Begoña Zabala.- Cuando se produjo el pasado 7 de julio, en Iruñea, la violación de una joven madrileña, por parte de cinco hombres, a muchas de nosotras nos vino a la memoria la reciente charla que habíamos oído a Rita Laura Segato en las exitosas Jornadas Catalanas de la Dona “Radicalmente Feministas”, en el mes de junio pasado. También la habíamos oído en Bilbao, en el Tribunal Internacional de Derechos de las Mujeres “Viena +20, Euskal Herria 2013”.1 Estudiando y haciendo investigación sobre violadores y agresores sexuales encarcelados en Brasilia tiene la posibilidad de llegar a conclusiones interesantes sobre los móviles y las causas subjetivas de los mismos. Profundizar en el caso “Ciudad Juárez”, en lo que se ha convertido en el caso paradigmático del femi(geno)cidio de América Latina, y quizá del mundo, le acerca a explicaciones y motivaciones ancestrales e históricas de pertenencia a la tribu del macho viril. Huyendo de explicaciones superficiales y sencillas, como el exceso de alcohol, o el impulso sexual, o el odio a las mujeres,… y complejizando un poco el entramado de dominación patriarcal, es como estamos desvelando los mecanismos de esta violencia machista asesina. Así, pensamos algunas feministas que podemos plantar cara a las agresiones. Desde nuestros análisis, razonamientos, mediaciones, instrumentaciones, empoderamiento, acompañamiento. Y menos, y con bastante desconfianza, desde las medidas netamente policiales.
Dicho de forma muy esquemática y algo simplona lo que destaca en sus análisis Segato es el carácter de violencia expresiva que supone la violencia sexual contra las mujeres. Y en el ejercicio de esta violencia señala el eje de interlocución horizontal desde el violador que va dirigido a los pares, a los otros hombres. Y dice literalmente: “Es por su calidad de violencia expresiva, más que instrumental –violencia cuya finalidad es la expresión del control absoluto de una voluntad sobre otra- que la agresión más próxima a la violación es la tortura, física o moral. Expresar que se tiene en las manos la voluntad del otro es el telos o finalidad de la violencia expresiva” (…).
“Es posiblemente el descubrimiento de un eje horizontal de interlocución el aporte más interesante de mi investigación entre los presidiarios de Brasilia. Aquí, el agresor se dirige a sus pares, y lo hace de varias formas: les solicita el ingreso en su sociedad y, desde esta perspectiva, la mujer violada se comporta como una víctima sacrifical inmolada en un ritual iniciático; compite con ellos, mostrando que se merece, por su agresividad y poder de muerte, ocupar un lugar en la hermandad viril y hasta adquirir una posición destacada en una fratría que sólo reconoce un lenguaje jerárquico y una organización piramidal.”
Pues así visto, muchas cosas de las que hemos ido conociendo a lo largo de estos casi seis meses de instrucción, sobre todo a través de los medios de comunicación, sí que nos hace pensar en estos mismos términos. Resulta que la acción de los cinco imputados por la violación es repetidamente filmada para, sobre todo, pasar las imágenes a su colegas, o lo que sean, miembros de su tribu, y alardear de lo que van a hacer, de lo que han hecho, de lo que piensan que pueden hacer,… Realmente muy parecido a los rituales iniciáticos. Y por lo que se ve, el resto de sus pares, a quien van dirigidos los mensajes, asienten y aprueban. Y quizá algo más. Que conste que insistir en este prisma y analizar su funcionamiento y mecanismo, no quiere decir desterrar otros prismas de la agresión. Estamos analizando para dar respuestas y sólo sabiendo las causas reales podremos de forma radical batallar contra ellas.
Posibles respuestas desde el feminismo
Desde los inicios de nuestro pujante movimiento feminista de los 70, fue la tarea principal desvelar los mecanismos de dominación violenta que presiden el patriarcado. Hay que decir que es una tarea ardua, pues nuestros entornos, o no le daban la importancia que nosotras veíamos, o sólo se fijaban en las manifestaciones más graves y extremas en el aspecto físico, o minimizaban el fenómeno en una mezcla de explicación de violencia y machismo hay en todos los sitios y la vida privada es lo que tiene, que no se puede controlar ni reglamentar.
