Iñaki Gil de San Vicente.- 2017 va a ser año de conmemoraciones: 150 aniversario de la publicación del libro I de El Capital; 100 aniversario de la revolución bolchevique; 50 aniversario del asesinato del Che; 50 aniversario de la segunda parte de la V Asamblea de ETA… Además, estas efemérides vienen marcadas por el hecho de que ahora, en 2016, se cumplen 25 años de la implosión de la URSS. Si aceptáramos la numerología cabalística y pitagórica creeríamos que alguna energía o ente esotérico ha determinado la conjunción de tales fechas para, desde una dimensión astral inaccesible a la racionalidad humana, recordarnos el definitivo fracaso de la teoría marxista.
2017 va a ser un año de intensa lucha teórica y ética entre el marxismo y la ideología burguesa. Si 2016 lo ha sido especialmente por la descomposición de la URSS, el año que aguarda a la vuelta de la esquina será el de la confrontación general no solo en el plano de las ideas sino fundamentalmente en el de la reelaboración de una alternativa socialista al imperialismo: ¿Existe otra salida al capitalismo que no sea ese indefinible «postcapitalismo»1 esencialmente reformista porque elude deliberadamente la cuestión de la toma del poder? Frente a tanta demagogia, el comunismo se presenta como la necesidad2 por excelencia que debe resolver nuestra especie, tal como argumenta J. Beinstein.
Hemos escogido el 50 aniversario del asesinato del Che para esta lucha ética y teórica por su candente actualidad y su carga de futuro. Denigrar al Che es lo mismo que denigrar al socialismo. La prensa burguesa lleva medio siglo haciéndolo y recientemente un diario de centro-derecha imperialista ha dado un paso más en el periodismo de guerra intelectual contra el Che3. Que nadie se engañe, la confrontación teórica entre el capital y el trabajo es una guerra intelectual en la que todo vale con tal de destruir la conciencia crítica, imprescindible para la libertad que, según Aminta Beleño Gómez:
La conciencia crítica es la que nos otorga sentido de la existencia, la que nos ubica en la clase correcta, la que nos impide avalar hechos deshonestos en la fila de la revolución, y nos dicta línea en momentos de incertidumbre4.
Una de las funciones del periodismo de guerra es la de ocultar la fuerza simbólica de la praxis: al Che le cortaron las manos una vez asesinado5 para negar su praxis, la dialéctica entre la mano y la mente, el hacer y el pensar que le caracterizaba, al igual que en 1973 a Víctor Jara le cortaron los dedos y la lengua, y le macharon las manos antes de asesinarlo6 porque sus canciones eran y son un arma estética de conciencia crítica. En la praxis del Che, las manos empuñaban ora el fusil ora la pluma y el libro, siempre en función de un plan, de la táctica del momento que se regía por la estrategia adecuada para la toma del poder político. Luis Suárez Salazar insiste en la interacción de las formas de lucha, organizativas y de vanguardia, en la dialéctica de lo objetivo y subjetivo, etc., como características del Che, huyendo siempre de todo dogmatismo7.
Semejante flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades explica que la supervivencia del guevarismo, que ha ido cambiando de significado al son de las exigencias de la lucha antiimperlista. Fernando Martínez de Heredia señala tres fases: hasta los años setenta en la lucha contra las dictaduras; hasta los noventa en la denuncia crítica de la degeneración de los países del Este; y en la actualidad mediante la lucha cultural, anticapitalista y socialista. Ahora son cuatro las aportaciones del guevarismo: la intransigencia contra toda opresión; restablecer la propuesta socialista; denunciar el «socialismo» pasado pero reivindicando sus jornadas heroicas y proféticas; y luchar por la ética, el marxismo y la cultura anticapitalista sin descalificaciones a priori8.
Para Néstor Kohan:
El guevarismo constituye la actualización del leninismo contemporáneo descifrado desde las particulares coordenadas de América Latina. Esto es: una lectura revolucionaria del marxismo que recupera, en clave antiimperialista y anticapitalista al mismo tiempo, la confrontación por el poder, la combinación radical de todas las formas de lucha y el enfrentamiento a fondo contra todas las formas de dominación social (las antiguas o tradicionales y también las formas de dominación aggiornadas o recicladas)9.
Estando de acuerdo con los autores, nosotros, por la brevedad del texto, exploraremos la quíntuple valía de su pensamiento: internacionalismo, socialismo, partido y dialéctica, hombre nuevo y derecho a la rebelión. La cuestión del poder, del Estado, aparece implícita o explícitamente en cada una de ellas. El Che lo dijo así:
El poder es el objetivo estratégico sine qua non de las fuerzas revolucionarias y todo debe estar supeditado a esta gran consigna […] La toma del poder es el objetivo mundial de las fuerzas revolucionarias10.
Como veremos, en el Che, al igual que en el resto de las y los marxistas, es imposible separar absolutamente los diversos componentes de su concepción del mundo: forman una totalidad en la que sus partes se implementan y refuerzan. Intentaremos delimitarlas analíticamente por unos instantes manteniendo siempre su unidad sintética y sinérgica. Si perdemos de vista esta unidad interna no descubriremos por qué el pensamiento del Che aguantó la prueba de los profundos cambios mundiales que empezaron a producirse justo en el momento de su muerte.
Internacionalismo
Ernesto Guevara fue asesinado cuando tenía 39 años, en octubre de 1967, justo cuando el capitalismo empezaba una crisis que superaría en formas y contenidos a los dos grandes hecatombes anteriores, la de 1873-1896 y la de 1929-1945. A los nueve meses de su muerte estallaba el mayo 68, la oleada prerrevolucionaria que colearía hasta mediados de los años ochenta. La crisis era muy seria y apuntaba ya un componente «nuevo», el del agotamiento de los recursos, el calentamiento climático, etc., es decir, lo que ahora se define científicamente como crisis socioecológica y que el Club de Roma, fundado en 1968, muy poco después de destrozado el Che, ya empezaba a analizar internacionalmente.
