto (en el camino está la meta) y la utopía de María Chivite sería la formación de un gobierno Progresista presidido por María Chivite e integrado por miembros de Geroa Bai, Podemos-Ahal Dugu e IU-EB, Sin embargo, la estrategia secreta de Pedro Sánchez es la formación de un Gobierno de Coalición PSOE-Ciudadanos que contará con las bendiciones del establishment europeo por lo que finalmente, María Chivite se verá obligada por Ferraz a facilitar la investidura de Esparza como Presidente de Navarra. Dicha decisión provocará que los votantes socialistas se debatan entre la incertidumbre y la incredulidad al constatar la cruda realidad de la dependencia orgánica y el deber de la obediencia ciega del PSN a los dictados de Ferraz , por lo que tras el mayazo de Puras y el agostazo de Roberto Jiménez podríamos asistir a una escisión en el actual PSN.
Parafraseando a Hermann Hesse en su obra «El Lobo Estepario», el militante del PSN sería «una persona que trata siempre de colocarse en el centro, entre los extremos, en una zona templada y agradable, sin violentas tempestades ni tormentas. Consiguientemente, es por naturaleza una criatura de débil impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley y la responsabilidad por el sistema de votación», reflexiones que tras el juniazo de María Chivite, provocarán una catarsis y posterior metanoia entre los socialistas navarros.
En consecuencia, asistiremos en Navarra a la aparición de un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica y sustentado en valores caídos en desuso como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes y que bajo el lema «prohibido prohibir» generará un tsunami popular de denuncia del déficit democrático de la actual dirección Federal del PSOE que desembocará en el nacimiento de un nuevo proyecto de Izquierdas liderado por María Chivite que podría aglutinar en su seno a antiguos votantes del PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda Unida.
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