Hasier Arraiz*.- Hace algo más de cuatro años asistimos al nacimiento de un nuevo tiempo político en nuestro país. Y pese a que los negacionistas más recalcitrantes se empeñen en lo contrario, es innegable que este pequeño país nuestro transita por un nuevo tiempo, aunque, por desgracia, todavía tenga un pie en el viejo. Una parte del pasado atenaza todavía al presente y lo hace, conscientemente, como amenaza permanente hacia un futuro, que hace ya mucho tiempo la amplia mayoría de este país desea que sea diferente. Un país, una sociedad, que ya ha sufrido demasiado por pretender vivir como sueña, en libertad.
Pero, lo que sucede en Euskal Herria también ha comenzado a suceder en el propio Estado español, o en el conjunto de Europa. La recurrente frase de Antonio Gramsci –“lo viejo no termina de morir, lo nuevo no termina de nacer…”- se ha convertido en los últimos tiempos en habitual compañera de nuestras reflexiones políticas. Aquí y allí se advierten síntomas de cambio, síntomas de agotamiento de las viejas estructuras de poder –político y económico-, se advierten nuevas fuerzas de transformación –política y social- y vemos procesos políticos y sociales, que en desigualísima correlación de fuerzas con los poderes que sostienen el actual “statu quo”, avanzan –a veces se ven obligados a retroceder- y vuelven a avanzar haciéndonos vislumbrar, con todas sus contradicciones –no hay proceso de emancipación sin contradicciones-, cómo podría ser el cambio político y social que estamos impulsando también en Euskal Herria.
Las estructuras de poder en toda Europa, qué decir tiene en el Estado español, siguen ancladas al viejo tiempo político, allí donde las naciones sin estado no encuentran su lugar y donde los intereses económicos y financieros están exterminando los derechos laborales y sociales, que tantos décadas de lucha llevó conseguir, empujando así a tantísimas personas al precipicio de la exclusión social. Y del mismo modo que hemos de reconocer toda su fuerza y su inmensa capacidad de influencia, también hemos de decir que el cambio político y social es imposible si competimos con esas estructuras de poderexclusivamente en su terreno de juego o si las combatimos solo con sus propias armas, porque el cambio político y social solo lo será si también en eso se diferencia de los viejos modelos.
En este momento que vivimos, debates que en el estado español parecían prohibidos durante décadas emergen ahora con fuerza inusitada y lo que hasta ahora parecía intocable –la monarquía, el bipartidismo, la indivisibilidad del Estado…- se empieza a poner en cuestión por parte de grandes mayorías sociales. Es evidente el agotamiento de un ciclo, el agotamiento de las estructuras de un Estado que nacieron como herederas de las del franquismo. Y si no hay democratización real del Estado, es decir, si no hay derecho a decidir, cambiarán algunas cosas, por supuesto que sí y estará bien que cambien, pero no habrá cambio político y social en el Estado español.
“Más EH Bildu”
Tras las elecciones municipales y forales de mayo de 2015 en EH Bildu iniciamos una profunda y serena reflexión que entendimos que nos pedían miles de personas que habían confíado en nuestro nuevo proyecto político. Entendimos que se nos pedía recuperar la frescura del primer Bildu, el Bildu del Arenal de Bilbo. Entendimos que debíamos construir un discurso propio, no el de este o aquel partido, sino el de EH Bildu. Entendimos que la sociedad premia la suma de diferentes, pero que a día de hoy esa suma de diferentes trasciende la suma de siglas diferentes. Entendimos que nuestra práctica política por buena que creamos que sea, si nos aleja de las personas, incluso de aquellas que confiaron en nosotros, es que seguramente no es tan buena como creíamos. Entendimos que hay muchas formas de ver y sentir nuestro país, Euskal Herria, y que nuestro proyecto debe dar sitio a todas ellas, por eso hablamos de tejer un proyecto nacional, que no nacionalista. Entendimos que nuestro soberanismo solo será verdadero, si parte de las necesidades reales de las personas para construir entre todas un país nuevo, diferente, un país más justo y libre. Entendimos que hacer política nueva no es solo poner caras nuevas –que también lo es- pero que, sobre todo, es demostrarnos a nosotros mismos que podemos superar nuestras inercias organizativas, nuestras prácticas políticas endogámicas y que lo que pedimos fuera de casa, es decir, menos democracia representativa y más democracia directa, se debe empezar por practicar en la casa de cada cual. En definitiva, entendimos este mensaje: para poder cambiar este país es imprescindible que empecemos por cambiar nosotros mismos.
En junio nos pusimos manos a la obra. Quiero pensar que mucho de lo que ha venido después dibuja el camino que queremos hacer: los acuerdos políticos a cuatro bandas que sostienen a los gobiernos del cambio en Nafarroa e Iruñea, el desalojo de Maroto de la alcaldía de Gasteiz a costa de dar la alcaldía al tercer partido en votos, la iniciativa -institucional y en la calle- para la paz y el diálogo llamada “Nuestra decisión, la paz”, acompañada de aquel intento de diálogo con el partido político más lejano a nosotros, el PP de Arantza Quiroga, quisieron mostrar al exterior otra forma de entender y hacer política en Euskal Herria. De puertas adentro, nuestra prioridad ha sido la puesta en marcha consensuada de una pequeña estructura por encima de los partidos que componen EH Bildu, que no pretende coordinarlos mejor, sino crear dinámica política propia y autónoma, dinámica política de EH Bildu.
Solo han sido unos pocos pasos, que, no obstante, pretenden mostrar un camino y la determinación para recorrerlo. Han sido unos meses de “EH Bilduing” intensivo, porque dijimos entonces que la solución era “más EH Bildu”. Más EH Bildu, porque lo nuestro no nació como coalición de partidos para las elecciones, sino como una alianza amplia y plural de soberanistas e independentistas de izquierda. Más EH Bildu, porque somos la fuerza política imprescindible para hacer acuerdos sobre agenda nacional y sobre agenda social. Más EH Bildu, porque EH Bildu es el eje vertebrador del cambio político y social en Euskal Herria. O debería de serlo.
Y a esos pasos les van a seguir otros. Uno de ellos será la actualización de la oferta política de EH Bildu a la sociedad vasca, un ejercicio de creación política colectiva, donde el propio procedimiento de creación, en el que queremos que participen muchísimos amigos de este proyecto, va ser tan importante como el mismo producto final. Otro de ellos va a ser la articulación del espacio socio-político de los soberanistas e independentistas de izquierda en comunidad, la cual pondrá a todos sus miembros, vengan de partidos o no, en igualdad de derechos y oportunidades para que sean todas esas personas quienes decidan el futuro del nuevo EH Bildu.
Miramos a nuestro país, a todas las Euskal Herrias que hay en él y queremos ofrecerle una alternativa transformadora, popular y ganadora y un instrumento nuevo, un instrumento eficaz, poliédrico y democrático para hacerla posible. Ese instrumento se llama EH Bildu, el nuevo EH Bildu. Hagámoslo posible, cambiemos el país.
*Hasier Arraiz es presidente de SORTU y parlamentario vasco por EH Bildu
La fotografía es de Raúl Bogajo (ARGAZKI PRESS)