El pasado 16 de julio publicaste en El Hurón un artículo titulado Sanfermines 2016: ¿Más violencia machista o más respuesta feminista y ciudadana?, en el que empiezas diciendo que “conviene, después de los trazos gordos de condena de la violencia, empezar a matizar y a analizar con mayor precisión”. Loable propósito. Lástima que en tu sutil análisis de trazos finos te olvides de lo fundamental: que la violencia contra las mujeres durante los sanfermines es un previsible epifenómeno de otra violencia machista infinitamente mayor en tanto que masiva e institucional: una abominable “fiesta” que gira alrededor de la tortura y la masacre de docenas de miembros de una especie tan próxima a la nuestra en cuanto a conciencia y capacidad de sufrimiento como es la bovina. Es como si durante el nazismo alguien hubiera denunciado el efecto contaminante de los hornos crematorios obviando el pequeño detalle de que en esos hornos se quemaba a seres humanos (por si, dada tu sutileza de trazo fino, se te ocurre decir que equiparo a los toros con los judíos, aclararé que a quienes equiparo es a los torturadores de toros con los nazis).
Y para colmo, concluyes: “El hecho de que nuestra ciudad desde hace un año esté siendo gestionada por un Ayuntamiento de izquierdas-abertzale merced a un pacto cuatripartito (EHBildu, Aranzadi, I-E y Geroa Bai), ha introducido un elemento importante en los mensajes de la fiesta y en las medidas concretas que se están implementando, articulándose una campaña amplia, novedosa, visibilizada y declaradamente feminista en el ámbito institucional”.
Un Ayuntamiento que aprueba y “gestiona” la tortura pública de animales, mi sutil Begoña, ni es de izquierdas ni es abertzale ni es feminista: es pura basura españolista y patriarcal, la misma basura que la españolísima y machísima “fiesta nacional”.
Decía Isaac Bashevis Singer, que conoció en carne propia los rigores del nazismo, que con respecto a los animales no humanos todos somos nazis. Todos no, afortunadamente; pero quienes gestionan la fiesta de la infamia no merecen otro nombre.
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