Javier Gutiérrez Arellano | El endiosamiento de un pueblo
Estamos viviendo una gran etapa en el país Mexicano, estamos ante el que llamarían muchos, el “rompimiento del paradigma” el día de la ruptura con el pasado priista, y el día más feliz de la vida política de la nación, como muchos lo han descrito en un primero de diciembre del año 2018; que demostró la franca desaprobación del presidente saliente y los vítores de un presidente entrante que como tal, aún tiene un largo camino… Y mucho qué demostrar.
Y para saber quién es nuestro presidente, es necesario hacer su radiografía, se trata de ni más ni menos que un militante ex priista que estuvo en el equipo parlamentario del ex- presidente Carlos Salinas de Gortari (ese del “error“ de diciembre del año 1994). Fue ese que en el año 2000 resultó electo como jefe de gobierno, fue el que construyó vialidades importantes dentro de la ciudad. Aquel que en materia de seguridad tuvo los siguientes resultados, un aumento de denuncias del 2.27% por cada 100 mil habitantes- Y un descenso de robo a vehículos con violencia de 18069 a 11594 en 2005.
Sin embargo, también es aquel que quitó beneficios a trabajadores, que modificó alumbrados públicos por alumbrados tenues e inservibles, el que hacía conferencias de prensa cada mañana. El que, tras la elección del año 2006, tras la victoria del Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, denunció un fraude y se declaró de modo ilegítimo e irrisorio como presidente “legitimo” del país, como un manifiesto de estar en pie de lucha por una victoria que no se dio sino hasta el primero de julio de este año.
Fue el de los plantones, el de las ayudas económicas, y que propone una amnistía con criminales, quizá en vías de adoptar un modelo en política criminal cercano al escandinavo, en donde se cierran cárceles porque los presos son rehabilitados de otra manera, visto desde Nils Christie, no son considerados presos sino más bien son considerados como gente que tiene un modo de vida que es diferente y que hay que corregir según su libro titulado “Los límites del dolor”, en donde de modo breve se expone cómo el dolor que causa un criminal no es independiente de sus vivencias, sino resultado del mismo.
Y, en primer lugar, tras haber dicho en el párrafo introductorio que tiene mucho camino por recorrer en ese sentido, también habremos de decir que el beneficio de la duda está ahí, que tiene muchas problemáticas heredadas de un presidente como lo es Enrique Peña Nieto, quien primordialmente obtuvo el poder con ayuda del dupolio televisivo, que se valió de reparto de utilidades económicas como beneficio para quienes le votaran. Y al que además, tras el mayor escándalo en la “Casa de la gaviota” y el mayor caso de indignación en la matanza de Ayotzinapa, que tuvo una versión oficial, por demás dudosa.
Que tuvo una devaluación de la moneda, una crisis humanitaria a últimas fechas con los migrantes centroamericanos, y un índice de desaprobación como gobernante de un 99% según muchos medios de comunicación. Tuvo traspiés como el del plagio de su tesis de licenciatura, se generaron alrededor de su mandato memes casi cada día, o cada que tenía una aparición en público. Aquel a quien se le cuestionó sobre una muerte muy trágica de su primera esposa Mónica Pretelini, ese… Ese es el ahora expresidente priista.
Sin embargo, hay que situarnos y centrarnos en el tema que es materia de este artículo de opinión, la toma de posesión de un cargo o protesta del Licenciado Andrés Manuel López Obrador, cuya fuerza política actual, como Movimiento de Rehabilitación Nacional, obtuvo la mayoría de escaños en el Congreso, y tuvo un avance en alcaldías a nivel nacional muy grande, ganando en casi todo el territorio nacional. Abundando en que el argumento del votante por el flamante presidente nacional fue desterrar al Partido Nacional Institucional que tuvo una dictadura vetusta de ochenta y seis años interrumpidos por doce del Partido Acción Nacional.
Con una promesa de quitar pensiones a expresidentes (misma que según periódicos de circulación nacional, es ya un hecho) y la promesa de meter a la cárcel a gente como el expresidente Carlos Salinas de Gortari (quien fue el jefe del actual presidente nacional del periodo comprendido de 1988 a 1994). Cosas que llenan el ojo de una masa que se encuentra enardecida y ávida por una justicia social que pareciera más bien un populismo político que le causa un clientelismo reflejado en el voto en primera instancia.
Y reflejado en el día primero de diciembre de este año, con vítores y loas al recién investido presidente con la banda presidencial. Lo cual, es un tanto peligroso, pues estamos ante la presencia de un ídolo, casi un dios. Alguien que supo meterse al bolsillo con promesas que surgieron a raíz de un grito doliente de una masa que está aún resentida por aquel error de diciembre. Y a la cual, si le das un manifiesto de odio en contra de quienes le causaron un daño, entonces esa masa será feliz.
