Marcel Lhermitte | Es hora de empezar otra vez
Unos meses atrás un militante político, integrante de un comité de campaña electoral, me consultaba quién creía yo que ganaría las elecciones estatales en España. Es muy fácil –la respuesta y sirve para todos los procesos–: el ganador será quien consiga obtener los objetivos que se marcó previamente en la planificación estratégica.
Cada vez que culmina un proceso electoral, sea en el país que fuera, es difícil encontrar líderes políticos o voceros de partidos que reconozcan la derrota. Bien o mal todos encuentran motivos de celebración, al menos así lo comunican hacia afuera, aunque hay excepciones.
Los analistas políticos y los periodistas habitualmente se toman la tarea de hacer evaluaciones sobre ganadores y perdedores, pero muchas veces no tienen en cuenta, o peor aún, desconocen, cuáles eran los objetivos electorales del candidato o partido.
Sí, objetivos, en plural, porque por lo general, no se trata de alcanzar exclusivamente una meta, sino que una elección es una oportunidad única para plantearse una serie de objetivos particulares, como pueden ser, por ejemplo, dar a conocer determinados actores políticos, instalar un relato, difundir un mensaje, ganar militancia o fortalecer un partido, movimiento o áreas del mismo.
Personalmente no me gusta hablar de colectivos perdedores o derrotados luego de una elección; primero porque por lo general no conozco todos los objetivos planteados y segundo porque una magra votación también genera muchos aprendizajes y fundamentalmente oportunidades a futuro. Claro, estará en los políticos, posteriormente, el aprovecharlas o no.
Decir quién fue el ganador de las elecciones municipales españolas del pasado domingo 26 de mayo es simplificar el escenario político. Podrá decirse que el PSOE arrasó en votos y que ratificó la alta votación alcanzada en las elecciones estatales del 28 de abril de este mismo año, es cierto.
Desde la derecha también habrá lecturas favorables, es que seguramente Madrid volverá a ser gobernada por el Partido Popular –en pacto con Ciudadanos y Vox–, por lo que el ciclo de la progresista Manuela Carmena está concluido, pero además este colectivo conservador parece recuperar algo del terreno perdido ante Ciudadanos. Incluso, los mismos ultraderechistas de Vox también deben haber alcanzado algunos de sus objetivos al conseguir representación en gobiernos locales.
Esquerra Republicana, en Cataluña, fue la sorpresa de muchos analistas. No solo pudieron superar a Ada Colau en Barcelona, sino que consiguieron gobiernos y muy buenas votaciones en muchas localidades, entre ellas y en forma histórica, Lleida, con el profesor Miquel Pueyo a la cabeza.
En cuanto a Podemos tuvo una gran baja en su votación en prácticamente todo el país, con algunas pocas excepciones, entre las que se destacó Cádiz, con Kichi González a la cabeza, además de otras localidades pequeñas. Seguramente vendrán horas de análisis en la colectividad morada, como ya anunció su líder, Pablo Iglesias.
En fin, el mismo militante que me preguntó quién ganaría las municipales españolas me llamó en las últimas horas con la excusa de hablar sobre el fin de la campaña electoral. A la inversa, le propuse, hoy nos toca entender que terminado el conteo de votos de la elección del domingo 26 de mayo, y luego de las celebraciones, el pasado lunes 27 acaba de comenzar la siguiente campaña electoral.
Es momento de comenzar con la nueva planificación en estos tiempos de campaña permanente y profesionalización de la política. Es tiempo de fijar el rumbo, marcar los nuevos objetivos y trazar la ruta que transitaremos para alcanzarlos. Es hora de empezar.
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