La crisis se anunciaba muy dura: en 1971 el dólar se hunde y la tasa media de ganancia mundial retrocede en 1974-1975 a los niveles de 1929-1933. Entre 1973-1976 golpes militares en Chile, Uruguay y Argentina y el monetarismo de 1975 en Alemania Federal, inauguran la era neoliberal, reforzada entre 1979-1981 por Gran Bretaña y Estados Unidos, en 1982-1984 en los Estados español y francés…
Para finales de los setenta el imperialismo ha adaptado el sistema internacional desarrollado en Bretton Wodd en 1944 a sus necesidades del momento que pasan, sobre todo, por destrozar el proteccionismo de los Estados y pueblos dejándolos indefensos ante el capital financiero. El llamado Consenso de Washington de 1989 expresa la nueva fase que al poco saborea la aparente victoria definitiva con la implosión de la URSS en 1991 y el Tratado de Maastrich de 1992 en Europa. Pero algo no funciona bien en el interior del capitalismo porque en ese mismo 1992 Japón, la otra gran potencia mundial, entra en una crisis de estancamiento que se agudizará internacionalmente en subcrisis parciales desde mediados de los noventa cada vez más graves e interconectadas hasta el estallido de 2007.
¿Cómo se había esfumado el triunfalismo imperialista? Muy sencillo: las contradicciones internas del sistema del capital seguían actuando a pesar de las medidas salvajes de los Estados para anularlas. Si el neoliberalismo se impuso y si se dio impunidad absoluta a la irrupción del capital ficticio y todas las formas de derivados fue gracias a los Estados y sus «emanaciones supranacionales»11 para compaginar de mil maneras posibles las medidas que contrarrestan la tendencia a la caída de la tasa de ganancia.
Para desatascar la crisis iniciada a finales de los años sesenta, el imperialismo decidió liberar al capital financiero de las limitaciones de los Estados débiles, dependientes y sojuzgados: el llamado Norte necesitaba sus mercados, recursos y riquezas para reactivar sus economías. Las guerras en su forma bélica, cultural, alimentaria, económica, diplomática, climática, etc., fueron y son un arma decisiva para imponer el Consenso de Washington. Para finales del siglo XX había concluido lo que Jorge Beinstein definió como «mutación estatal-militar-financiera del capitalismo»12 y que en Nuestra América se plasma en la expansión de las fuerzas destructivas13.
La burguesía se abalanzó así al llamado «capitalismo de casino» en el que el «dinero loco» se multiplicaba tanto en las finanzas legales como en las criminales14: las rentas de las sociedades financieras que en 1960 tenían un índice de 20 llegaron a 160 en 2006, y en ese momento los bancos prestaban cuarenta veces más de lo que podían garantizar con sus propios fondos15. Pero el globo estalló en ese momento de euforia suicida porque, como un topo, las contradicciones esenciales del capitalismo minaban los beneficios a nivel mundial desde que se tienen datos fiables16: en 1869-1870 la tasa media de ganancia era del 40% bajando hasta el 20% en el período de 2007-2013. En 2012 un informe interno de Estados Unidos avisaba que para 2030 habría dejado de ser la potencia mundial dominante. Desde entonces el imperialismo yanqui se ha lanzado a la desesperada para evitar ese desastre.
Pero como la tasa de beneficio tiende a la baja, una de las pocas formas de obtener recursos para mantener el poder mundial es, además del expolio de la naturaleza y de la superexplotación de la humanidad trabajadora, el endeudamiento. La deuda yanqui es la mayor del mundo y es impagable, pero también se ha disparado la deuda mundial: si en 2007 era de 142 billones de dólares que suponía el 269% del PIB del planeta, en 2014 ha llegado a 199 billones de dólares, el 286% del PIB mundial17: ¿quién pagará la deuda impagable?
Sin embargo, la forma absoluta de endeudamiento es la que el capitalismo adquiere con la naturaleza al comerse el futuro: el 8 de agosto de 2016 fue el «día del exceso»18, el día a partir del cual todo lo que se consuma corresponde a lo que se debería consumir desde el 1 de enero de 2017. Recordemos que en 2014 el día del exceso fue el 18 de septiembre, que en 2015 fue el 12 de septiembre y que en 2016 ha sido el 8 de agosto, es decir, el modo de producción capitalista se come el futuro cada vez más rápido.
Al interior de la crisis actual bulle la «triple D», depresión, deflación y deuda, lo que hace que se agudicen aún más sus contradicciones internas. Si a ello le juntamos el agotamiento de los recursos, comprendemos la razón del acaparamiento de tierras por el capital, por las grandes empresas apoyadas por sus Estados-cuna. La compra de tierras por las transnacionales y Estados poderosos en otros países, para ser explotadas no según los intereses de sus pueblos sino en beneficio del capital extranjero, es una práctica creciente pero apenas conocida en vida del Che.
Ya en 2011 la izquierda era muy consciente de los peligros de las propuestas que hacía el Banco Mundial para facilitar la «enta libre» de tierras al capital extranjero: facilitar las inversiones exteriores; suprimir las leyes que impidan la propiedad extranjera de las tierras; eliminar las restricciones para la exportación de alimentos; evasión de regulaciones sobre el empleo de organismos genéticamente modificados; debilitar los poderes defensivos de los Estados soberanos antes las presiones del capital extranjero…19
Tales cambios a la fuerza generan adaptaciones en la ideología burguesa para justificar sus nuevas formas de dominación. Podemos cerciorarnos de los cambios habidos en las visiones del internacionalismo entre 1967 y 2016 leyendo la crítica de Claudio Katz a los globalistas y cosmopolitas20: en medio siglo han aparecido corrientes político-ideológicas marginales o inexistentes en vida del Che, o peor, que resurgen de la economía neoclásica del último tercio del siglo XIX, furibundamente antimarxista y reaccionaria. De alguna forma, casi todas ellas justifican la liberalización de la venta de tierras.
