No quiero enzarzarme en una discusión sobre los límites del humor, porque me parece que es errar el enfoque. Tampoco sobre quién la ha dicho más gorda en Twitter, porque sería caer en una trampa. No entiendo por qué el debate ha tenido que salirse de madre cuando era tan fácil de resolver: ¿Es Guillermo Zapata antisemita? ¿Es Guillermo Zapata insensible al sufrimiento de las víctimas? Y la respuesta es: absolutamente NO. Su activismo lo avala, su lucha al lado de la gente que sufre, su energía y empuje por cambiar las cosas, su entrega a la nueva política que tiene, no lo olvidemos nunca, un único objetivo: mejorar la vida de la gente.
Guillermo, como muchos y muchas hace unos años, quizás se pasó de listo pensando que Twitter era como la barra del bar de abajo. Que le leían sólo sus amigos y que, como buenos amigos, sobreentendían el contexto. Hace cuatro años. Twitter era una novedad. Lo estábamos probando. Y éramos, es verdad, más jóvenes, gamberr@s e irreverentes. Y suerte que lo éramos. Si no llega a ser por los irreverentes de este mundo, triunfarían el conformismo y el miedo.
En la PAH también contábamos chistes sobre hipotecados. Me encantaba uno: “¿Por qué en la PAH no hay parejas? Porque acumularían dos deudas”. ¿Os imagináis que lo hubiera tuiteado y ahora me denunciara la Fiscalía?
Con su persecución absurda, PP y Fiscalía harán el ridículo. Porque la gente no es tonta y sabe juzgar. La gente sabe que un chiste, por reprobable que sea, no es comparable a la corrupción, a la mentira ni a la insensibilidad de los que nos han recortado derechos y servicios básicos. Ni Gullermo Zapata es comparable a todos aquellos que, a pesar de ser los verdaderos responsables de tanto sufrimiento, nunca dimiten.
24 de junio de 2015l