Tomás F. Ruiz.- El Bosque de Acero, también conocido como Glass Pavillion de Cuenca, es un pabellón acristalado con cerca de tres mil metros cuadrados de superficie que fue diseñado por un equipo de arquitectos bajo la dirección del Rafael Moneo.
La construcción de este pabellón, con la intención de utilizarlo como espacio multicultural, costó más de ocho millones de euros a las arcas municipales. Francisco Javier Pulido, entonces alcalde de Cuenca, lo definió en mayo del 2008 como “un nuevo e importante recurso que contribuirá a dar solidez a la candidatura de Cuenca como Capital Cultural Europea en el año 2016”. Apenas un año después de su inauguración fue dado como inservible a causa de las filtraciones de agua que experimentaba su techumbre. Nunca se procesó a ninguna de las empresas implicadas en el fraude, ni se pidieron responsabilidades por malversación de fondos públicos a los políticos municipales implicados en el escándalo.
Cuenca nunca fue declarada capital cultural europea para el 2.016 y la segunda fase programada para el futurista edificio de Cuenca -que iba a costar otro medio millón de euros a las arcas municipales-, nunca se llevó a cabo. En las celebraciones y eventos del veinteavo aniversario de la declaración de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, que se han llevado a cabo a lo largo de todo este año 2.016, las preguntas sobre el futuro del Bosque de Acero han sido expresamente acalladas. Siguiendo indicaciones muy concretas, ninguno de los medios locales de Cuenca ha sacado a relucir este escandaloso fraude en sus páginas. Tampoco la oposición municipal (entre la que se encuentran varios miembros de Podemos) ha solicitado explicación alguna hasta el momento, ni en los plenos municipales, ni a través de ningún otro medio.
Concebido como un espacio multiusos para albergar exposiciones, conciertos, representaciones de teatro, talleres, celebraciones de todo tipo y pequeñas ferias, el edificio nunca vio la luz en ninguna de estas funciones. Inutilizado por las goteras, el Glass Pavillion de Cuenca lleva ya más de quince años sin ninguna actividad y se encuentra en progresivo estado de abandono. Para los ciudadanos conquenses el Bosque de Acero en ruinas es un símbolo más de la consensuada y cómplice corrupción administrativa, política y judicial que impera en Cuenca.
Filtraciones en su estructura
En febrero de 2010, tres meses antes de su inauguración, ya se evidenciaron las primeras filtraciones de agua en su estructura. El Ayuntamiento se apresuró entonces a atribuir a temporales de lluvia y nieve aquel inesperado desperfecto. A finales de este mismo año hubo que retirar las obras expuestas y suspender futuras exposiciones por las permanentes filtraciones que presentaba el techo cada vez que llovía.
El Ayuntamiento de Cuenca ocultó entonces que estas goteras se producían a causa de una silicona incorrecta utilizada en los paneles de cristal. Los peritos de las diferentes compañías aseguradoras encargadas del edificio fueron convocados para un examen y se evaluaron los daños. El diagnóstico fue concluyente: el material utilizado para el sellado de los paneles de cristal estaba deteriorado hasta tal punto que presentaba grietas. La única solución era retirar todas las junturas de los paneles y sustituirlas por otras en buen estado, actuación que obligaba a desmotar prácticamente todo el edificio y reconstruirlo de nuevo. Según fuentes oficiales, esta reparación superaba el medio millón de euros y debía correr a cargo de la empresa encargada de la instalación del acristalamiento. Nunca se llevó a cabo y tampoco nunca el Ayuntamiento de Cuenca inició acciones legales de ningún tipo encaminadas a demandar a los responsables de este desperfecto. Toda esta compleja y ambiciosa estructura, diseñada por el prestigioso arquitecto Rafael Moneo, había resultado un completo fraude. Hoy el futurista edificio se ha ido deteriorando progresivamente hasta convertirse en inutilizable.
Silencio administrativo
Para salir del paso, el anterior alcalde de Cuenca, Juan Ávila (PSOE), se limitó a declarar en la pasada década que “en el Ayuntamiento estamos dándole vueltas al uso que podría tener una edificación en su estado”. Estas declaraciones cayeron en saco roto, ya que nunca volvió a ser utilizado, ni para exposiciones ni para ningún otro uso. El alcalde actual, Ángel Mariscal (PP), sigue manteniendo el mismo silencio encubridor y la misma actitud de “mirar para otro lado”, escudándose en el silencio administrativo.
El Ayuntamiento de Cuenca tampoco da ninguna contestación a por qué deja impune este fraude de dinero público. Las inversiones públicas realizadas se han dado tácitamente por perdidas y tampoco se ha investigado si existe o ha existido algún tipo de relación (comercial, administrativa o incluso familiar) entre el actual alcalde de Cuenca (o entre alguno de sus antecesores) y las empresas implicadas en el fraude. No hay constancia de que se haya iniciado ningún trámite judicial para esclarecer y exigir las responsabilidades civiles y penales de un fraude de este calibre.
Populares y pesoístas de Cuenca se dan la mano como cómplices en este caso de escandalosa y prolongada corrupción administrativa.
La fiscalía también calla
Por su parte, el fiscal jefe de Cuenca, José Ernesto Fernández Pinós, a pesar de la notoriedad de la estafa, tampoco ha iniciado investigaciones ni consta que hasta el momento haya abierto ningún procedimiento judicial para encontrar al culpable. El cómplice silencio del Ayuntamiento de Cuenca y la negligencia de la fiscalía, han permitido a los estafadores salirse con la suya y no desembolsar ni un euro de la responsabilidad económica que les correspondía.
A lo largo de los últimos años, el futurista pabellón del Bosque de Acero se ha convertido en refugio de vagabundos. La policía de Cuenca se pasa periódicamente por allí para desalojarlos.