Tengo amigos, a los que estimo singularmente y por los que siento una sincera admiración intelectual, que me riñen por haberme unido al movimiento que desembocó por imperativo legal en el partido político PODEMOS. Curiosamente, unos lo hacen acusándome de fiero y caduco estalinista, tildándome otros de trotskista más o menos repugnante. Todo ello desde el cariño, of course.
Sobre mis motivos para apoyar a PODEMOS he escrito un par de artículos: Podemos (publicado en Rebelión el 6 de septiembre de 2014 https://www.rebelion.org/noticia.php?id=189310) y ¿Qué pinto yo en Podemos?, publicado en El Hurón un año después, el 14 de septiembre de 2015 http://elhuron.online/blog/2015/09/que-pinto-yo-en-podemos/. En ambos textos dejo claro que PODEMOS no es una panacea y que tiene serias contradicciones, pero que es LA ÚNICA opción electoral que puede liderar la necesaria regeneración de este ente de dominación que es el Estado español, ahora con la inestimable alianza de Izquierda Unida y de otras fuerzas de izquierda que han comprendido a tiempo que es mejor formar parte del cuerpo del león que quedarse en cabezas de inofensivos ratones o en simples ancas de rana, según los casos.
Para bien y para mal, PODEMOS lleva provocando intensas y antitéticas pasiones desde su nacimiento, unas negativas y otras positivas. Las negativas las provoca sobre todo entre quienes ven a la nueva formación política como un serio peligro para sus intereses de clase dominante, pero también entre quienes temen que se convierta en el definitivo caballo de Troya del capitalismo hispano. En las dos partes tiene este cura amigos y comprendo sus razones.
Sin embargo, y perdone mi insistencia quien siga mis escritos, el fenómeno PODEMOS solo se puede entender en términos de táctica y estrategia: táctica, interpretada como método o sistema para ejecutar o conseguir algo; y estrategia, entendida como el fin último u objetivo determinado y determinante. Estoy seguro de que muy poca gente de la izquierda duda ya de la estrategia podemista (desde luego, la derecha no lo hace), aunque es evidente que a alguna le desasosiega profundamente la táctica y no se fía de la deriva que pueda adquirir el derrotero. A estas personas va dirigido este humilde articulito, y para ellas reproduzco el final de uno de mis textos citados anteriormente: “si apoyando a PODEMOS nos equivocamos, habremos perdido poco; pero si nos equivocamos no apoyándolo, habremos perdido demasiado”. Porque es ahora o nunca.
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