Albert Sabater| Desastre Colau
Desde que el 13 de julio de 2015, Ada Colau (Barcelona 1974) tomara las riendas del consistorio de Barcelona, la ciudad ha sufrido una de las mayores transformaciones adversas que pueda recordarse.
Lejos de las promesas de transformación eficiente que propuso en la campaña electoral que la llevara a la alcaldía y de las promesas que planteó como necesarias, la actual alcaldesa de Barcelona ha tomado un camino muy distinto que poco ha beneficiado a la Ciudad Condal hasta ahora.
En el terreno de la seguridad ciudadana, cabe destacar que los delitos han aumentado un 20% solo en el primer semestre de 2018, hasta 20 delitos por hora, algo impensable en otras ciudades como Madrid, con un aumento de solo el 1% o Sevilla, con una disminución de sus delitos hasta un 8,1% menos. La ocupación ilegal de viviendas y el mal llamado “fenómeno” del top manta son otros de los temas gestionados de forma pésima y que han llevado a la desesperación de muchos ciudadanos, sobre todo de los comerciantes, que han visto perjudicados notoriamente sus negocios gracias a la permisividad de esta forma de comercio ilegal.
En cuanto a seguridad vial y medios de transporte, también hay un gran descontento entre la ciudadanía, destacando las bicicletas, que continúan circulando sobre las aceras impunemente ante una Guardia Urbana que parece ausente en este tema. Las llamadas “superilles”, que han conseguido llevar por el camino de la amargura a transportistas, comerciantes y conductores, dejando aislada la zona de la ciudad en la que ha sido implementada. Pobres los que sufrirán las nuevas zonas que esta aprendiza de saldo de Ildefons Cerdà quiere implantar.
No nos olvidemos de la deconstrucción aberrante del servicio de autobuses, que ha conseguido eliminar líneas tan necesarias como históricas como la vieja línea del 41, que ha sido reivindicada por la plataforma “Salvem el 41”. Parece que lo necesario, según la alcaldía, es llenar la ciudad de líneas horizontales y verticales en lugar de unir lugares emblemáticos y sociales como el CAP Manso, el hospital Clínico y el hospital Sagrado Corazón, entre otros. Ahora, por ejemplo, tienes que caminar varias calles para tomar el autobús que te lleva del CAP Manso al Clínico, cuando antes se hacía caminando solamente unos metros, pero Colau ha conseguido lo que pretendía: hacer la ciudad que le da la gana, sin escuchar a los ciudadanos que confiaron en ella, es decir: ha hecho lo mismo que la antigua política a la que criticaba: lo que le sale de las narices.
Lejos de reducir la deuda, la ha mantenido cercana a los 836 millones de euros, lo que no queda muy claro es a qué coste, pues son muchos los que se quejan de la dejadez en ayudas sociales, vivienda…
Lo que sí queda claro, es que 6 de cada 10 ciudadanos desaprueban su gestión (LaVanguardia), esperemos que el próximo día 26 lo recuerden al elegir su papeleta electoral.
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