Cuando se dieron los primeros pasos, se consiguió un gran avance en la visibilización del mundo del agresión sexual en los espacios públicos, por hombres que no eran del mundo relacional de la víctima. Pero no podíamos traspasar el umbral del dulce hogar, donde sabíamos que se producían agresiones y era imposible denunciar. Con la complicidad y el apoyo de la Iglesia Católica que a la violación matrimonial le denominaba débito conyugal.
Pasado el tiempo hemos tenido que comprobar, un poco atónitas e incrédulas, cómo el feminismo institucional de corte neoliberal, nos ha endosado una definición y una concepción legal de violencia de género que excluye a las mujeres que son agredidas fuera del entorno familiar, conyugal o ex-conyugal. Y no contentas con esto, mientras niegan que un asesinato de una mujer que se resiste a tener relaciones sexuales con un hombre, con quien no tiene o no ha tenido relación matrimonial o similar, sea violencia machista o de género, sí lo sería el no pagar la pensión a las criaturas habidas de un matrimonio. Paradojas de llegar al poder que nos estaba vetado.
Estos y muchos más debates y batallas que ha tenido el movimiento feminista en los últimos cuarenta años, se señalan para que se visibilice el esfuerzo realizado y que ninguna se quede muda cuando algún entrevistador ingenuo nos recrimina, casi con dureza diciendo, “¿y las feministas no hacéis nada ante estos terribles casos de violencia contra las mujeres?”. Pues sí, y lo primeo que hacemos es tratar de explicar y explicarnos también a nosotras mismas a qué se debe esta respuesta violenta por parte de los hombres. A qué se debe este rebrote de violencia gratuita contra las mujeres. Y sobre todo, cómo vamos a enfrentarla.
Así que en este trabajo de análisis y profundización de la violencia machista, o violencias machistas, se ha metido mucho empeño y se está llegando a explicaciones que, lejos de ser tan simples como el conocido eslogan institucional de “mujer denuncia, tú puedes decir que no y acabar con esto”, muestran la complejidad de los lazos de dominación patriarcal y su imbricación en el contexto actual de globalización, para poder contestar con medidas adecuadas. Nos negamos a aceptar que es el modelo neoliberal globalizador el que pone en la picota de la violencia machista a millones de mujeres que son objeto de tráfico y secuestro, o que las obliga a emigrar para trabajar en condiciones ínfimas, o que son agredidas sexualmente en lugares de detención o en las cárceles, o que son obligadas a parir contra su voluntad, o que son esterilizadas, o que no disponen de su propio cuerpo en sus relaciones de pareja… Existe algo más en esta violencia persistente contra las mujeres, aunque hay que asentar que esta dominación masculina, tiene alianzas muy, muy fuertes con el modelo capitalista en su deriva actual.
Y todo esto lo señalamos, refiriéndonos al caso concreto de Iruñea, porque cuando el movimiento feminista contesta, responde, lucha, batalla, contra la violencia machista, lo hace con todos su argumentos y consideraciones. La contestación, y en modo muy importante, pasa por el relato y su ajuste de cuentas. No solo sobre los hechos, que a veces también son confusos y manipulados, si no específicamente sobre la lectura que hacemos de los hechos, sobre lo que se denomina el relato. Y en esto no se consensúa, ni se rebaja, ni se trapichea, ni un ápice.
Estamos lejos del discurso y de la práctica que supone que denunciado el hecho o los hechos, los violentos son detenidos y juzgados, y condenados, probablemente, y ya es caso resuelto, en la jerga de la policía o de los tribunales. Así que nuestra primera pelea es contar lo que ha pasado e interpretarlo. Y aquí, y en este caso en concreto, es donde hemos encontrado en el caso de sanfermines de este años nuestras mayores discrepancias y desencuentros, con lo que se está moviendo en la llamada opinión pública, en foros, en medios de comunicación. Y por supuesto, en los ambientes donde aparecen los que de defienden a los imputados, que además de tener un relato netamente machista de lo sucedido, difieren también en los hechos.
