Catalina de Erauso | Cinco apuntes sobre los atentados en Catalunya
Escribí este artículo justo después del atentado de las Ramblas y acabo de sacarlo del cajón. Han pasado muchas cosas desde entonces. Pero lo que relato abajo no ha cambiado.
Los atentados reivindicados por el califato ISIS hace algunos meses en Catalunya siguen adornando las portadas de numerosos periódicos de la prensa española como los temblores secundarios de los movimientos sísmicos. Las horas y los días después de los atentados han hecho rebrotar lo peor del periodismo ibérico de encargo que escribe sus artículos con hiel para multiplicar tiradas además de beneficios y sin importarle el código deontológico del periodismo ni la dignidad de las personas afectadas por los actos terroristas. Pero, en gran medida, debido al comportamiento tan poco profesional de algunos opinadores y tertulianos de nóminas millonarias, han sucedido en Catalunya una serie de acontecimientos dignos de mención. Hechos extraordinarios que se estudiarán en las facultades de sociología y que marcan un punto de inflexión en el comportamiento de la ciudadanía ante situaciones traumáticas. Es verdaderamente notable la negativa de algunas cadenas televisivas e instituciones a vender periódicos con fotos de víctimas en portada. Es todavía más notable, si cabe, que algunos mal llamados periodistas hayan sido recriminados públicamente por sus compañeros de profesión. Por primera vez, se les ha trasladado que su relato sobre los hechos es torticero y solo persigue manipular al lector que confía cada día menos en que pueda enterarse de lo que ocurre en su entorno más inmediato y también en el mundo hojeando un periódico. El descrédito del periodismo es tan grande como el de la judicatura o de la política en España y los periodistas comprometidos con la verdad son también sus víctimas. ¡Que canallada! Que haya ciudadanos que, de verdad, quieran informarse de lo que pasa a nivel nacional e internacional y que los informadores fabulen relatos falsos, divulguen sucesos inventados, difundan datos maquillados, en definitiva, que engañen al lector con mayúsculas. Cuando nos venden gato por liebre, los consumidores podemos devolver el producto fraudulento. Deberíamos devolver en masa los periódicos que falten a la verdad. O hacer un monumento exhortativo a las plumas desvergonzadas con el papel que de los periódicos que se dedican a difundir falsedades.
El segundo hecho singular es la reacción espontánea de los ciudadanos corrientes. Su reacción ha sido la de parar el ritmo acelerado de los relojes de sus existencias para dedicarse unos minutos a lo verdaderamente importante en la vida, a proteger la integridad del prójimo. Hoteleros, taxistas, dependientes, comerciantes, grandes almacenes como FNAC han ayudado de forma desinteresada a los que directa o indirectamente se han visto afectados por los atentados. Los que no habían donado sangre en su vida hicieron colas para hacerlo por vez primera. No ha habido sensación de desorden en ningún momento. Cuando la humanidad lucha por el bien, hay un orden natural. El desorden y la histeria imperan cuando el mal es rey.