La acaparación de tierras va unida a la acaparación cultural porque, para los pueblos, tierra y cultura son una unidad21 que debe ser defendida a toda costa. La industrialización transnacional de la cultura imperialista yanqui apenas existía en la mitad de los años sesenta. Su expansión incontenible fue posterior. El papel de la prensa y de las «ciencias sociales» en el sometimiento de los pueblos era ya innegable a finales de los sesenta como dejó claro Armand Matterlard en 1971 con un texto que mantiene su vigencia22. Pero para comienzos del siglo XXI la libre circulación de la cultura imperialista era una de las armas más dañinas de opresión nacional23.
Estas y otras transformaciones nos llevan al debate crucial sobre el ritmo de avance de la subsunción real sobre la subsunción formal, de exterminio de la independencia de la humanidad trabajadora frente a la lógica del capital como agujero negro que lo succiona todo, lo mercantiliza y lo integra en la reproducción ampliada del capital. El Che vivió una fase histórica previa en la que solo se podía prever los cambios en algunas de sus formas. Aun así acertó, por ejemplo cuando criticó a la URSS y a China Popular por el trato que daban a Vietnam en plena guerra antiimperialista24, o cuando predijo con insistencia que la cada vez más dura opresión de Nuestra América por el imperialismo generaría luchas revolucionarias como hemos leído en la cita segunda del inicio de este texto.
La actualidad sustantiva del Che en esta fase capitalista se basa en que supo entender en la práctica cómo funcionaba la contradicción. En el Cuaderno Verde de apuntes en Bolivia el Che escribió:
Método de Marx. Marx, Hegel, (Althusser). (Marx y Feuerbach).
Materialismo dialéctico. Cómo funciona la contradicción. Enigma: la contradicción del comunismo.
Marx, científico puro y revolucionario: su subjetividad (su «apuro». La madurez capitalista. El tránsito pacífico)25.
¿Cómo funciona la contradicción? ¿Tendrá contradicciones el comunismo? ¿Ciencia y revolución? ¿Tránsito pacífico y/o violento según los casos? El Che hace suya la divisa preferida de Marx –De omnibus dubitandum26– y la aplica a todo, incluso cuando critica el chauvinismo de la URSS, su falso internacionalismo y el que la CAME socialista fuera «una olla de grillos»27. La dialéctica le facilitó moverse en los problemas decisivos por encima de las ambigüedades de la teoría del imperialismo que se manejaba en su tiempo y que en buena medida surgía de la imprecisión del concepto de «capital financiero»28 desarrollado por Hilferding, que se ha vuelto aún más peligrosa ahora, cuando existe una lista casi inagotable de formas legales e ilegales, sobre todo en la «zona gris», de movimientos financieros.
Conviene saber que el objetivo central de Lenin al escribir su libro sobre el imperialismo no era tanto realizar el estudio definitivo, sino el de elaborar un sólido documento de lucha política y teórica contra el pacifismo socialdemócrata y reformista en aquella fase de la lucha de clases29, objetivo logrado con creces y plenamente actual. Pero por eso mismo no se dieron cuenta que algunas de sus tesis estrictamente económicas había quedado superadas para mediados de la década de los años setenta.
La visión mundial que se desprendía de la teoría general del imperialismo dominante en los años treinta y en la que se formaron el Che y miles de marxistas se basaba en una serie de principios: el imperialismo es una nueva etapa del capitalismo surgida a finales del siglo XIX; el capitalismo monopolista opera sobre la base del Estado burgués-nacional; el capital monopolista lleva al estancamiento de las fuerzas productivas; el capital financiero surge de la fusión del capital industrial con el bancario bajo la supremacía de este sobre el industrial, lo que atrofia el desarrollo económico; y las tensiones entre los capitales financieros por el dominio del mercado posibilitan conflictos entre sus respectivos Estados y entre estos y los Estados y pueblos que se resisten a sus exigencias. Ahora bien, por debajo de esta visión cierta palpita la ambigüedad entre la ley del valor como ley rectora del capitalismo, que rige los precios, y el poder del capital monopolista para imponer sus precios al margen de la ley del valor30.
Ahora el capitalismo imperialista no se limita a exportar capitales sino que explota directamente a los trabajadores de los países empobrecidos; ya no los exprime mediante el comercio sino también mediante la producción en su interior. Ahora, los capitales exportados se destinan a crear fábrica en los países dependientes, explotando directamente a sus trabajadores en beneficio de la metrópolis que extrae sus ganancias no solo de los intereses de los capitales y del comercio que ella controla, sino sobre todo de esa industrialización dependiente. Ahora, además del auge del capital financiero, la exportación de capitales se realiza mayoritariamente entre los Estados imperialistas, lo que multiplica su poder sobre los Estados dependientes31.
Pues bien, según Peter McLaren: «El Che anticipó el imperialismo posnacional del capital coordinado por las poliarquías corporativizadas transnacionales en su insistencia por crear –por cuales quiera que fuesen los medios necesarios– un proletariado internacional»32. Aquí radica el secreto de la vigencia del Che.