El relato en las respuestas
Ahora mucha gente pensará que las feministas nos hemos pasado con armas y bagajes a las filas de la postmodernidad de aspecto más tocho y nos vamos a dedicar a escribir páginas y volúmenes sobre esto del relato auténtico, porque lo digo yo. Pues no. No va a ir de eso.
Desde el movimiento feminista hacemos un relato, o tratamos de hacerlo, de forma más versátil. Nuestras manifestaciones, performances, panfletos, también artículos, canciones, presencias y ausencias, dan cuenta de lo que contamos. Y por eso precisamente, es ahí donde se producen los desencuentros y las diferencias con otras corrientes o con otros relatores.
En vísperas de las fiestas, y como paradigma el día 9 de abril, salimos al espacio público. Mujeres, feministas de todo tipo que acuden al llamado, organizaciones alternativas, y el lema es parte de nuestro relato y lo encabeza “Feministok prest. (Mujeres preparadas, listas). 11 eraso, 12 erantzun (11 agresiones, 12 respuestas). Vuestras agresiones tendrán respuesta” Se ocupa la calle, el espacio público. Protagonizan las manifestación los cortejos de mujeres, de tipos muy diferentes. Y se extiende el mensaje, también en público. Es un ejercicio de construcción y coordinación del sujeto colectivo, movimiento feminista. Es un relato potente. Y se hace una lectura de todas las actitudes, acciones, actividades, imágenes, gestos,…. que consideramos violencia, y a las que vamos a responder. Nosotras mismas. No entramos en debates leguleyos. Esto no lo vamos a consentir.
Además se hace un ejercicio de alianza y de contestación plural y diversa. Con otros colectivos, partidos, grupos, grupúsculos, gentes que también apoyan y luchan. Nos une la consigna. Vamos a responder. De diferentes maneras.
En esta manifestación y en otras que se hacen en las localidades para fiestas, se escenifica muchas veces la propia ocupación de la calle, solo desde las mujeres, en los espacios festivos y alrededores, que es donde se producen con muchas frecuencia las agresiones. Vestidas de negro y encapuchas, o no; con antorchas o sin ellas; megafonías en mano y con cantos; performances de desnudamientos propios, ante las miradas críticas y mojigatas, de quienes no desnudan con la mirada sin nuestro consentimiento; quema de símbolos especialmente agresivos; pintadas con nuestras reivindicaciones….
Y así vamos haciendo el relato. Vamos contando cómo se producen las agresiones y cómo las vamos a contestar. Las consignas florecen: “Si agreden a una agreden a todas”.“ En la duda, tú la viuda”. “Ninguna agresión sin respuesta”. ”Polla violadora a la licuadora”. ”No es no”….
Este relato también pasa por nuestras acciones de contestación concreta. No lo cuento, ya es sabido y también es asumido el éxito que tuvo la movilización feminista, con el apoyo popular, ante la violación de sanfermines.
Sólo un apunte, porque he hecho una referencia a las presencias y a las ausencias. Nuestra política de respuesta también hace un relato que no quiere estar en determinados espacios. No queremos compartir relatos que no nos incumben, que nos alejan, que se empeñan en que hay que demostrar la inocencia, la resistencia, la no provocación. Que nos tachan de imprudentes porque nos vamos de fiestas y hacemos cosas que nos acercan a los peligros. Mezclan los debates de una violencia sistemática y letal contra las mujeres, con el exceso de alcohol, de drogas, de toros, de fiesta…. Intimidan a las jóvenes, para que no salgan solas a las fiestas, para que se “comporten”, para que no den oportunidad a,…. Estamos hablando de nuestra ausencia en muchos foros y tertulias. Muchas veces no nos llaman, no seamos ingenuas. Otras veces no queremos acudir. Lo mismo que hacemos el relato, elegimos los medios para contarlo. Como se puede comprender no hemos acudido a ninguna tertulia donde comparece alguno de los abogados defensores para tener que demostrar que una mujer violada por cinco hombres, no opuso resistencia ante tal hecho, y en realidad se trataba de un juego de sexo en grupo, para que luego lo disfrutasen los otros machos de la fratría y así, efectivamente, diesen el visto bueno viril a estos alevines principiantes en primero de macho-man.