El tercer dato que llama la atención es el atronador rechazo al Borbón y a su señora. La Casa Real realizó numerosas llamadas a los hospitales catalanes donde el personal médico atendía a destajo a la centena de heridos. Ha trascendido a los medios que se llamaba para que los monarcas se hiciesen fotos. Los heridos y sus familias se negaron mayoritariamente a recibir a los reyes. Cuando se desata un movimiento social sin precedentes defendiendo el derecho a la imagen y rechazando la venta del horror con fotos de los heridos, va la Casa Real y se apunta a una sesión de fotos. ¡Qué poco tacto! Ha quedado meridianamente claro que su objetivo principal no era interesarse por la salud de los heridos. ¡Cómo debe sentirse un herido cuando le visita una tropa palatina e instrumentaliza su desgracia personal para que los miembros de una familia que heredan corona y puesto de trabajo puedan salir guapos en una foto! ¡Cómo sería la cosa en Las Ramblas que el propio cortejo regio tuvo que lanzar vivas al viento porque ningún ciudadano que se topó con el séquito real pronunció el ya clásico “Viva el rey”! ¡Qué diferentes fueron las visitas de otras autoridades que sí se interesaron por el bienestar de las víctimas y no consintieron que se filtrase ninguna foto! Todo esto junto con la lejanía explícita del borbón para con sus súbditos es el origen del tsunami ciudadano que ha pasado de la indiferencia al rechazo silencioso de las triquiñuelas palaciegas para justificar la existencia de una familia cuyos gastos exorbitantes pagan los ciudadanos honrados que contribuyen fielmente al erario. De nada sirve que Letizia se compre ropa barata. Es el chocolate del loro. Felipe quería tocar el primer violín en la manifestación de repudio al terrorismo islámico del sábado que viene. La reacción de la CUP no se hizo esperar y anunció que no asistiría si el rey presidía los actos de ese evento. Marcha atrás. A día de hoy sabemos que el rey será relegado a un segundo plano y la CUP asistirá a la convocatoria. Felipe no ha sido castigado por la CUP. Ha sido la ciudadanía sensata que ha dicho “ya está bien” y no está dispuesta a tolerar otra sesión shooting de fotos para legitimar la monarquía borbónica moribunda. Los ciudadanos tenemos las expectativas altas y exigimos discursos llenos de significado de las autoridades, no como los textos repletos de vocablos rococó que le escribe “el negro” a Felipe. ¡Qué pena que las palabras pierdan sus significados porque los que se que dedican al negocio de la prostitución de ideales se sirvan de ellas! Los hablantes nos sentimos vulnerables cuando se ha despojado a las palabras de su significado habitual. Y parte del significado tiene que ser el compromiso con la honestidad de los que emplean la palabra como herramienta de trabajo.
El cuarto apunte es que la comunidad magrebí ha expresado públicamente su rechazo a los ataques terroristas. Este dato reviste gran relevancia porque la comunidad musulmana no había repudiado abiertamente atentados de idéntica índole en otras ciudades, el último de los cuales tuvo lugar en un supermercado de Hamburgo. La comunidad magrebí se echó a la calle sin miedo y entabló conversaciones con la ciudadanía con la que convive a diario. Fue impactante la concentración del lunes 21 de agosto y esperemos que ese espíritu germine para que los atentados en nombre de Dios desaparezcan sin prisa pero sin pausa. Convencer es más importante que vencer, pero requiere más tiempo. Lo primero se logra con la palabra, lo segundo con las armas. El convencimiento es clave para que atentados de esta naturaleza no se vuelvan a repetir. Tomémonos, por tanto, el tiempo necesario para hablar, dialogar, debatir, disentir, discutir y convencer. Todos, musulmanes, creyentes de otras religiones, ateos, agnósticos y seguidores de filosofías pacifistas debemos unirnos para desterrar la barbarie para siempre. La comunidad musulmana ha dado un paso al frente y, en adelante, será un actor político que tendrá mucho que decir en asuntos relativos a la paz y la convivencia entre desiguales. Seguro que el Señor no mandó destruir la humanidad para lograr el paraíso después de la muerte.
Para concluir, toca hablar de la prensa grosera otra vez. El sonrojo es la sensación habitual que sentimos los lectores cuando leemos determinados artículos. Las plumas zafias se superan cada día torciendo los hechos para distorsionar la realidad de tal forma que lo bueno parezca malo y lo grosero se torne exquisito. Es como si un cocinero inventase un puré de potingue para que los comensales ya no pudiesen distinguir entre dulce, agrio, amargo y ácido. Se acabaría el placer de la degustación. Es precisamente lo que hace la prensa pantufla. La última ocurrencia ha sido construir un relato paralelo sobre quién abatió a los cuatro terroristas de Cambrils. Los mercaderes de mentiras difundieron que fue una mujer la que lo hizo. Las manadas de aprendices de graciosos, frustrados avinagrados, agitadores varios, troles a sueldo así como los que ganan su pan en el circo mediático no se hicieron esperar. Con testosterona cincelaron sus mensajes en el ruedo virtual, cada cual más de peor gusto. Señores, cada órgano en el cuerpo humano tiene asignada una función determinada. Sería bueno que empleasen la testosterona donde Dios manda, es decir en sus alcobas. Sepan ustedes que para pintar un cuadro excepcional, construir un edificio fuera de lo normal o escribir un relato brillante, no necesitan ustedes ni testosterona, ni tinta, sólo talento. Y esto último no mora ni en la bilis ni en la bragueta.
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