Socialismo y conciencia
Según Ernest Mandel en el debate económico de 1963-1964 se dilucidaban cuatro cuestiones principales y algunas otras subsidiarias: la organización de la industria, la importancia de los estímulos materiales en el socialismo, el papel de la ley del valor en la transición al socialismo, y la naturaleza de los medios de producción estatizados33. En contra de lo que quieren hacernos creer, los cuatro problemas son más vigentes ahora que hace cincuenta y dos años porque el tensionamiento de las contradicciones las replantea ahora con una urgencia superior a la de entonces, que era vital. Ahora, la respuesta a la sola pregunta ¿puede sobrevivir la humanidad sin acabar con la ley del valor? es de vida o muerte.
En realidad, el debate sobre la ley del valor ya está enunciado sucintamente en textos de Marx y Engels, pero se hizo fundamental desde las discusiones soviéticas sobre la NEP y sus efectos negativos34. Luego reaparecieron a la muerte de Stalin y se agudizaron hasta la mitad de los años sesenta, coincidiendo con el debate en Cuba. Tras la muerte de Mao en 1976 se inician las reformas económicas en 1978 hacia un «socialismo de características chinas» en el que el mercado dirigido por la ley del valor se impone cada vez más sobre la planificación estatal35. Muy significativamente, Bujarin, el principal defensor del «socialismo de mercado» y autor en 1925 de la consigna «¡Enriqueceos!»36, fue editado y discutido en China Popular37. De cualquier modo, en lo que respecta a la ley del valor Stalin y Mao asumían la tesis de que podía y debía funcionar en el socialismo, más o menos «sujeta a la planificación», creencia que el Che38 rechazaba categóricamente.
Según Luiz Bernardo Pericás, el Che no estaba de acuerdo con las líneas económicas que se estaban implementando en la URSS desde la mitad de los años cincuenta, en las que la descentralización de las empresas era defendida de un modo u otro, con diversos énfasis, por economistas como Novojíkov, Líberman, Trapéznikov y Kantónovich. Los debates en la URSS se intensificaron desde 1962 y concluyeron en 1965.
Los reformistas proponían que: «el plan para una empresa debería establecer el total de la producción en términos muy generales, pero los pormenores de la implementación de ese total deberían quedar a cargo de la propia unidad, basándose en la necesidad concreta de los consumidores. También sería interesante crear una lista resumida de los resultados de la empresa –para sustituir las múltiples listas que entonces existían–, en forma de un balance de renta líquida o ganancias, así como un fondo único de incentivos vinculado a ella»39.
El Che negaba que se pudiera hacer una planificación consciente de la ley del valor:
[…] para nosotros no hay tal uso consciente de la ley del valor, es mentira, es una ilusión. Todos los sistemas de precios y todas las cosas que se hacen basadas en el uso consciente de la ley del valor llevan a distorsiones terribles, terribles. Son precios que reflejan una relación interna, que van alejándonos del mundo y como el mundo está interrelacionado se va alejando de la realidad y se pueden producir distorsiones sumamente serias40.
Se trataba de un intento de cabalgar el tigre que terminaría fracasando antes o después. Se demostró que era imposible «combinar plan y mercado» basado en la creencia de que «la base matemática de la teoría garantizaba respetabilidad científica con independencia del sistema que la aplicara»41.
Precisamente esta especie de tecnificación matemática objetivista y mecanicista, al margen de la contradicciones políticas, culturales, etc., era una de las críticas más incuestionables del Che. El rechazo del mecanicismo y del economicismo es tan fuerte en el Che que en un comentario a un informe de Lenin de 1918, sostiene que: «En este, como en anteriores párrafos está la clave del error: la subestimación del capitalismo de estado reducido a la categoría de técnica económica, cuando es un estado social cuyas leyes se hacen sentir con el tiempo»42.
Según Luiz Bernardo Pericás: «Guevara era extremadamente crítico del proceso que estaba ocurriendo en la Unión Soviética y en diversos países de Europa Oriental. Para él, construir el socialismo con elementos del capitalismo sin modificarlos en su significado llevaría a un modelo político y económico inviable, que gradualmente obligaría a nuevas concesiones que lentamente harían al sistema volver al capitalismo»43. Para el Che, la construcción del socialismo exigía que se mantuviera una dialéctica entre conciencia y planificación en ascenso, por un lado, y anarquía del mercado y ley del valor por otro, dialéctica en la que el primer y decisivo componente suplantara con rapidez al segundo. En la medida en que la ley del valor siguiera activa, aumentaban los riesgos de burocratismo e involución y retroceso al capitalismo.
Un ejemplo lo tenemos en sus ideas sobre la necesidad de usar consciente y planificadamente la técnica capitalista:
El propio Guevara era un crítico de la calidad de los productos soviéticos y de la eficiencia de las empresas en el sistema socialista. Para él, sería fundamental utilizar las técnicas capitalistas –que serían más eficientes–, así como utilizar la tecnología de los países desarrollados, sin temer que hubiera un «contagio» ideológico. O sea, sería fundamental crear mecanismos que garantizaran una modernización industrial al mismo tiempo que se trabajar con la elevación de la conciencia de los trabajadores44.
Con la información de que disponía, el Che escribió a modo de apunte en borrador lo siguiente sobre la Nueva Política Económica de comienzos de 1921:
Lo importante era el aumento real de la productividad que la NEP impulsó solo en la medida en que puede hacerlo un sistema híbrido, en que se mezclan el capitalismo y la planificación rígida; el afán de ganancias, como Ley Fundamental del Capitalismo y el rígido ordenamiento de la producción. Este sistema tenía que conducir un día, el de la confrontación mercantil con el mundo, a una crisis de grandes proporciones y se hubiera necesitado otro Lenin para encontrar mediante el hilo de Ariadna la raíz del mal45.
