Amigos forenses me dicen que son casi 30 diarios, 28, 29 cada mes solo en Canarias, más de 35 en Andalucía, personas desesperadas que se tiran de puentes sobre barrancos infinitos, sobre ese Guiniguada mágico, que dejan sus coches en marcha y se lanzan al vacío agotados, agotadas, destruidos/as de tanta presión de la mafia bancaria, de una banda corrupta de políticos/as que le hacen el juego a estos criminales usureros, ejerciendo premeditadamente el terrorismo de estado.
Cuentan vecinos de ese puente maldito sobre cuevas indígenas que la semana pasada bajó la policía porque se denunció que alguien se había tirado, que cuando llegaron al fondo se encontraron tres cuerpos más, que nadie vio como se arrojaban desde más de 200 metros de altura; gente inocente que decidió escapar de la persecución de esta banda de los sobres, de estos psicópatas que solo en cuatro años han generado más de 20.000 suicidios por razones económicas en todo el estado español.
Los palanganeros medios de comunicación del régimen tienen ese pacto con el gobierno, esa vergüenza a la que llaman “protocolo para evitar el efecto contagio”. El verdadero y terrible contagio es el que genera tanta corrupción política, una banca ladrona, criminal, que paga en sobres a sus esbirros del coche oficial y la prebenda.
Una enfermedad física, una dolencia social, se empieza a sanar cuando se reconoce, cuando se asume el reto de curarla, el resto son tapaderas y la contribución vergonzosa a un genocidio de estado, a una brutalidad planificada para exterminar a tantas personas que sufren, que se quitan la vida porque ya no pueden más.
Se echa en falta en España un plan contra los suicidios por razones económicas. Da la impresión que estos jerarcas de mierda se alegran cuando alguien se quita la vida, no hacen nada, ocultan, manipulan los datos más que evidentes, verdades ocultas que millones de personas conocemos directa o indirectamente, unos tiempos terribles donde casi todo el mundo sabe de alguien que se ha suicidado, que ha decidido huir de las cartas amenazantes de las sucursales bancarias, de las citaciones judiciales, de las notificaciones de ayuntamientos que huelen a podrido.
Se están cometiendo miles de asesinatos de estado cada año en España, nadie los condena y la gentuza culpable queda impune. Es necesario difundirlo, que este holocausto social se condene en tribunales internacionales de derechos humanos.
Evitemos que nos sigan mintiendo, difundamos la verdad revolucionaria, la que jamás oculta la realidad, asumamos que existen culpables directos de este genocidio masivo, que no puedan jamás vivir tranquilos, que sepan que serán juzgados más temprano que tarde por la justicia universal de los pueblos.
Autor: Francisco González Tejera