Catalina de Erauso | Manifestación de la solidaridad internacional en Hamburgo: Los medios alemanes y el periodismo pantuflo ibérico.
Escribí este artículo en julio de 2017 y lo metí en un cajón. Desde la distancia se ve de otra forma.
Con un cielo que cambia cada minuto entre azul radiante, nube blanca de algodón y nubarrón gris da la bienvenida la ciudad de Hamburgo a todos los foráneos que quieren participar en la manifestación-protesta contra el G-20 en julio de 2017. Los lugareños van armados con una gabardina en el brazo porque conocen los feroces aguaceros de su cielo hanseático. Los de fuera, en mangas de camisa. Este día se mostró San Pedro clemente. Si se tuviese que destacar algo singular sobre esta manifestación, destacaría el gran número de oradores que divulgan sus reflexiones con altavoz en más de una decena de camionetas y furgonetas improvisadas cual escenarios móviles que circulan entre los miles de asistentes. Algunos de los oradores dicen que los mandatarios del G-20 “hablan de paz pero hacen la guerra”. Que son el club de Geld-20(Dinero-20). El ingenio alemán es, a veces, hilarante. Me arranca risas y sonrisas. Ya decía Hesse que los chistes son los piojos del cerebro. No en vano es el país de pensadores y poetas. Las pancartas que había fabricado con cartones corrientes recogían consignas como “quien siembra violencia recoge resistencia”, “no hay que habilitar partidas presupuestarias mayores para África. Con robarles menos sería suficiente”. Esta última reflexión se la traslado al Partido Popular.
La manifestación se pone en marcha con cierto retraso en Deichtorplatz pasada la una de la tarde. Desde las 11 de la mañana han participado un sinfín de oradores de diferentes grupos de activistas para explicar que lo que debaten los del G-20 son sus negocios mientras que la manifestación hace hincapié sobre los derechos humanos de todos los ciudadanos del mundo sin distinción de nacionalidad. Muchos de los oradores señalan que esta manifestación será la primera de muchas a venir para decir a los poderosos que el capitalismo tal y como lo entienden ellos ha muerto. El recorrido de la protesta es emblemático. Enfilamos la calle Billy Brandt. Voy detrás de una camioneta pequeña que han habilitado como escenario de música. Un grupo del entorno antifascista de <Rote Flora> “Flora roja” canta en francés e inglés. Entre 10 personas “escoltan” una de las diez camionetas. Van unidos a una cuerda para que la camioneta pueda circular entre los miles de manifestantes y así evitar accidentes involuntarios. En total van una decena de camionetas con diferentes oradores y escoltas voluntarios. Los manifestantes más alevines van en coche empujados por sus padres. También hay muchas cabezas que peinan canas pero asombra que haya muchísimos jóvenes muy jóvenes. Son escolares en los últimos años de bachillerato. Y yo que pensaba que esta era la generación apolítica… A lo lejos avisto a un conocido abogado hamburgués además de profesores y estudiantes de la universidad. La manifestación se mueve a la velocidad de las tortugas con muchas paradas porque, según los organizadores, asistieron 76.000 manifestantes. La policía baraja la cifra de de 50.000. Llama la atención la excelente organización. Cuando los manifestantes de un grupo anterior ralentizan su marcha, paran los de atrás. Y los 10 “escoltas de las cuerdas” cambian de ritmo para que la camioneta ajuste su velocidad. Los oradores repiten cada cierto tiempo proclamas como “respetaos”, “manifestémonos sin violencia”, “el mundo nos está mirando” en un intento de distanciarse de la protesta violenta de la noche anterior en el barrio de Schanze. Los organizadores de la manifestación por la solidaridad internacional o sin límites desean trasladar un mensaje muy distinto al mundo entero. De hecho, no se produce ninguna escaramuza en todo el recorrido. Tardamos 3 horas del comienzo hasta la Holstenstraße. Es más, sólo vi civismo ya sea no tirando basura al suelo ya sea recogiendo una botella solitaria de cerveza Holsten, que se fabrica en la capital hanseática, que algún ciudadano sin escrúpulos medioambientales ha dejado en medio de la carretera. Y así lo hacen constar los innumerables medios de comunicación alemanes tanto escritos como audiovisuales consultados.