Por dos veces en esta breve anotación el Che critica la rigidez de la planificación estatal de la URSS, lo que nos lleva al papel que él asignaba a la democracia socialista, al partido, a la militancia consciente y a la dialéctica. El papel central de la democracia obrera en el avance al socialismo fue reafirmado desde los incipientes síntomas de burocratismo a finales de 1918 siendo probablemente Lenin el primero en llamar la atención.
Comentando el mismo borrador del Che que arriba hemos citado, Edmundo Aray recoge las siguientes palabras del revolucionario argentino:
Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura; se está regresando al capitalismo46.
Regresaba el capitalismo impulsado por la ley del valor, la corrupción y la ausencia de democracia socialista que facilitaron el que las privatizaciones de empresas y bienes del Estado comenzaran en la perestroika47, antes de 1991. Existía una «segunda economía»: la oficial, y la del lucro privado, que crecía poco a poco desde la década de los años cincuenta creando una «pequeña burguesía emergente»48 que desde los ochenta fue presionando más y más al PCUS para las «reformas». La «segunda economía», o «sector privado» especialmente en su forma ilegal, «sería un sector de singular importancia para examinar las causas que llevaron a la desaparición del socialismo»49. Serguéi Kara-Murza explica cómo la reaparición de una élite con poder y propiedad50 intensificó desde los años ochenta la desmoralización popular facilitando la manipulación de las conciencias ya debilitadas previamente.
La previa desaparición de la democracia obrera y la corrupción burocrática del PCUS aceleraron el que la emergente pequeña burguesía de los años sesenta se convirtiera una fuerza político-económica arraigada en el interior del Estado desde donde procedió a desmantelar lo que quedaba de la revolución bolchevique.
Partido y dialéctica
Una de las piedras angulares de este capítulo radica en la directa relación que el Che establece entre el cercenamiento del derecho de debate en la URSS y la degeneración dogmática de sus «manuales»: «[…] esa falta de análisis crítico profundo y de una libertad casi de crítica científica ha dado por resultado que se escriban toda serie de libros apologéticos que son los que inundan el mercado, donde se explica lo que es el Cálculo Económico»51. La crítica a la burocracia del partido y de los sindicatos es radical: «El partido transformado en sindicalista marrullero protegiendo la indisciplina en el trabajo y eso es lo que no puede ser»52.
El Che denuncia ferozmente la burocratización de los sindicatos que deciden e imponen sin consultar a los trabajadores, llegando a proponer que se disuelvan como organizaciones y se creen los consejos de justicia laboral:
La democracia sindical es un mito, que se dirá o no se dirá, pero es un perfecto mito. Se reúne el partido y entonces propone a la masa a «fulanito de tal», candidatura única y de ahí en adelante salió aquél elegido […] la gente tiene necesidad de expresarse, tiene necesidad de un vehículo para expresarse. […] ya los sindicatos podrían dejar de existir, en un tiempo que se probara la acción de los consejo, podrían dejar de existir y traspasar sus funciones a los consejos de justicia laboral, que se le agregarían algunas tareas concretas y la gente sería elegida53.
¿Cuál es la tarea de la dialéctica materialista en este debate contra la burocracia y en la recuperación de la democracia socialista? Toda, porque la dialéctica es un componente inexcusable en todo militante. Lemos al Che: «El cuadro, pues, es un creador, es un dirigente de alta estatura, un técnico de buen nivel político que puede, razonando dialécticamente, llevar adelante su sector de producción o desarrollar a la masa desde su puesto político de dirección»54. El militante debe tener «claridad política. Esta no consiste en el apoyo incondicional a los postulados de la Revolución, sino en un apoyo razonado, en una gran capacidad del sacrificio, y en una capacidad dialéctica de análisis que permita hacer continuos aportes, a todos los niveles, a la rica teoría y práctica de la Revolución»55.
El Che sostiene que:
Hay una cosa que nosotros debemos aclarar y es que la centralización nunca debe estar reñida con el máximo de iniciativa que se dé a los individuos a diferentes niveles»56.
y que:
No consideren a la disciplina como una actitud negativa, es decir, como la sumisión a la dirección administrativa, la disciplina ha de ser en esta etapa absolutamente dialéctica […] el discutir en cada nivel los problemas fundamentales del taller, de la fábrica […] discutir colectivamente siempre, el participar de los trabajadores, a través de sus organismos, cada vez más, en la dirección de la fábrica […] y en vigilar constantemente que el aparato organizativo cumple también cada una de las reglas disciplinarias que debemos todos nosotros imponernos profundamente57.
Lo que el Che define como «sacrificio» o «disciplina» que podríamos llamar «coherencia» o «conciencia», tiene una conexión interna con la dialéctica y con la lucha contra todo burocratismo. En su célebre escrito sobre la burocracia, enlaza a la perfección con una de las primeras y permanentes definiciones de lo que es la dialéctica como el «alma» de la filosofía de la praxis. El Che narra que: «La responsabilidad especial que tiene cada individuo lo obliga a tomar decisiones rápidas; estábamos frente a una situación de emergencia nacional y había que tomarlas fueran acertadas o equivocadas; había que tomarlas, y rápido; así se hizo en muchos casos»58.
En su brillante historia de la dialéctica, Livio Sichirollo sostiene que una de las primeras acepciones del vocablo dialéctica es la de elegir por una opción u otra en momentos de crisis, cuando hay que intervenir para resolver la contradicción que nos atenaza, y dice que ese sentido de la dialéctica aparece nada menos en la Ilíada de Homero, cuando en la guerra de Troya Héctor ha de decidir si se enfrenta a Aquiles en una lucha de vida o muerte: sopesa, analiza, estudia rápidamente el problema y decide enfrentarse al hasta entonces invencible Aquiles, aceptando Héctor la alta probabilidad de morir a manos de Aquiles, como sucede. Lo que explica el concepto de dialéctica que emplea Homero es que «se trataría de indicar que surge el concepto de la elección y de la libertad»59. El Che dice exactamente lo mismo: hay que optar por la libertad y la elección consciente en la situación de emergencia nacional.
