Helena Maleno.- Por la noche comenzaron las llamadas. Estamos acostumbradas a ellas. Acostumbradas a escuchar «se han ahogado», «se han caído de la valla», «le empujaron del cuarto piso». Anoche las llamadas decían «murieron por el fuego durante la redada».
Hacía días que la violencia se había cebado con los bosques próximos a Ceuta y con la ciudad de Tánger.
Incluso la población marroquí se quejaba de ello. Demasiada visibilidad del horror.
Durante los últimos meses muchos migrantes han entrado en Ceuta, saliendo de la zona de Castillejos. Frenar la migración a toda costa, los daños colaterales de nuestras políticas. Muertos que quedan en el otro lado, pero que de alguna forma tenemos las manos manchadas con su sangre.
El relato de los testigos era estremecedor. Las fuerzas auxiliares habían llegado al bosque, a las cuevas que se encuentran tras el hotel Ibis de Castillejos. Algunos compañeros migrantes huyeron, pero dos quedaron dentro de la cueva, no querían salir.
Los militares prendieron fuego a los pocos enseres, colchones, mantas, cosas de cocina, ropa. El fuego se extendió por toda la cueva, al fondo los dos chicos cameruneses no lograron salir.
A las dos de la tarde la redada había terminado.
Sobre las ocho, dos testigos se acercaron a la cueva para ver si algo había sobrevivido al fuego. Pensaban que los dos compañeros que quedaron dentro, habían sido detenidos por los militares. Para su sorpresa un pie sobresalía entre los restos quemados.
Valientes como son aquellos que no tienen nada que perder, por la tarde se desplazaron a la policía de Castillejos para denunciar y pedir que se recuperase el cuerpo.
Desde ayer por la noche, llamamos sin cesar a los pocos resortes de derechos humanos que quedan en Marruecos.
Esta mañana, los compañeros volvieron a la cueva. No eran uno, sino dos cuerpos los que seguían allí.
Valientes como son aquellos que no tienen nada que perder, se han acercado a las fuerzas auxiliares que comenzaban la redada de nuevo esta mañana, y les han pedido piedad para que recogiesen los cuerpos de sus amigos.
No quiero comentar la tristeza que siento de la falta de humanidad y los comentarios de algunas entidades de defensa de derechos humanos.
Me quedo con la valentía de los compañeros migrantes, me quedo con el dolor por los muertos, me quedo con el pésame a sus familias.
Nota del editor: En la fotografía, uno de los dos quemados vivos. Se llamaba Vapeur Rengo.