Y el apoyo, los vítores, las loas… son la resulta de esa campaña que fue por demás populista y que tuvo el resultado más efectivo políticamente hablando, y el mismo Andrés Manuel López Obrador, tiene una carga pesada. Tiene que modificar su “chip” de candidato resentido por un sistema electoral “corrupto” que le impidió en veces anteriores acceder a un puesto que hoy ocupa. Debe quitarse el disfraz de mártir, ese que adoptó en el año 2006. Ahora, debe de desarrollar un proyecto para el cual no tendrá ninguna traba política.
Y tampoco deberá adoptar el papel de redentor, ni de dictador suave. Debe darse cuenta de que está en una responsabilidad importante como administrador de un país. Deberá por fuerza, mirar hacia el espejo que muestra (aunque en sus últimos momentos) el vecino país del norte. Con un presidente que fue salido de una farándula, y que es represor, y autoritario. Un especulador natural, que tiene la soga al cuello en cualquier momento. Por otro lado, la masa, no debiera de adoptar a Andrés Manuel López Obrador, como un dios.
Pues, de hacerlo, el pueblo estaría perdiendo esas dos facultades que hablara Bakunin en su libro “Dios y el Estado” como lo son la facultad de pensar y la facultad de rebelarse, sobre todo es ésta última la más importante. La que, si se pierde, se habrá perdido la esencia democrática de un pueblo que vive inmerso en un clamor constante de socialización armónica y una justicia social que tiene que venir de un mesías investido popularmente en la persona del recién investido presidente.
El mesianismo político es peligroso siempre, lo más peligroso de todo, es que se compró para México ese sistema de “subsistencia política”. Ese populismo que pretende ser trasformador a modo de imitación del mejor presidente de la historia de Latinoamérica, el uruguayo Mujica, vender el avión presidencial, al abrir la otrora casa presidencial denominada como “Los pinos” como un museo que está abierto desde ayer mismo, día primero de diciembre.
Y habrá que ver y medir cuál es el resultado que va obteniendo día a día ese actuar populista. También, es necesario observar con lupa el tratamiento de los pueblos indígenas, quienes en un acto multitudinario, le cedieron el bastón de mando del presidente de las comunidades originarias del país. Mismas, que se encuentran reguladas en la misma Constitución Política Mexicana de la siguiente forma:
Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres.
Lo anterior, jurídicamente significa que los pueblos indígenas son componentes de la población mexicana, y que se les reconoció un sistema jurídico diferente, no basado en las disposiciones de un código civil o un código penal que rige a los demás ciudadanos, sino que serán leyes que se ajusten a su realidad. Sin embargo, existe el otro lado de la moneda, aquel lado que siendo componentes de esta población y teniendo acceso también a las leyes que nos rigen a los demás, no indígenas precisamente no hallan modo de comunicarse por no contar con el suficiente número de traductores y por tener en contra una visión de menosprecio.
Y por si esto fuese poco, y ampliando el tema -de manera poco usual-, es necesario expresar que son grupos indígenas que no cuentan con un reconocimiento lingüístico en la constitución mexicana, sino una mención en una ley general sobre la lengua nacional. Por lo que son los invisibles e ignorados históricos orgullos que viven a la sombra de una aplanadora llamada civilización mestiza, siendo víctimas de una doble barrera que les margina de toda convivencia plural y armónica de la sociedad mexicana.
Y se apuntan estas breves contemplaciones, porque es importante descubrir ¿Cuál será el avance para dichos pueblos al tener en el presidente a su patriarca? ¿Seguirán siendo ignorados? ¿Seguirán las marginaciones? Y al respecto, surgen muchísimas preguntas porque el endiosamiento no marca una certeza sino sólo una esperanza. Son preguntas para las cuales hagamos votos tengan una respuesta positiva, pues en otros sexenios se ha mirado hacia ese sector poblacional con no muy buenos recuerdos históricamente hablando.
Es importante no augurar ni para bien ni para mal, ni endiosar, ni hacer caso de la prensa manipuladora que hace una mengua en la imagen política del presidente, solo se propone que se le examine a detalle y se le siga de cerca. Para poder hacer un balance a final de sexenio que será positivo o negativo, según sea el caso. Pero a final de cuentas, será una historia en este país. Será una página más, muchas páginas se han escrito, algunas páginas negras, y otras lustrosas y áureas, más habrá que ver a qué lista agregaremos esta.
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