Néstor Kohan habla de la «pasión por la dialéctica» del Che: «tenía casi una obsesión por estudiar la dialéctica. Específicamente la dialéctica marxista. Pero también estaba interesado por la historia del pensamiento dialéctico anterior a Marx, por la génesis de la lógica dialéctica, su relación con la lógica formal y, en el caso de la dialéctica de los primeros filósofos griegos (los mal llamados “pre-socráticos”), por su vínculo con el materialismo atomista inmediatamente posterior»60.
Néstor Kohan sigue el rastro de la lectura que hace el Che de Hegel mediante el rodeo por la versión de Lukács de Hegel, demostrando el profundo humanismo que conecta a Lukács con el Che y su comprensión de la irreconciliabilidad que existe entre la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios por un lado, y por el opuesto la dogmática de la «coexistencia pacífica» entre el socialismo y el capitalismo. El giro oficial al pacifismo, a la «emulación pacífica», realizado en el XX Congreso del PCUS tuvo su inmediato efecto en la desnaturalización de la dialéctica, en su conversión en mera ideología justificadora de la «coexistencia pacífica» con el imperialismo.
No era posible, por tanto, que la dialéctica del Che fuera la misma que la de los manuales de filosofía soviéticos. Néstor Kohan sintetiza en tres puntos muy ilustrativos la lectura que hace el Che de la extensa obra colectiva dirigida por Dynnik sobre la historia de la filosofía: las múltiples escuelas filosóficas en la Antigüedad, las críticas griegas a los gérmenes de materialismo mecanicista en la época, y su crítica, la del Che, del fatalismo oculto en el determinismo61.
El determinismo lleva a la degeneración reformista del partido revolucionario porque pierde la visión dialéctica del futuro como una posibilidad/probabilidad abierta por la acción en el interior de la unidad y lucha de contrarios antagónicos. El determinismo fatalista le hubiese convencido a Héctor para que no se enfrentase a Aquiles, y al Che para que no se integrase en la revolución cubana, y al pueblos cubano para se plegase a las presiones del imperialismo. Por el contrario, un partido dialéctico, revolucionario, es el que sabe que el futuro puede conquistarse siempre que en el presente la libertad de pensamiento crítico sea reforzada por la unidad en la práctica.
El Che afirmó:
Lo único que creo es una cosa, que nosotros tenemos que tener la suficiente capacidad como para destruir todas las opiniones contrarias sobre el argumento o si no dejar que las opiniones se expresen. Opinión que haya que destruirla a palos es opinión que nos lleva ventaja a nosotros. Eso es un problema que siempre debemos hacer. No es posible destruir las opiniones a palos y precisamente es lo que mata todo desarrollo, el desarrollo libre de la inteligencia62.
Generar inteligencia libre es una de las tareas del partido y del poder revolucionario, de la pedagogía comunista. La pedagogía del Che es eminentemente dialéctica. Lidia Turner Martí la sinteriza así:
La asequibilidad en correspondencia con la edad, el grupo social y las características territoriales.
Partir de un hecho concreto analizado, argumentar y presentar sus contradicciones. Incluirse como parte del grupo humano con el que trabaja, ser uno más.
Partir de la enseñanza que el propio grupo da y utilizarlo como base para el nuevo aprendizaje. Poner de manifiesto las contantes contradicciones que se generan.
Unir a lo racional del análisis, lo emocional que actúa en los sentimientos.
Unir a lo objetivo la dosis subjetiva del optimismo hacia el desarrollo social.
Vincular cada suceso con su repercusión social transcendente al individuo63.
Como se aprecia, la dialéctica estructura todos los apartados bien directamente, bien de modo indirecto. Es muy de reseñar el énfasis en la subjetividad, en el optimismo, ya que esos valores son centrales tanto en el rechazo del fatalismo determinista como en la praxis de la elección libre en momentos de crisis, en los momentos de optar, decidir y tomar partido por una alternativa revolucionaria aunque no estén dadas todas las condiciones para su triunfo. Veremos luego cómo el Che insiste en el valor de la conciencia en tales circunstancias.
El hombre y la mujer nueva
Tiene razón Luiz Bernardo Pericás al sostener que, además de otras temáticas, también hay que tener en cuenta tres momentos fundamentales para entender el pleno significado de la teoría guevarista del Hombre Nuevo: el sistema de incentivos, el trabajo voluntario y la emulación socialista64. Volvemos así a lo dicho arriba sobre que el pensamiento del Che, es decir el marxismo, es una totalidad. Voluntariado, incentivos morales y emulación vienen a ser sinónimos de una cualidad humana también presente en el internacionalismo: solidaridad, hermanamiento, identidad.
La construcción del socialismo a nivel mundial, que es la meta en sí, exige la solidaridad en cualquiera de las fases y niveles en los que se lucha. En el capitalismo actual, medio siglo más experimentado que el que combatió el Che, las formas de solidaridad, de apoyo mutuo, de trabajo voluntario, de rechazo del consumismo, de impulso del pensamiento crítico, etc., desarrollan contenidos revolucionarios mucho más peligrosos para el capital. De aquí que los diversos aparatos político-ideológicos del imperialismo hayan creado la industria de las oenegés para desplazar al Hombre y a la Mujer Nueva e imponer el hombre alienado y patriarcal, eurocéntrico y racista, a todos los pueblos.
