Carlo Frabetti.- Si el feminismo es la gran fuerza transformadora del siglo XX, se debe a varias generaciones de mujeres heroicas que comprendieron que su lucha por la emancipación era inseparable de la lucha de clases y de la lucha por la autodeterminación de los pueblos. Y sin supeditación de unas luchas a otras, como pretendía un sector del marxismo degenerado en dogma o en politiqueo partidista. El socialismo y el feminismo se contienen mutuamente como dos manos entrelazadas, forman un todo indisoluble, y su desarrollo conjunto es un proceso dialéctico imparable.
De forma igualmente ingenua o tendenciosa, algunos izquierdistas olvidan algo tan elemental como que, por definición, el internacionalismo presupone la existencia de los correspondientes nacionalismos a interrelacionar. Entendiendo por nacionalismo, huelga señalarlo, no la exaltación arrogante de determinadas peculiaridades culturales ni la reivindicación excluyente de privilegios arbitrarios, sino la pura y simple afirmación de la propia soberanía frente a quienes la niegan o la limitan. Y en una época en la que el capitalismo adopta la forma de un imperialismo avasallador que intenta arrebatarles a los pueblos su identidad para poder arrebatarles todo lo demás, la defensa de la soberanía y el derecho de autodeterminación se convierte en un aspecto fundamental de la lucha anticapitalista.
Doris Benegas tuvo siempre muy clara, tanto en su discurso como en su práctica política, la necesidad de trenzar indisolublemente en una única cuerda indestructible el socialismo, el feminismo y el independentismo. Junto a Eva Forest, Ángeles Maestro y unas pocas más, constituye un imprescindible referente de mujeres luchadoras en la punta de lanza de la batalla de las ideas, así como de la batalla política propiamente dicha.
Tuve el privilegio de participar junto a Doris y a su compañero, Luis Ocampo, en la gestación de Iniciativa Internacionalista, cuyo principal objetivo fue propiciar la confluencia de las izquierdas independentistas y las de ámbito estatal (a menudo desconectadas cuando no enfrentadas), y pude apreciar de cerca su lucidez, su combatividad infatigable y su insobornable honradez intelectual y política. Su prematura pérdida es un golpe durísimo para quienes luchamos contra el capitalismo, el nacionalcatolicismo y el patriarcado desde la convicción de que las tres luchas son la misma.
Mis más sentidas condolencias y el testimonio de mi afecto más sincero a su compañero, a su hija y a la gran familia de Izquierda Castellana. Hasta siempre, querida Doris, hasta la victoria siempre.
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