Sólo cuando la manifestación estaba terminando con un comunicado en la plaza Heiligengeistfeld algunos periodistas se hicieron eco de algunos actos violentos. Yo no vi ninguno, pero ya no estaba allí. Durante todo el trayecto de cinco kilómetros, la policía estuvo ausente. Vi un grupo de policías de asalto en un cruce de las calles. No eran más de diez y trataban de impedir que se colase alguien por esa calle porque aparcaba delante de un hotel un coche con matrícula diplomática. Después vi dos de los camiones cisterna de la policía apostados en bocacalle Davidstraße, al lado de la comisaría. Me pregunto si estaban allí metidos para que los visitantes atolondrados no encontrasen la calle o para que los puteros de alta alcurnia no fuesen descubiertos en el momento en el que ponían la zanca a la salida del escaparate de la famosísima calle vetada a las turistas de género femenino. Heiko Sander, periodista, informa en la televisión que reina la paz en la manifestación. Cita una anécdota de las muchas que han ocurrido de las que los periódicos surpirenaicos no hablan. Después de que alguien echara una botella a un camión-cisterna, la policía les devolvió un chorro de agua a presión. Los manifestantes se sentaron delante de los camiones en señal de protesta y les pidieron que no lo volvieran a hacer. Los policías, de pie en tesitura de contienda. De repente, los manifestantes les dicen “Helme ab”(cascos fuera), uno se atreve y se lo retira, uno por uno todos se quitan los cascos. Los manifestantes, al verles las caras descubiertas, les aplauden. Les corean, “danke schön” (muchas gracias), “somos pacíficos y vosotros también”, “los policías a sentarse”. Los policías les regalaron una sonrisa sincera aunque ninguno se sentó. Uno de los organizadores les da un apretón de manos. Problema resuelto. La deescalación funciona. Un grupo de niños les lleva de forma espontánea galletas y caramelos a los policías. Y el sentimiento de fraternidad y solidaridad aumenta. Los vecinos del barrio Schanze se han solidarizado con las tiendas cuyos cristales sucumbieron ante las porras de los violentos cuyo único objetivo era destrozar las lunas. De forma espontánea se citan para limpiar las calles. Con escobas, cubos, agua, guantes y estropajos han limpiado las calles y retirado las pintadas de las paredes al día siguiente de la manifestación. Estos actos de humanidad dejan huella en unos y otros y son mucho más eficaces que las porras para lograr determinados objetivos. Y con las porras me refiero a las que se emplean para disuadir a manifestantes y para romper cristales. La sensatez de algunos queda inmortalizada por una foto donde alguien ha pegado con cinta aislante un florero improvisado con margaritas rosas a una farola. Ha escrito, “Blumen statt Steine“, Flores en lugar de piedras. Todo lo anterior es posible porque la ciudadanía alemana se toma la libertad de expresión en serio. Y parte de eso significa que aquellos comentarios soeces o hirientes no cosechan aprobación, sino desprecio. Eso es mucho más eficaz que una prohibición por ley para los que babean improperios.
En los días anteriores a la manifestación por la solidaridad internacional, todos los medios de comunicación alemanes informaban sobre actos violentos hasta vandálicos en el barrio de Schanze. Las imágenes y vídeos dieron la vuelta al mundo en cuestión de minutos. Encapuchados de negro rompieron cristales en tiendas y después las asaltaron, prendieron fuego a decenas de coches, improvisaron barricadas de juguete y arrojaron piedras a edificios y a policías de una forma muy coordinada a juzgar por los vídeos que existen. En honor a la verdad, algunos periodistas han informado en las redes sociales que ellos fueron víctimas de agresiones por parte de algunos miembros de la policía. Sin ánimo de querer justificar agresiones por parte de los miembros de la policía, sí que se puede entender algún que otro funcionario flipe cuando se sabe que los policías están haciendo relevos de 12 horas. Y en algunos casos, es posible que alguno que otro sea por naturaleza violento. Los violentos son una minoría tanto en el grupo de manifestantes como en la policía alemana. Si se pudiese resumir en pocas palabras lo que ha pasado las semanas que siguieron a la cumbre, se podría decir que los alemanes están analizando lo que pasó desde diferentes ángulos. Destacan tres puntos. Los destrozos fueron ocasionados por hordas de personas que vinieron a causar terror, no se sabe a sueldo de quién, los manifestantes fueron pacíficos, las agrupaciones sobre las que se insinuaba que podrían estar detrás de los destrozos han publicado numerosos desmentidos. Mirando ahora a los periódicos nacionales del estado español, todos ellos han incidido en las protestas violentas que se atribuyen a la izquierda radical. La prensa amarilla encabezada por La Gaceta se hace eco de los disturbios y enlaza estos de forma torticera al apoyo de Podemos a las protestas de la ciudadanía organizada. Lo más gracioso del caso es que ABC pone la foto de la dichosa sentada, pero incide sólo en las agresiones a la policía diciendo que los jóvenes iban armados con barras de hierro. En la misma tónica, La Razón, El Español sólo informan sobre los disturbios y las condenas de políticos. Infolibre y El Confidencial se hacen eco de los disturbios pero relativizan haciendo referencia a las palabras de Hartmut Dudde, jefe de operaciones de la Policía de Hamburgo y del alcalde Olaf Scholz. Infolibre también recoge la postura de Emily Laquer, portavoz de la Izquierda Intervencionista. El País del domingo incide en los disturbios pero relativiza con la brigada de limpieza. El Diario recoge incluso la táctica de dispersión con una cortesía exquisita empleada por la policía exigiendo a los encapuchados que descubriesen sus caras. Público presenta la noticia más contrastada y con mejores informaciones. Se hace eco de los disturbios y además entrevista a una representante del partido Die Linke, además de manifestantes. Incide en la suspensión de derechos fundamentales como el derecho de manifestación durante el encuentro del G20 además de los costes ocasionados por este evento. Este pequeño recorrido por la prensa nacional del estado español me hace llegar a dos conclusiones fundamentales. La prensa amarilla con una foto impactante incide en los disturbios, policías heridos y en las condenas de políticos. Periódicos como Infolibre, El Diario o Público relativizan los sucesos insertando opiniones de personas que han entrevistado sobre la marcha u opiniones que han recogido de la prensa alemana. La prensa española no ha hecho el seguimiento de los debates que han desatado la cumbre y algunos actos violentos. Y se está debatiendo mucho.
La prensa pantufla es la que no hace referencia al hecho de que castigaron a Trump a la esquina y a Rajoy a la última fila. La cancillera no quiere dejarse ver con según quién. Oculta que hubo muchísimos momentos de fraternidad que han pasado desapercibidos a la prensa amarilla española. Y estos dos argumentos muestran a las claras que algunos medios de comunicación siempre escogen porciones de realidad para despertar y mantener el morbo de los depravados y atraer a los indiferentes. Los que se dedican a informar intentan poner los hechos en contexto poliédrico donde caben muchas percepciones y opiniones.
En cualquier caso, la sensatez de la ciudadanía hamburguesa en general contrasta con algunos atisbos de violencia que parece que perseguían ese fin en sí mismo.
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