La eficacia manipuladora de la industria cultural imperialista exige a la izquierda una mejora de su pedagogía revolucionaria sobre todo en su contenido político orientado a la toma del poder: «La pedagogía de Ernesto Che Guevara era tan pertinaz como su marxismo y todo lo que se quiera, menos sumisa. […] se encontraba sólidamente anclada a una problemática marxista: la necesidad de la lucha de clases sobre un fundamento internacional»65, y además «de diversa manera, la pedagogía del Che es similar a la de la gran figura revolucionaria, V. I. Lenin, que afirmó que las condiciones históricas objetivas y subjetivas deben determinar los “métodos de combate” apropiados, incluyendo la movilización y la organización educacional de las masas»66.
Sin pedagogía revolucionaria no hay Hombre y Mujer Nueva. Pese al tiempo transcurrido, es innegable la actualidad de estas palabras del Che: «El estudio mezclado con el trabajo […] Los compañeros que pasan por aquellas tareas de alfabetizar o recoger café, en contacto directo con nuestro pueblo ayudándolo lejos de sus hogares reciben –puedo afirmarlo– más aún de lo que dan, ¡y lo que dan es mucho!»67. Alfabetizar hoy es incluso más difícil pero necesario que hace medio siglo porque no se trata solo de enseñar a leer y escribir, sino a pensar críticamente en medio de tanto ruido propagandístico, de tanto irracionalismo y dogma, de la manipulación subliminal e inconsciente, de una masa de información técnica y científica mucho más compleja que la de hace cincuenta años. Hoy el analfabetismo funcional es mayor que el de hace medio siglo.
Ayudar en el capitalismo actual a «recoger café» viene a ser lo mismo que levantar centros populares de autoorganización y ayuda mutua, de ollas colectivas contra el hambre, de cultura y de aprendizaje, de educación sexual y de enseñanza de autodefensa contra el terrorismo patriarcal, espacios liberados y recuperados que rompan en la medida de lo posible con la propiedad privada y adelanten, prefiguren algunas características de la sociedad socialista dentro de lo posible en el capitalismo. Tenemos un ejemplo: las llamadas universidades populares y obreras en la mitad de la sociedad burguesa. El Che mantuvo un debate con la universidad pre revolucionaria, al poco de la conquista del poder, con la advertencia clara de que la vieja universidad no puede monopolizar la educación «porque es patrimonio del pueblo entero, como es la cultura»68.
Ahora hay que aplicar este criterio contra la dictadura cultural y educativa burguesa, activando las tradiciones del movimiento revolucionario de la primera mitad del siglo XIX. La recuperación y construcción de espacios de contrapoder y doble poder popular en el interior del monstruo imperialista, la práctica sistemática de la pedagogía de la comuna, es la forma directa de aplicar la filosofía de la praxis69 que recorre el marxismo entero. La pedagogía de la praxis debe desbordar los menguantes márgenes de la educación burguesa para generar espacios autogestionados70 de educación crítica que anuncien brotes del Hombre y Mujer Nueva en pelea tenaz e incierta con el hombre burgués, sabiendo que esa lucha parcial es insegura y muy limitada mientras no se conquista el poder político del Estado obrero y se desarrolle, a su amparo, la pedagogía socialista.
Siendo esto fundamental el Che plantea el meollo del Hombre y Mujer Nueva:
Hay una frase de Mao muy bonita donde dice aproximadamente que «el hombre como ser enajenado es esclavo de su propia producción», esclavo del trabajo, entrega el trabajo, entrega parte de su naturaleza ahí y que solamente se realiza como hombre, cuando hace aquellas cosas que no son necesarias a su ser físico, es decir, cuando se transforma en arte o, por ejemplo, hace trabajo voluntario o sea fuera de las cosas que rinde a la sociedad algo que el hombre entrega. Porque nosotros no hemos logrado todavía que el hombre entregue, sino que hemos creado un aparato donde la sociedad succiona trabajo voluntario71.
El secreto guevarista del Hombre y Mujer Nueva radica en la superación del fetichismo de la mercancía, y dentro de este proceso liberador, de la desalienación. Ludovico Silva, en un capítulo dedicado al fetichismo sostiene que Marx:
En El Capital, definirá a la alienación como el paso universal del valor de uso al valor de cambio. En este paso es donde precisamente toma cuerpo el fenómeno del fetichismo. Tal definición es, en apariencia, una definición económica, pero en Marx la economía no es sino el nudo central de una vasta red que abarca el campo entero del conocimiento. Podríamos decir incluso que se trata de una definición filosófica, si tenemos en cuenta su gran generalidad y universalidad. Filosofar es producir categorías que abarcan grandes conjunto de entidades. La alienación, como categoría, abarca a la sociedad entera72.
La filosofía del Che ataca a la raíz de la deshumanización: la subsunción real de la mujer y del hombre en el entero circuito mercantil y en su adoración fetichista:
Las leyes del capitalismo, invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan sobre el individuo sin que este se percate […] Las taras del pasado se trasladan al presente en la conciencia del individuo y hay que hacer un trabajo continuo para erradicarlas […] La mercancía es la célula económica de la sociedad; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia73.
Acabar con la mercancía, con la ley del valor, es el requisito inexcusable para desenvolver las potencialidades infinitas del Hombre y Mujer Nueva. ¿Cómo? Debemos leer la respuesta del Che:
En el esquema de Marx se concebía el período de transición como resultado de la transformación explosiva del sistema capitalista destrozado por sus contradicciones; en la realidad posterior se ha visto cómo se desgajan del árbol imperialista algunos países que constituyen las ramas débiles, fenómeno previsto por Lenin. En estos, el capitalismo se ha desarrollado lo suficiente como para hacer sentir sus efectos, de un modo u otro, sobre el pueblo, pero no son sus propias contradicciones las que, agotadas todas las posibilidades, hacen saltar el sistema. La lucha de liberación contra un opresor externo, la miseria provocada por accidentes extraños, como la guerra, cuyas consecuencias hacen recaer las clases privilegiadas sobre los explotados, los movimientos de liberación destinados a derrocar regímenes neocoloniales, son los factores habituales de desencadenamiento. La acción consciente hace el resto74.
Derecho a la revolución
Homero habla de la dialéctica de la libertad que desencadena el combate de Héctor contra el invasor Aquiles. Maquiavelo reconoce que los suizos son libres porque tienen muchas armas. Goethe afirma que al principio fue la acción. Marx sostiene que las revoluciones son las parteras de la historia. En una conversación con Eduardo Galeano, el Che explica que «el poder en Latinoamérica se toma por las armas o no se toma… en líneas generales»75. Aquí debemos volver a la segunda cita con la que iniciamos este texto.
La filosofía del Hombre y Mujer Nueva tiene en la acción su sustento, y en el derecho a la revolución su método. A finales de 1884 la dictadura de Bismarck en Alemania, que había ilegalizado a la socialdemocracia en 1878, le exigía que renegase del derecho a la revolución si quería volver a la legalidad, si quería disfrutar de los derechos de la legalidad burguesa. Engels76 se negó rotundamente a renunciar a ese derecho humano elemental aunque no se practicase por circunstancias tácticas o coyunturales, estratégicas o contextuales. El Che, como cualquier marxista, conocía perfectamente la dialéctica de la posibilidad y la necesidad de una lucha armada supeditada siempre a una concepción integral de todas las formas de resistencia a la opresión.
El Che había escrito que:
Además, desde hace mucho tiempo el pueblo conciencia de que hay que sacar de alguna manera a los explotadores del poder. Pero ahora ha adquirido una nueva conciencia, y es que si el pueblo logra expulsar a los explotadores del poder, tiene garantizada su supervivencia como nación soberana77.
La toma de conciencia del pueblo para desalojar del poder a los explotadores va produciéndose según lo explicado por el Che en la larga cita con la que concluye el capítulo anterior. Hasta que el pueblo no desaloja del poder a la clase explotadora e instaura su propio poder, hasta entonces no gozará de la soberanía nacional porque la clase dominante se plegará a las exigencias del imperialismo o colaborará78 con los invasores, práctica constante en la historia como enseña Alfredo Maneiro al comparar la Alemania Nazi, Estados Unidos e Israel con la Colombia Uribista. solo el Estado obrero realiza la independencia nacional.
El Che también nos explica cómo se garantiza la independencia de la nación:
La paz de los hombres, que la desean con toda su fuerza, que están dispuestos a aprovecharla al máximo para la felicidad de su pueblo, pero que saben que no se pueden poner de rodillas para conquistarla; que saben que la paz se conquista con golpes de audacia, de valor, de tesón inquebrantable, y que así se defiende, y que la paz no es una condición estática, sino que es algo dinámico en el mundo, y que cuanto más fuerte, unido y beligerante, sea un pueblo, más fácilmente puede mantener la paz que anhela79.
Vegecio, general romano, escribió a finales del siglo IV, que: «Si quieres la paz, prepárate para la guerra».
Llegado el momento decisivo de la opción libre y consciente de la práctica del derecho a la resistencia violenta frente al invasor y/o explotador interno, el Che dice: «La sangre del pueblo es nuestro tesoro más sagrado, pero hay que derramarla para ahorrar más sangre en el futuro»80. Ahorrar sangre del pueblo en el futuro exige el sacrificio en el presente. Por la misma importancia del tema, decidir cuándo ha llegado ese momento requiere una metodología adecuada. Desde los primeros escritos político-militares de la Antigüedad, los estrategas político-militares han estudiado con exquisito detalle los cambios acaecidos en esa problemática, y los que no lo han hecho han fracasado.
Las y los marxistas siempre han prestado atención suma a la fusión entre economía, política y guerra81. Si ahora viviese el Che estaría al tanto de los más recientes avances al respecto pero no olvidando que por debajo de las innovaciones militares y represivas permanece siempre la misma contradicción: el choque entre la propiedad capitalista y la propiedad socialista. Esta es la misma conclusión a la que llega Pablo Dávalos después de analizar la nueva dominación política en la que el Estado retoma violencias que antes habían quedado a manos del mercado, invisibilizadas por las relaciones mercantiles.
Veamos: «El derecho de huelga es contraviolencia legítima a la violencia legítima del Estado. Forma parte de la dialéctica de la violencia y de la dialéctica de la lucha de clases. Los trabajadores acuden al derecho de huelga como mecanismo de última instancia y para defenderse de la violencia del capital […] El derecho de huelga, es el derecho a la protesta y a la movilización, a los levantamientos, en fin, es el derecho a decirle no al sistema de poder»82.
El Che hubiera aplaudido estas palabras, como las siguientes:
Cuando se menciona el «Estado de derecho» se suele pensar en los derechos liberales y burgueses y, entre estos, los derechos humanos, los derechos colectivos y los derechos sociales. El «Estado de derecho», en realidad, hace referencia al derecho a la propiedad. Los demás derechos se subsumen al derecho a la propiedad, al que se le considera como fundamental y prioritario. De todas maneras, existe una definición que da mejor cuenta de lo que quiere decir «estado de derecho» y es aquella de la «seguridad jurídica». Quienes reclaman seguridad jurídica no son los ciudadanos sino los inversionistas83.
El derecho humano a la revolución, a la propiedad socialista, choca antagónicamente con el derecho burgués a la represión para mantener su propiedad capitalista. Son dos derechos iguales e irreconciliables que expresan la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios. Cuando chocan dos derechos iguales y contrarios, decide la fuerza84. Esta es la teoría marxista del derecho/necesidad de la revolución, y la teoría del Che.
Si desea leer más artículos de Iñaki Gil de San Vicente, pinche AQUÍ